viernes, 29 de agosto de 2014

Nos vemos el 2 de Septiembre (18:00 horas)

Lectura de verano

Catalina, la fugitiva de San Benito
de Chufo Llorens

   La historia narra la vida de Catalina, una joven postulanta en el convento de San Benito, hija legítima de Martín de Rojo e Hinojosa, que la noche de su nacimiento y ante el hecho de criar a una cuarta hija, la cambia por un varón nacido en el monasterio donde su hermana Teresa es priora. Catalina ya tiene escrito su futuro, ser monja en San Benito
   Aparece en escena el obispo de Astorga y secretario del Santo Oficio Bartolomé Carrasco, que busca enconadamente la caída en desgracia de la familia Rojo e Hinojosa, convencido de que lleva una marca de nacimiento, que les identifica como descendientes de judios... una marca con forma de "Lacrima dei", algo debe encontrar para acabar con Martín de Rojo.
La novela va relatando las peripecias de Catalina, su huida del convento, de la Inquisición, en busca de su amor, su vida se va entrecruzando con la de otros personajes, todos ellos muy curiosos…

Catalina de Erauso

La Monja Alférez
   Uno de los personajes más fascinantes y curiosos del siglo de oro español es Catalina de Erauso, apodada La Monja Alférez, cuya vida está plagada de peripecias y aventuras. Nacida en San Sebastián en 1592, era hija de un militar, Miguel de Erauso, y de María Pérez de Gallárraga y Arce. A los cuatro años fue internada en el convento de San Sebastián el Antiguo, del que una tía suya era la priora, por lo que tanto su niñez como su adolescencia las pasó entre rezos y crucifijos, llevando una austera vida monacal.
  Sin embargo, parece ser que su carácter, inquieto y rebelde, no iba en consonancia con la tranquila forma de vida de intramuros. Por si fuera poco, una discusión en el claustro con una robusta novicia, en la que nuestra protagonista recibió varios golpes, motivó que se decidiera a marchar del convento. Fue así como, en 1607, cuando apenas contaba quince años de edad, colgó los hábitos y, disfrazada de labriego, cruzó las puertas del convento para no regresar nunca.
  Siempre vestida como un hombre y con el pelo cortado a manera masculina, adoptó nombres diferentes, como Pedro de Orive, Francisco de Loyola, Alonso Díaz, Ramírez de Guzmán o Antonio de Erauso.
    Algunos autores afirman que su aspecto físico le ayudó a ocultar su condición femenina: se la describe como de gran estatura para su sexo, más bien fea y sin unos caracteres sexuales femeninos muy marcados. También se dice que nunca se bañaba, y que debió adoptar comportamientos masculinos para así poder ocultar su verdadera identidad.
   Logró llegar a Sanlúcar de Barrameda, embarcando más tarde en una nave hacia el Nuevo Mundo. En 1619 viajó a Chile, donde, al servicio del rey de España, participó en diversas guerras de conquista. Destacada en el combate, rápidamente adquirió fama de valiente y diestra en el manejo de las armas, lo que le valió alcanzar el grado de alférez sin desvelar nunca su autentica condición de mujer.
    Amante de las riñas, del juego, los caballos y el galanteo con mujeres, como corresponde a los soldados españoles de la época, fueron varias las veces en que se vio envuelta en peleas. En una de ellas, en 1615, en la ciudad de Concepción, actuó como padrino de un amigo durante un duelo. Como quiera que su amigo y su contrincante cayeron heridos al mismo tiempo, Catalina tomó su arma y se enfrentó al padrino rival, hiriéndole de gravedad. Moribundo, éste dio a conocer su nombre, sabiendo entonces Catalina que se trataba de su hermano Miguel.
   En otra ocasión, estando en la ciudad peruana de Huamanga en 1623, fue detenida a causa de una disputa. Para evitar ser ajusticiada, se vio obligada a pedir clemencia al obispo Agustín de Carvajal, contándole además que era mujer y que había escapado hacía ya bastantes años de un convento.
   Asombrado, el obispo determinó que un grupo de matronas la examinarían, comprobando que no sólo era mujer, sino virgen. Tras este examen, recibió el apoyo del eclesiástico, quien la puso bajo su tutela y la envió a España.
   Conocedores de su caso en la corte, fue recibida con honores por el rey Felipe IV, quien le confirmó su graduación y empleo militar y la llamó "Monja Alférez", autorizándola además a emplear un nombre masculino.
   Algo más tarde, mientras su nombre y aventuras corrían de boca en boca por toda Europa, Catalina viajó a Roma y fue recibida por el papa Urbano VIII, quien le dio permiso para continuar vistiendo como hombre.   

