viernes, 30 de noviembre de 2018

Pearl S. Buck

La "perla" asiática

“Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad”.

   



  Esta es una de las muchas citas famosas de la escritora y Premio Nobel de Literatura, Pearl Comfort Sydenstricker Buck (Estados Unidos, 1892-1973).
   Conocida por Pearl S. Buck, pasó los primeros 40 años de su vida en China ya que sus padres eran misioneros. Allí 
encontró la inspiración en su cultura milenaria para escribir sus historias. En ellas, retrata a sus gentes y su sabiduría de una manera delicada y amable. Desde su segunda obra La buena tierra, ganadora del premio Pulitzer, que ambientó en China, las siguientes las situó en países como India, Corea o Estados Unidos. Muchas de sus historias se refieren a la lucha de la gente común contra la pobreza, la corrupción política y personal, los malos gobiernos y los conflictos morales de siempre. Ella era una firme defensora de los derechos de las mujeres y por los derechos de las minorías, siendo sus obras siempre muy accesibles y legibles.
   Cultivó el relato, la poesía, la dramaturgia, la literatura infantil, la biografía, guiones para cine y hasta escribió un libro de cocina. Publicó dos autobiografías en 1954 y 1962. Sus escritos fueron primero publicados en revistas como Nation, Asia o Atlantic Monthly, para ser luego distribuidos por editoriales. Obras como Viento del este, viento del oeste (1930), El ángel luchador (1936), La estirpe del dragón (1942) o su libro de memorias China, como la he visto (1970), cargadas de sentimentalidad y buenas intenciones, pero con una poderosa capacidad para conectar con los lectores, forman parte de su extensa bibliografía que cuenta con más de 80 títulos.   
   En 1938 llegó el Nobel. Todo eso la llevó a convertirse en una especie de Nobel prodigio: el escritor que con solo nueve años de estar publicando obtuvo el galardón y se convirtió en uno de los más jóvenes en recibirlo con 46 años. Un galardón, el de Buck, que todavía se utiliza como arma arrojadiza para desacreditar un premio que ninguneo a Borges, Nabokov o Joyce y que puestos a elegir a una gran escritora prefirió a la complaciente Buck en detrimento de Virginia Woolf. Pero las críticas adversas a su trabajo por parte de los críticos profesionales o académicos le hicieron comprender  que el público lector era el árbitro final de su trabajo. El público amaba sus obras cuando estaba viva y miles de personas, jóvenes y viejos, todavía la leen y admiran. 
   Durante los años 30 fue una de las autoras estadounidenses más leídas. En España, ya con la difusión de sus adaptaciones al cine, sus novelas fueron el obligado fondo de armario de las bibliotecas familiares en los años 50 y 60.
   

   Se casó dos veces y, tras morir una hija biológica, adoptó a 7 niños, ya viviendo en Estados Unidos. En su país de origen, se sumó al activismo por los derechos humanos civiles y de la mujer. Su experiencia en Oriente la animó a fundar las asociaciones East and West, por el intercambio cultural entre Occidente y Oriente y Welcome House, una agencia de adopción de niños asiáticos. Con su Fundación Pearl S. Buck también ayudó a huérfanos asiáticos que no podían ser adoptados.
   En 2014 se recuperó El eterno asombro (Ediciones B), su última novela que escribió con 80 años, ya próxima a su muerte, y cuyo manuscrito perdido y al parecer robado apareció por sorpresa en 2012 en Tejas, en un trastero de alquiler. Las 300 páginas manuscritas y su correspondiente copia a máquina pudieron ser adquiridas por la familia.
   Casi en la ruina, así acabó sus días la escritora que acercó China y otros países asiáticos a los lectores de su país y de Occidente, que abogó por los derechos civiles, de la mujer y de las minorías y fundó la primera agencia de adopción que aceptaba niños orientales y mestizos. Toda una vida dedicada a luchar por la igualdad y contra los prejuicios. 

lunes, 19 de noviembre de 2018

Mundo extraño de José Ovejero, Premio Setenil 2018

Para abrir boca...

