miércoles, 27 de noviembre de 2019

Ramón J. Sender

El arte de "novelizar" la historia



      Sender es quizá el más importante de los novelistas españoles de posguerra que escribieron en el exilio. Nacido en 1901 en Chalamera, Huesca, Ramón José Antonio Blas Sender Garcés era hijo del secretario y la maestra del pueblo. En 1903 la familia se mudó a la villa cercana de Alcolea de Cinca, donde vivió nueve años. Los Sender se trasladaron a un pueblo de Zaragoza, Tauste, lugar que el novelista evocaría en los primeros tomos de su gran novela autobiográfica, Crónica del alba.
   Cuando la familia Sender se trasladó a Caspe en 1917, Ramón se fue a Alcañiz, un pueblo de Teruel, donde se ganó la vida trabajando de recadero de botica y estudió en el colegio de los Padres Escolapios. Al terminar el bachillerato se fue a Madrid donde encontró trabajo en una farmacia y publicó unos cuentos primerizos en una revista literaria editada por el farmacéutico. En esta revista, Béjar en Madrid, es donde Sender usó por primera vez la firma "Ramón J. Sender."
   Sender entró en la Universidad de Madrid pero dejó los estudios incompletos cuando se cerraron las aulas de la universidad a causa de la epidemia de "la gripe española" de 1918-1919. Comenzó a frecuentar el Ateneo de Madrid y conoció a varios escritores, entre ellos Ramón María del Valle Inclán y Miguel de Unamuno. 

Poco a poco fue entrando en el mundo periodístico de Madrid escribiendo artículos para el diario Nueva España y El País, usando el seudónimo "Lucas La Salle."
   En febrero de 1922, Sender fue llamado a filas para luchar en la guerra de Marruecos. Ascendió rápidamente en la jerarquía militar y fue distinguido con una medalla al Mérito Militar. Publicó varios artículos en el periódico El Telegrama del Rif, portavoz del Protectorado. Se licenció del servicio militar en 1924. Estos años durante la guerra marroquí llegarían a ser el tema de su novela Imán (1930).
   Al terminar su servicio militar Sender volvió a Madrid y participó en la redacción del periódico El sol. Simpatizó con los sindicalistas, sobre todo con los de la CNT (Confederación Nacional de Trabajadores). A causa de su participación en una algarada contra el dictador Primo de Rivera, Sender fue encarcelado. Sus experiencias allí servirían de base a su segunda novela O.P. ("Orden Público", 1931). La técnica de "transferir" la vida en literatura continúa en las próximas novelas de Sender: Siete domingos rojos (1932), que trata de las huelgas revolucionarias del CNT en Madrid, y Viaje a la aldea del crimen (1934), que trata de la represión en Casas Viejas contra unos campesinos cenetistas.
Como también ocurre en Requiem por un campesino español toma lugar en los años de la Segunda República (1931) hasta el comienzo de la guerra civil (1936). Publicada primero en México en 1953 bajo el título Mosén Millán, la novela estuvo prohibida en España por varios años. En la novela se pone en evidencia el choque entre dos ideologías y para ello el autor se vale de un protagonista-símbolo, Paco, y un protagonista oponente, Mosén Millán.
   Sender ganó el Premio Nacional de Literatura en 1936 con Mister Witt en el Cantón, una versión novelada de la sublevación de los federalistas en la provincia de Murcia durante la Primera República (1873). Aquí vuelve a fusionar acontecimientos y personajes históricos con lo ficticio.
   
