lunes, 4 de noviembre de 2013

Historia de una escalera

La maldita hija de Buero
 
   Ni tan siquiera a la hora de celebrar un acontecimiento se quedó en silencio la conocida ácida ironía de Antonio Buero Vallejo. El autor, que festejó en el Teatro Español de Madrid que hacía 50 años que en ese mismo lugar se había estrenado con inusitado éxito su primera obra, Historia de una escalera, afirmó que tenía manía a ese texto, porque para algunos era su más importante obra de teatro, algo con lo que él no está de acuerdo. Buero, que estuvo rodeado por algunos de los actores que estrenaron su función en 1949, como María Jesús Valdés, Asunción Sancho, Adriano Domínguez o Manuel Gamas, y otros que protagonizaron la reposición de 1969, como Francisco Valladares o Victoria Rodríguez, con quien llevaba casado 40 años, agradeció a Gustavo Pérez Puig y Mara Recatero, equipo directivo del Teatro Español, que hubieran celebrado en 1999 este acontecimiento estrenando su última función, Misión al pueblo imposible. Sobre su primera obra puesta en pie dijo: "Parece la historia de una maldita escalera, esa obra me obliga a volver al pasado y no me gusta..., a veces es más difícil superar un éxito que un fracaso, pero aquí estoy, a pesar de ser opuesto a que se celebre nada sobre esta obra... Para compensar estoy contento con la reacción que mi último estreno está provocando entre el público y la crítica", afirmó Buero Vallejo, con sus 83 años y con esa retranca de viejo castellano que nunca abandonó.
   Historia de una escalera es un obra de teatro escrita entre 1947 y 1948 por la que recibió el Premio Lope de Vega, y que se estrenó en el Teatro Español de Madrid el 14 de octubre de 1949 con la dirección de Cayetano Luca de Tena. En ella se analiza a la sociedad española con todas sus mentiras y engaños. Con esta obra con la que obtuvo el éxito de crítica y público, el dramaturgo manifiesta su pasión por estos valores.
   Es un drama comprometido con la realidad inmediata que reaparece en escena tras haber sido escamoteada durante diez años. Tiene aspectos tomados del sainete, como el ambiente, el lenguaje, las discusiones de patio de vecinos… Pero a pesar de ello y de la identidad de clase social de los protagonistas, no hay relación entre ellos, porque Buero no se propone una descripción costumbrista, desgarrada, de tipos y ambientes, sino algo que trasciende a ellos mismos.   
   La obra plantea la imposibilidad de las clases humildes de realizar sus ideales, unas veces por falta de voluntad, otras por las circunstancias que los rodean y a menudo por todo a la vez. El signo dramático de esa imposibilidad es la escalera de una casa de vecinos, por la que suben a lo largo de treinta años, sin poder escapar de ella. La escalera simboliza la inmovilidad social. 
   El libro está estructurado en tres actos bien diferenciados en los que van apareciendo y desapareciendo personajes que dialogan y discuten a lo largo de la novela con la intromisión del narrador que aparece entre paréntesis y en cursiva.
   Van directamente relacionados con una separación de diez años entre el primero y el segundo y de veinte el tercero, en los que la permanencia y desarrollo de algunos personajes da unidad al relato.
   Así, personajes como Fernando, Carmina, Urbano, Trini o Rosa, dan forma a esta creación teatral del periodo de posguerra, un fiel retrato de los intentos fallidos de superación que suponen la crisis de un país tras las barreras dictatoriales. Los enredos amorosos de Fernando, Carmina, Urbano y Elvira van a ser el sustento principal de la obra, más que sus relaciones, las decisiones equivocadas, que marcarán sus vidas.
    Dicha situación no tiene un pronto y feliz desenlace, todo lo contrario, el autor nos muestra tres generaciones perdidas, sin esperanza de salir adelante, condenadas a esta escalera y a una suerte trágica. 
   La técnica teatral utilizada por Buero Vallejo y que fue interpretada en pleno franquismo en 1949 y premiada, logró llegar a la audiencia y lo sigue haciendo, gracias al simbolismo de la puesta en escena y de los personajes que reflejan una categoría social.
   La narración objetiva pero profunda, con aspectos realistas y simbólicos, y la utilización acertada de saltos en el tiempo con los cambios en los personajes, y en el espacio con los pocos cambios en la escalera, para dar toda la fuerza a la obra, hacen que sea un hito en la literatura española.

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