jueves, 28 de septiembre de 2023

Benito Pérez Galdós

Lo galdosiano

Considerado uno de los novelistas más sobresalientes de la literatura española, Benito Pérez Galdós fue un hombre cordial, liberal, laico y un republicano amigo de conservadores y progresistas. Pero sus últimos años los pasó enfermo y acuciado por problemas económicos.

El 4 de enero de 1920, el escritor moría en Madrid a consecuencia de la mala salud que arrastraba tras sufrir en 1905 una hemiplegia. El creador de obras tan emblemáticas como Doña Perfecta, La dama desheredada, Fortunata y Jacinta o los Episodios Nacionales, académico de la Lengua desde 1897 y candidato al Premio Nobel de Literatura en 1912, había sido operado de cataratas dos veces, en 1911 y 1912. Un año después, y a consecuencia muy posiblemente de una sífilis terciaria, perdió la vista, a lo que se añadió arterioesclerosis e hipertensión.

Benito Pérez Galdós nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1843. Estudió en el Colegio de San Agustín de su ciudad y colaboró en el periódico local El Ómnibus. Al terminar sus estudios en 1862, se traslada a Tenerife para estudiar el Bachiller en Artes. Galdós fue un hombre solitario y tímido, que en las tertulias y en el Parlamento hablaba muy poco, pero escuchaba mucho. A pesar de que en sus memorias, Pérez Galdós no hace alusión alguna a que hubiera una mujer en su vida, y, a pesar de ser un hombre enamoradizo, siempre rechazó el compromiso. Pero quienes lo conocieron bien, hablaron del primer y único amor del escritor: una prima suya cubana llamada María Josefa Washington Galdós Tate, más conocida por Sisita, un amor que lo marcaría de por vida. Cuando la madre del joven, doña Dolores, se dio cuenta del enamoramiento y de los efectos que provocaba en el joven Benito, lo envió a Madrid nada más terminar el bachillerato, en 1862, para que estudiara Derecho y, de paso, para que se alejara de Sisita. La decisión de su madre causó a Galdós una amargura que le duraría muchos años. El autor confesó más tarde: "Al llegar a Madrid estuve algún tiempo atortolado, sin saber qué dirección tomar, bastante desanimado y triste". En Madrid, acude a las tertulias del Ateneo y los cafés Fornos y Suizo, donde frecuenta a intelectuales y artistas de la época y escribe en los diarios La Nación y El Debate. Allí conocería a don Francisco Giner de los Ríos, fundador de la Institución Libre de Enseñanza, quien le alentó a escribir y le orientó hacia el krausismo.

La Fontana de Oro (1870), La sombra (1871) y El audaz (1871) fueron los títulos de sus primeras novelas, que revelan todavía una influencia del Romanticismo.
En 1873 inicia la publicación de la primera serie de los Episodios Nacionales con Trafalgar.
Publicó artículos políticos en la Revista de España y algo de ellos, así como el ataque al régimen anterior a la Revolución de 1868 y el inmovilismo de la tradición, se plasma en sus obras de tesis de la misma época: Doña Perfecta (1876), Gloria (1877), La familia de León Roch (1878) y Marianela (1878).
Abre el camino al Naturalismo con La desheredada (1881), la primera de sus novelas contemporáneas a la que le seguirán El doctor centeno (1883), Tormento (1884) y La de Bringas (1884). El amigo manso (1882) es una de las creaciones más originales de Galdós. Lo prohibido (1884-85) es la novela galdosiana más impregnada de Naturalismo. Fortunata y Jacinta (1886-7) es un vasto mural donde la historia, la sociedad y el perfil urbano de Madrid sirven de fondo a un argumento que presenta a dos jóvenes enamoradas del mismo hombre.

Al final de la década de los 80 y a comienzos de la siguiente publica Miau (1888), La incógnita (1889), Torquemada en la hoguera (1889) y Ángel Guerra de (1891), en donde experimenta una nueva manera de novelar. Los problemas éticos aparecen en Tristana (1892), Nazarín (1895), Halma (1895) y Misericordia (1897).


Su popularidad ante los lectores durante la década de los 90 va creciendo con su segunda serie de los Episodios nacionales. Aparte de Madrid, Galdós pasa largas estancias en su casa de Santander, conocida como “San Quintín” y viaja por Europa como corresponsal de prensa, conociendo así corrientes literarias del momento como el realismo y el naturalismo. Su obra tiene influencias de los franceses Honoré de Balzac, Émile Zola, Gustave Flaubert y el inglés Charles Dickens, entre otros.

Galdós tuvo relaciones estables con varias mujeres: Concha-Ruth Morell, Lorenza Cobián, Teodosia Gandarias... Pero hubo una mujer en su vida con la que mantuvo una relación más que especial, y ésta sería la escritora gallega Emila Pardo Bazán, una mujer decidida, apasionada, inteligente, trabajadora e impulsiva, conocida tanto por sus éxitos literario como por su intensa vida amorosa. Lo de la aristócrata gallega empezó como un acto de admiración hacia el escritor canario, admiración que desembocaría en una pasión desmedida que se puede seguir a través de las cartas que, desde 1881, se enviaron (93 por parte de ella por una sola de él).
Pero Emilia Pardo Bazán no fue fiel a Galdós y esas infidelidades afectaron mucho a Galdós, y lo reflejaría en su obras La incógnita y Realidad, las dos de 1889


Los últimos años de Galdós estuvieron marcados por su pérdida de visión y por sus problemas económicos. También tuvo tiempo para compaginar sus actividades en la política y en la dramaturgia. Como representante del partido republicano, Galdós fue elegido representante de las cortes por Madrid en 1907.
En 1914, incluso estando enfermo y ciego, Galdós ganó su candidatura como diputado republicano por Las Palmas de Gran Canaria. Este hecho coincidió con la creación de la Junta Nacional de Homenaje a Pérez Galdós integrada por ilustres personajes, entre escritores, políticos y aristócratas, como Eduardo Dato, José de Echegaray, el conde de Romanones, Jacinto Benavente, Mariano de Cavia... Esta iniciativa tenía como objetivo recaudar fondos para ayudar a la maltrecha economía del famoso escritor. 