Sender junto a su mujer Amparo, apresada y fusilada en octubre de 1936
   En los años treinta Sender se afilió al Partido Comunista. Por una temporada fue redactor en la revista comunista Tensor y viajó a Moscú en 1935. En ese mismo año se casó con Amparo Barayón, con la que tuvo dos hijos, Ramón y Andrea.
   Cuando estalló la guerra civil en julio de 1936, Sender veraneaba con su mujer y sus hijos en San Rafael, un pueblo de Segovia. Cuando esa zona cayó en seguida en manos de militares sublevados en contra de la República, Sender pasó a las filas republicanas.
Sender se separó del partido comunista en 1938 cuando Enrique Líster, un general comunista del ejército republicano, lo expulsó del partido y del ejército. Comenzó a escribir propaganda para la causa republicana y fue a una misión en pro de la España democrática a Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña.  Pasó una temporada en París y en marzo de 1939 llegó a Nueva York, y de allí a México. Allí fundó una editorial, Quetzal, en la cual publicó algunas de sus novelas.
   Con El lugar de un hombre (1939), novela que presenta la historia de un error judicial en los años veinte, vuelve al tema de España. El rey y la reina (1949) está ambientada en la guerra misma; el tema de la guerra se presenta de manera simbólica en esta novela y también en Los cinco libros de Ariadna, escrita ocho años después. En los nueve tomos Crónica del alba, escritos entre 1942 y 1966, Sender evocó su propia juventud y adolescencia para hacer un testimonio de las circunstancias históricas de esa época. Muchos críticos opinan que las nueve novelas de la Crónica del alba representan la obra más ambiciosa y magnífica de Ramón J. Sender.
   En 1942 Sender recibió una beca Guggenheim y volvió a Estados Unidos, donde pasó varios años dando clases en diferentes universidades, entre ellas la Universidad de Colorado, Amherst y Harvard. Se hizo ciudadano de los Estados Unidos en 1946. Entre 1947 y 1963 fue profesor de literatura española en la Universidad de Nuevo México. Después de pasar por Francia en 1963 se estableció en la zona de Los Angeles donde trabajó como profesor en la University of Southern de California.
   En 1962 publicó La tesis de Nancy, una novela sobre una estudiante americana que descubre la realidad española de los años 50 (entre 1957 y 1958), con sus expectativas, sus decepciones y sus sorpresas. Hay crítica pero hay también añoranza: Sender no volvió a su país (y de visita) hasta 1974, y al reírse de los equívocos de Nancy se notan, por un lado, su resignación ante un país inmovilista y atrasado que podría ser mejor pero también pasional, divertido, irónico, que contrasta con la ingenuidad simplista de Nancy.
   Ramón J. Sender se mudó a San Diego en 1971 y continuó escribiendo hasta su muerte en 1982.

   Sender dijo en una ocasión que "unas veces el hombre domina las circunstancias, y otras es dominado y arrastrado por ellas. Esto último sucedió a los españoles en 1936". Contemporáneo de los poetas de la llamada "Generación del 27, mostró desde sus primeros escritos un interés con el compromiso político y la capacidad de la novela de testimoniar las condiciones político-sociales de una época, sea ésta histórica o contemporánea. Para Sender, la Historia y el tiempo histórico sólo son apariencias que es preciso dejar de lado si se quiere captar el sentido verdadero de las cosas.

lunes, 4 de noviembre de 2019

Una madre

Un carrusel de emociones


Abuelos, padres, tíos, primos, nietos ¿quiénes forman nuestra familia?  Algunos están a nuestro lado solo en los buenos momentos y otros también en los malos. Están los que nos dicen las cosas aunque nos duelan o los que no se atreven a decirnos la verdad.
“La obra nace de un post que puse tras una conversación que tuve con mi madre y la respuesta fue tan intensa que decidí seguir probando. En esa merienda real con mi madre pude verme en ese momento con ella y decidí conservarlo para cuando ella no esté. Me pregunté cómo lo haría para conservarlo. Por eso la escribí, así tendría un documento de ella. Como una canción antigua que pones vez tras vez y de nuevo pasados diez años la vuelves a oír y revives los sentimientos del pasado.” 
   Alejandro Palomas nos traslada en esta historia a Barcelona durante la tarde del 31 de diciembre, pocas horas antes de la cena de Nochevieja, cuando Amalia y su hijo Fernando, Fer, ultiman nerviosos los detalles para que nada falle y todo salga perfecto esa noche tan especial. Amalia tiene 65 años y por fin ha conseguido que toda su familia cene junta la última noche del año. Su hijo Fer, narrador de la historia, sus hijas Emma y Silvia y su hermano Eduardo. 
  • Amalia es una mujer maravillosa, valiente, entrañable, con una forma muy peculiar de ver la vida, porque ya está de vuelta de todo, porque ahora le toca a ella vivir, ser feliz y, por encima de todo, que los suyos sean felices, y está dispuesta a todo para conseguirlo. Un personaje al que queremos abrazar pese a sus locuras y despistes que la hace más entrañable, si cabe, sintiéndola muy cercana.
  • Fer es gay y no sabe vivir sin un hombre a su lado. Vive en ático que no es sino un faro que divisa las vidas cercanas con sus ojos de bosque alemán.
  • Emma es lesbiana y está aprendiendo a rehacer su vida junto a Olga. Una vida que se quebró un día y se hizo añicos.
  • Silvia es la pragmática de la familia, una obsesa de la limpieza, la que siempre hace todo bien, la políticamente correcta, la que siempre sabe lo que hay que hacer. Pero "Todos somos como somos porque hemos sido algo antes".
  • Y Eduardo es el ojito derecho de su hermana Amalia, el que siempre ha hecho lo que le ha dado la gana, un showman familiar que se afana por llamar la atención y que pretende que todo el mundo le baile el agua.
   La trama no se limita a las historias de los protagonistas de esta historia coral sino que hay que destacar a otros omnipresentes en las conversaciones y el recuerdo como la abuela Ester, Sara o Ingrid, la amiga de Amalia.
  Personajes a los que poco a poco vamos conociendo que se concentran en torno a una mesa con siete sillas. Su pasado, su presente, el futuro que desean, sus sueños, sus anhelos, pero también sus miedos, sus fantasmas, sus ausencias. Todos unidos por el hilo invisible que significa la familia. Porque esta cena de Nochevieja es especial, inolvidable, llena de humor, pero también de lágrimas. Llena de silencios, de secretos, de mentiras, de confesiones porque todos tenemos una cara A que mostramos a los demás y una cara B que intentamos ocultar y ocultarnos a nosotros mismos, aunque muchas veces no lo consigamos.
   Una cena que nos habla de la necesidad que tenemos de amar y que nos amen, de tener unos lazos que nos unan a las personas que queremos y que nos quieren, aunque sean pocas, aunque no siempre sepamos quienes son.
  Una historia que nos recuerda la entrega, el sacrificio y la protección de una madre dispuesta a todo para mantener a su familia unida y a flote.