   Durante esta tranquila etapa, ella misma escribió o dictó sus propias memorias,  "Historia de la Monja Alférez", publicadas en París mucho más tarde, en 1829, y traducidas a varios idiomas. Del libro, en el que en mucho de cuanto se cuenta es difícil distinguir la realidad de la ficción.
   En 1630, la Monja Alférez viaja de nuevo a América y se instala en México, donde regenta un negocio de transporte de mercancías entre la capital mexicana y Veracruz. A partir de 1635 poco se sabe de su vida, salvo que murió en Cuitlaxtla, localidad cercana a Puebla, quince años más tarde. Sin embargo, tampoco se conocen las causas de su fallecimiento, pues unos dijeron que había muerto asesinada, otros que en un naufragio y otros, los más dados a la fantasía, que se la había llevado el diablo.

Más información Documental sonoro de Julia Murga que reconstruye la existencia de Catalina de Erauso con la participación de los especialistas Vicenta Márquez de la Plata, Aitor Zuberogoitia y Ángel Esteban.

Documentos RNE - Catalina de Erauso, la monja alférez - 19/08/14

lunes, 25 de agosto de 2014

Catalina, la fugitiva de San Benito

Una mujer en la España del Siglo XVII

    Esta es la historia de Catalina Rojo. Por azares del destino o de los hombres que lo manejan, vive en el convento de San Benito al amparo de la comunidad de monjas benedictinas que lo habitan, pero en ningún momento ha sentido vocación alguna ni la llamada a la religión, así que por circunstancias que la obligan a apresurar su decisión, hace honor al título del libro y se fuga vestida de hombre del convento. 
   Perseguida por la Inquisición, trabajará de paje para el hombre a quien ama, Don Diego de Cárdenas, del cuál se enamoró desde que lo vió por primera vez de niña, mientras que, vestida de mujer, se convierte en una famosa actriz en la corte.   
 
Felipe IV, el Grande o el Rey Planeta
  A través de sus aventuras, inspiradas en el personaje histórico de Catalina de Erauso, la Monja Alférez, el autor introduce al lector en los usos y costumbres del siglo XVII español, en la vida cotidiana durante el reinado de Felipe IV (1621-1665), las intrigas cortesanas, las diversiones del pueblo, los borrachos, las mancebías, los conventos, el teatro, los duelos, el toreo o los autos de la Inquisición.

   Una aproximación a la España del Siglo de Oro donde se vivía un período turbulento sacudido por profundas convulsiones sociales, políticas y, sobre todo, religiosas. Mientras en Europa los movimientos protestantes estaban en pleno auge, el rechazo a cualquier religión que no fuera la católica hacía que la vida de ciertos sectores de la sociedad, sometidos al yugo de la Inquisición, no fuera fácil.  
   De la mano de Catalina, el lector podrá transitar por el mundo de los Austrias con Lope, Calderón, Cervantes, Quevedo, Velázquez y tantos otros  y respirar el ambiente presidido por el omnipresente valido de Felipe IV, Don Gaspar de Guzmán y Pimentel, conde duque de Olivares, todo ello relatado a través de la epopeya de un amor capaz de superar cualquier barrera social, e incluso desafiar a la muerte en el patíbulo.
    La fuerza de la novela de Chufo Lloréns radica en la construcción impecable de una serie de personajes, principales y secundarios, que constituyen una muestra representativa de todos los estamentos sociales de la época: pícaros, hidalgos, obispos, monjas, frailes, familiares de la Inquisición, pajes… Por lo tanto, los escenarios en los que se desarrollan las aventuras de nuestra protagonista son tan variopintos que hacen que nos transportemos con la misma facilidad a conventos y palacetes, así como a mazmorras, corrales de comedias y mancebías y, de este modo, conseguir una buena ambientación histórica.
   Estamos ante una novela de aventuras en toda regla en la que la narrativa ágil, el que los capítulos sean cortos y el uso del castellano de la época aunque adaptado para hacerlo más comprensible, el propio autor reconoce tomarse esta licencia, hacen que la lectura de la misma resulte en todo momento apetecible para el lector.
Ufano de su talle y su persona,
con la altivez de un rey en el semblante,
aunque rotas quizá, viste arrogante
sus calzas, su ropilla y su valona.
Cuida más que su hacienda su tizona,
sueña empresas que olvida en un instante. 
 Reza con devoción, peca bastante,
y en lugar de callarlo, lo pregona.
Intentó por su dama una quimera
y le mataron sin soltar la espada.
 Sólo quiso, al morir, que se le hiciera,
si algo quedó en su bolsa malgastada,
       una tumba de rey, donde dijera:

“Nació para ser mucho…y no fue nada”
 Un hidalgo de Enrique López Alarcón (1891-1963)
  Dramaturgo, poeta y periodista malagueño que vivió en Cuba.

Chufo Lloréns

Menuda jubilación
   
   El señor Lloréns, que debe su apodo a una anécdota de su infancia (a su hermana la empezaron a llamar “Chufa” y él, por ser más pequeño, heredó la versión masculina del apodo), nació en Barcelona en 1931 y antes de consagrarse como escritor fue un empresario vinculado al mundo del espectáculo. Administró durante treinta años la discoteca "Don Chufo" donde se presentaron grandes figuras como Julio Iglesias y Chavela Vargas y también actuó como humorista para algunos programas de televisión. 
   Al cabo de muchos años decidió lanzarse en 1986 a escribir cosechando grandes éxitos de ventas con sus libros. 
   Licenciado en Derecho en 1954, este apasionado de la historia, tras su jubilación, hace más de veinte años, inició su carrera literaria.
   Su trayectoria se remonta a 1986, año en el que apareció su primer relato: Nada sucede la víspera, que llegó a ser finalista del Premio Planeta.
 