Pobre, enfermo y en soledad, Pérez Galdós, un genio de la literatura realista del siglo XIX, llegó a decir: "Mientras más libros vendo, menos dinero gano. Voy a ser el único editor que se haya arruinado a fuerza de vender muchas ediciones".

La labor de Benito Pérez Galdós fue la de transformar el panorama novelesco español de aquella época. Dejó al lado el romanticismo y avivó el realismo español, dotando tanto de una gran expresividad a la narrativa como de nuevas formas aptas para el entendimiento del mundo y de la obra.

lunes, 4 de septiembre de 2023

Todo cuanto amé

El simbolismo de lo cotidiano


Todo cuanto amé (2003) es una novela de personajes, de seres humanos. Siri Hustvedt consigue trasmitir un río de sentimientos, centrándose casi exclusivamente en dos familias con un hijo cada una de ellas.

Todo cuanto amé es una novela compleja, que peca de un elitísmo intelectual, con muchos temas de fondo: la creación artística y la interpretación del arte, los encuentros y desencuentros de las parejas, la dificultad y la responsabilidad de educar a los hijos, la amistad y sus goces, la pérdida y el duelo, la traición, el trabajo intelectual y la vida cotidiana.

Personajes formados en las mejores universidades, atractivos, que viven en un Nueva York no descrito, en un mundo aparentemente idílico que se topa con la tragedia.

En 1975 el historiador de arte Leo Hertzberg descubre un cuadro extraordinario de un pintor desconocido, Bill Weschler, en una galería de Nueva York. Tras décadas de amistad con el artista y de recuerdos guardados en un cajón, Leo decide contar su historia, que también es la historia de sus obras, de las mujeres de su vida, Érica, Lucille y Violet, de sus hijos Matt y Mark y de los caminos que cada uno de ellos tomó.

Leo es el único narrador de esta historia, y el único de los cuatro personajes adultos que seguirá en el mismo lugar a lo largo del tiempo. Leo es la memoria. Él, en primera persona, estructura la novela en tres partes, muy propio de un temperamento ordenado y racional como el suyo.

«Las historias que relatamos sobre nosotros mismos sólo pueden narrarse en pasado. El pasado se remonta hacia atrás desde donde ahora nos encontramos, y ya no somos actores de la historia sino espectadores que se han decidido a hablar.»

El amor y la amistad son los grandes temas en esta novela. Nos encontramos con una fuente inagotable de sentimientos que fluyen de manera natural. La elegancia es una característica de la prosa de Hustvedt. Abundan escenas conmovedoras, el contacto físico y el cariño que ilumina y sosiega.

Las vacaciones compartidas, las conversaciones sobre los trabajos de cada uno: histerismo, problemas de alimentación, en el caso de Violet; los libros de historia del arte que escribe Leo, la obra plástica de Bill y su búsqueda: cuadros, esculturas, montajes, vídeos; las investigaciones de Érica y sus publicaciones sobre Henry James, todo eso tenía gran importancia para el grupo porque había un auténtico interés por el trabajo de cada uno y un auténtico respeto por el otro.

El dolor también se expresa con la misma fuerza que se experimenta. No sólo cuando hay muertes, también detectamos dolor, por ejemplo, en el reconocimiento de la culpa que confiesa Bill al pensar en las posibles consecuencias que su divorcio pudo causar en su hijo. Es, también, desgarradora la escena en clase, cuando frente a un cuadro de Chardin, la contención de Leo se quiebra ante la visión del agua (hijo ahogado) y se pone a llorar en público sin su característico control. O el afán de acudir al llamado/trampa de Mark en ese absurdo viaje de Leo a Minnesota, Iowa, y Nashville, que sólo puede interpretarse como un acto de amor y lealtad a los vínculos.

Vaso de agua con cafetera de Jean Siméon Chardin

El arte es un tema compartido por todos: Bill crea, Violet inspira y provee contenido, Leo interpreta y saca sus propias conclusiones del arte producido por otros artistas vivos y muertos, Érica es profesora de lengua Inglesa en Rutgers y luego Berkeley. Sin embargo serán las artes plásticas la rama tratada con más profundidad. La producción de cajas de Bill es analizada y valorada por Leo, el amigo crítico será su gran baluarte en el medio, y también importante estímulo. Por otro lado, las exposiciones de Bill nos plantean el tema del comercio del arte: las galerías, los coleccionistas, los precios, la fama. Con el personaje del artista provocador Teddy Giles, la escritora pone sobre la mesa el mercantilismo del arte, el valor de las nuevas técnicas y la violencia expuesta sin pudor ni límites.

Obra del pintor y escultor estadounidense Joseph Cornell, pionero del Arte del Assemblage,
proceso artístico de juntar objetos tridimensionales para crear una obra de arte.

La imaginación de Siri no tiene fin y leerla supone un esfuerzo adicional: hay que prestar atención a absolutamente todo lo que menciona porque nada es casual, que sí causal. Plasma con fuerza unas personalidades tan complejas y cambiantes, contradictorias, humanas. Una mujer que no solo goza de una gran inteligencia y cultura sino que además tira de la inteligencia de quien la lee.