“—Duele.—Eso fue lo que dijo: “Duele”.
Mamá la estrechó aún más desde atrás entre sus brazos y siguió acunándola despacio.
—Sí, Emma, claro que duele —la oí decir—. Empezar a vivir de mayor duele, Pero más duele no volver a hacerlo. —Esperó un instante antes de volver a hablar—. Sé muy bien de lo que hablo, hija. Créeme.
(…)
—Pero yo estoy aquí —continuó mamá—, y seguiremos balanceándonos juntas el tiempo que haga falta. Y si tengo que hundirme para que flotes, me hundiré. Y si tengo que arrancarte del agua para que me vivas, te arrancaré, duela lo que duela. Porque no tengo nada mejor que hacer en la vida, hija. -Y luego, levantando la mirada hacia mí, y clavándome con ella a la silla, añadió—: No hay nada mejor que hacer en la vida. Para una madre, no.” 
(p. 197)

  Llena de situaciones surrealistas producidas principalmente por la particular visión que tiene Amalia de la realidad, hay momentos en los que no puedes evitar soltar una carcajada,  O soltar sonrisas de ternura. O sentir la necesidad de abrazarles en momentos entrañables. Con sus hijos que quieren vivir su propias vidas y se desesperan con las locuras de su madre pero que, ante el más mínimo problema, darían la vida por ella. Si a eso le añadimos los secretos y las sorpresas que los miembros de esta peculiar familia tratan de ocultar pero que acabarán saliendo a lo largo de la noche, convierten la novela en un reflejo de más de una cena familiar navideña, con sus alegrías, tristezas, discusiones, malos entendidos y reconciliaciones. Una familia que lucha unida contra los problemas y celebra unida las buenas noticias. Una familia normal, nada perfecta como la de Amalia, la de Alejandro Palomas, la mía o la tuya. 

Próxima reunión martes 5 de noviembre de 2019 a las 6 en punto


El retrato de una ciudad acogedora y esquiva a partes iguales, de una familia unida por los frágiles lazos de la necesidad y del amor y la mirada única de una mujer maravillosa en un momento extraordinario.
   Faltan unas horas para la medianoche. Por fin, después de varias tentativas, Amalia ha logrado a sus 65 años ver cumplido su sueño: reunir a toda la familia para cenar en Nochevieja. Una madre cuenta la historia de cómo Amalia entreteje con su humor y su entrega particular una red de hilos invisibles con la que une y protege a los suyos, zurciendo los silencios de unos y encauzando el futuro de los otros. Sabe que va a ser una noche intensa, llena de secretos y mentiras, de mucha risa y de confesiones largo tiempo contenidas que por fin estallan para descubrir lo que queda por vivir. Sabe que es el momento de actuar y no está dispuesta a que nada la aparte de su cometido.
   Un cartel luminoso que emite mensajes desde una azotea junto al puerto, una silla en la que desde hace años jamás se sienta nadie, una Barcelona de cielos añiles que conspira para que vuelva una luz que parecía apagada, unos ojos como bosques alemanes y una libreta que aclara los porqués de una vida entera… 

   Una madre no es solo el retrato de una mujer valiente y entrañable, y de los miembros de su familia que dependen de ella y de su peculiar energía para afrontar sus vidas, sino también un atisbo de lo que la condición humana es capaz de demostrarse y mostrar cuando ahonda en su mejor versión.
Fuente: Lecturalia