   
   Desde entonces, Lloréns ha publicado varias historias que permiten apreciar su talento para la elaboración de novelas históricas. La otra lepra (1993), que fue reeditada con el título de La pasión prohibida con prólogo de Camilo José Cela, Catalina, la fugitiva de San Benito (2001), La saga de los malditos (2003), Te daré la tierra (2008), a la que dedicó cuatro años de trabajo y sólo en el Día de San Jorge consiguió vender ciento cincuenta mil ejemplares y Mar de fuego (2011) son  títulos que forman parte de su legado.
   La enorme aceptación de sus libros por los lectores lo ha convertido en uno de los autores de novela histórica preferidos en España, con textos traducidos a diversos idiomas. 






... de Chufo Lloréns

 - "Ahora la que se lleva es la novela histórica que elucubra con misterios, de ciencia ficción, y para mí, sin embargo, la historia es un lugar donde colocar mis personajes".
- "El rigor histórico para novela es relativo. Yo huyo de lo que no se ciñe en lo grueso a la verdad".
- "Los que falsean la historia y no son honestos con los que la aman no se molestan en estudiarla, sólo les importa sacar una novela cada año. Pero a partir de ahí el lector va donde quiere ir. Hay una diferencia notable entre un escritor que se ha documentado, que ha estudiado la historia, que es honesto y el que sólo está en esto porque vende".
- "Yo no voy de un principio a un final, sino que me muevo de un principio a un punto por donde la novela debe pasar, lo que yo llamo las estaciones intermedias".
- "La primera parte de la novela nos debe enganchar, la parte media debe intrigar y el final debe ser coherente a la vez de sorprendente".
- "A mí me basta con que un lector me venga y me diga que ha disfrutado leyendo mi novela. Llegada a cierta altura de la vida, uno ya no escribe por dinero, sino por placer".
- "Yo prefiero considerarme como un narrador, no como novelista. Lo que pasa que la novela me permite llegar a más público y traspasar el tiempo".

miércoles, 20 de agosto de 2014

Entradas Blog de la Biblioteca Regional de Murcia

Miércoles, 20 de agosto de 2014

Recalculando [verano 2014]: Bibliotecas plañideras

Publicado: el 07 de noviembre de 2011 
Reflexionando: ¿seguimos llorando las bibliotecas?


Últimamente algunas entradas de este blog pueden dar la imagen de que las bibliotecas somos plañideras que aúllan lastimeramente sin hacer nada por sobrevivir. Una imagen que nos horripila, y de la que queremos huir como de la peste.

Biblioactivismo, guerrillas bibliotecarias, y hasta un Frente de Liberación Bibliotecario si hace falta, cualquier cosa antes que dar una imagen lacrimosa y de víctimas. Por eso abogábamos por la búsqueda de financiación donde sea (en Crónica rosa bibliotecaria) y con quien sea (entiéndase que no estamos hablando de que nos patrocine ninguna mafia); y ahora nos hacemos eco de un movimiento que va mucho más allá de las bibliotecas, pero que nos sirve para promover algo tan antiguo en las bibliotecas como es la donación.

Se trata del movimiento Freegan, que fundamenta sus actuaciones en la donación y el reciclaje, pero ni mucho menos circunscrito a las bibliotecas. Su actividad más llamativa es la de promover acciones para que la gran cantidad de alimentos que se desperdician en grandes superficies, restaurantes, supermercados, etc, tengan una reutilización para tanta gente que no tiene acceso fácil a algo tan básico como es la comida.

Dicho movimiento, surgido en Estados Unidos, tiene su perfil más publicitario en la acción de rebuscar en los contenedores de basura; algo que lamentablemente vemos hacer cada día más por parte de personas que nada saben de Freegan, ni de movimientos anticapitalistas. Obviando el molesto tufillo epatante que a veces denotan movimientos de este tipo; sí es cierto que una mínima organización podría gestionar la cantidad de alimentos que se desechan diariamente en nuestras ciudades para ayudar a mucha gente.

Centro Social Autogestionado
de La Carbonería (Barcelona)
Y es aquí donde llegamos a las bibliotecas. En Barcelona, donde Freegan ha captado a muchos seguidores, se están desarrollando las denominadas bibliotecas sociales, centros que no adquieren sus fondos, sino que sobreviven gracias a donaciones de vecinos, editoriales, o incluso de lo que recuperan de los contenedores.

Nosotros no llegamos a tanto, pero si esta iniciativa sirve para animar a nuestros usuarios a donarnos lo que ya no les interesa, bienvenida sea. Eso sí, puestos a pedir, no hace falta que sea solo cuando hacen limpieza de primavera/verano: si merecen la pena, nos encantará recibirlas en cualquier época del año.