lunes, 25 de agosto de 2014

Catalina, la fugitiva de San Benito

Una mujer en la España del Siglo XVII

    Esta es la historia de Catalina Rojo. Por azares del destino o de los hombres que lo manejan, vive en el convento de San Benito al amparo de la comunidad de monjas benedictinas que lo habitan, pero en ningún momento ha sentido vocación alguna ni la llamada a la religión, así que por circunstancias que la obligan a apresurar su decisión, hace honor al título del libro y se fuga vestida de hombre del convento. 
   Perseguida por la Inquisición, trabajará de paje para el hombre a quien ama, Don Diego de Cárdenas, del cuál se enamoró desde que lo vió por primera vez de niña, mientras que, vestida de mujer, se convierte en una famosa actriz en la corte.   
 
Felipe IV, el Grande o el Rey Planeta
  A través de sus aventuras, inspiradas en el personaje histórico de Catalina de Erauso, la Monja Alférez, el autor introduce al lector en los usos y costumbres del siglo XVII español, en la vida cotidiana durante el reinado de Felipe IV (1621-1665), las intrigas cortesanas, las diversiones del pueblo, los borrachos, las mancebías, los conventos, el teatro, los duelos, el toreo o los autos de la Inquisición.

   Una aproximación a la España del Siglo de Oro donde se vivía un período turbulento sacudido por profundas convulsiones sociales, políticas y, sobre todo, religiosas. Mientras en Europa los movimientos protestantes estaban en pleno auge, el rechazo a cualquier religión que no fuera la católica hacía que la vida de ciertos sectores de la sociedad, sometidos al yugo de la Inquisición, no fuera fácil.  
   De la mano de Catalina, el lector podrá transitar por el mundo de los Austrias con Lope, Calderón, Cervantes, Quevedo, Velázquez y tantos otros  y respirar el ambiente presidido por el omnipresente valido de Felipe IV, Don Gaspar de Guzmán y Pimentel, conde duque de Olivares, todo ello relatado a través de la epopeya de un amor capaz de superar cualquier barrera social, e incluso desafiar a la muerte en el patíbulo.
    La fuerza de la novela de Chufo Lloréns radica en la construcción impecable de una serie de personajes, principales y secundarios, que constituyen una muestra representativa de todos los estamentos sociales de la época: pícaros, hidalgos, obispos, monjas, frailes, familiares de la Inquisición, pajes… Por lo tanto, los escenarios en los que se desarrollan las aventuras de nuestra protagonista son tan variopintos que hacen que nos transportemos con la misma facilidad a conventos y palacetes, así como a mazmorras, corrales de comedias y mancebías y, de este modo, conseguir una buena ambientación histórica.
   Estamos ante una novela de aventuras en toda regla en la que la narrativa ágil, el que los capítulos sean cortos y el uso del castellano de la época aunque adaptado para hacerlo más comprensible, el propio autor reconoce tomarse esta licencia, hacen que la lectura de la misma resulte en todo momento apetecible para el lector.

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