   
   El pasado 9 de noviembre se dio a conocer el nombre del ganador del XV Premio Setenil que en esta ocasión ha recaído en el escritor madrileño José Ovejero por su libro "Mundo extraño", publicado por la editorial Páginas de Espuma de Madrid. El jurado, compuesto por Luisgé Martín, Lola López Mondéjar, Basilio Pujante y Manuel Moyano, eligió esta obra de entre las 108 presentadas por editoriales y autores de toda España, en la que ha sido la segunda edición más concurrida del premio.
   El escritor galardonado, José Ovejero (Madrid, 1958), es licenciado en Geografía e Historia y ha vivido la mayor parte del tiempo fuera de España. Es habitual colaborador en prensa y conferenciante en Estados Unidos y otros países, habiendo dirigido talleres de escritura en universidades como Berkeley y Carlton College. Ha tocado todos los géneros literarios, obteniendo importantes premios como el Primavera de Novela por Las vidas ajenas, el Anagrama de Ensayo por La ética de la crueldad, el Alfaguara de Novela por La invención del amor, o el Grandes Viajeros por China para hipocondríacos.
   "Mundo extraño", contiene 14 relatos y 5 piezas breves que oscilan entre el amor y el dolor, entre la risa y la agresión. Según anota el propio autor, en este libro se aúnan las dos tendencias principales de su escritura: «una línea realista y otra en que lo absurdo y lo desaforado ganan la partida».
   El acto de entrega del XV Premio Setenil tendrá lugar el martes 11 de diciembre de 2018, en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Molina de Segura, con la asistencia del autor galardonado, de los miembros del jurado y de diferentes autoridades.
   Para que os animéis a conocer a este autor madrileño y su libro de relatos os envío el primer cuento que aparece en el mismo.

Primer relato

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Próxima reunión 6 de Noviembre de 2018 a las 6 en punto

Una soledad demasiado ruidosa de Bohumil Hrabal

   En Una soledad demasiado ruidosa se entrecruzan reflexiones sobre el sentido de la creación artística, la evocación de una soledad existencial totalmente asumida y la complacida exploración del universo literario. Con la maestría de Kafka o de Hasek, Hrabal hace aparecer con toda su fuerza la magia de una ciudad cuya atmósfera casi indefinible atenaza progresivamente el alma. 
  Y del mismo modo que Hanta jamás olvida algunas de las frases que lee, nosotros conservaremos siempre en la memoria estos fragmentos de belleza arrancados al tiempo que constituyen Una soledad demasiado ruidosa.

Fuente: Lecturalia 

viernes, 2 de noviembre de 2018

Una soledad demasiado ruidosa

Hace treinta y cinco años 
"Todos los inquisidores del mundo queman los libros en vano, porque cuando un libro comunica algo válido, su ritmo silencioso persiste, incluso mientras lo devoran las llamas”   
   Hant’a lleva treinta y cinco años en un sótano prensando, aproximadamente, unas dos toneladas de papel por mes, le hacen falta cinco años para jubilarse y planea hacerlo junto a su máquina; está ahorrando para comprarla y así ponerla en el jardín de su casa y hacer sus propias obras de arte. 
   Se define como “un tierno carnicero, alguien culto, a pesar de sí mismo”. Toma varias cervezas durante el día y sonríe porque puede llevarse a su casa una maleta llena de libros que le explicarán algo que desconoce de su propia vida. Hant’a es el protagonista de “Una soledad demasiado ruidosa” (1977), del checo Bohumil Hrabal, novela basada en sus propias experiencias laborales

   Una vez tiraron en el sótano de Hant’a varios kilos de reproducciones de maestros célebres, como Rembrandt, Manet, Klimt, Cézanne y otros pintores europeos. Entonces decidió embellecer cada una de sus balas de papel prensado con dichas reproducciones y observarlas mientras estas eran llevadas por un montacargas hacia su destino final: el reciclaje. 
“Paquetes adornados con Ronda de noche, El desayuno sobre la hierba, La casa del colgado, o el Guernica”. 
   Además de esto, en medio de cada bloque, pone como ofrenda un libro abierto en una página cuidadosamente elegida, por ejemplo, un Goethe, Schiller, Hölderlin o Nietzsche. "Balas como sepulcros."
   Él busca la belleza y la utilidad en algo que ya ha sido descartado por los demás. Transforma algo que ya no tiene valor en algo lleno de conocimiento.

   Este el amargo monólogo de un trabajador de almacén de reciclaje de papel frente a un mundo que cambia de manera inexplicable, violenta y poética.
   En su casa, en las afueras de Praga, a Hant’a ya no le caben más libros, se ha llevado todos los que ha podido. Ha leído y releído todo lo que cae en su sótano destructor de papel. El único espacio libre en su apartamento es la tasa del inodoro, el vidrio de una ventana y la estufa. Aun así, se siente culpable de no poder llevarse más. Su mayor miedo es morir debajo de todos ellos. 
   “Sería su venganza por haberlos prensado”, piensa y recuerda a los ratoncitos que mueren, atrapados, dentro de los paquetes que él hace. Vive solo, aunque tuvo dos novias; una menos afortunada que la otra. De la que más quiso, la gitana silenciosa de la cometa, no recuerda su nombre.

   Pero el sueño de 
Hant’a es frustrado y ahora todo el conocimiento que él encerraba, se quedará en su cerebro. El sonido de todas las voces de los libros que él prenso en sus treinta y cinco años se vuelve cada vez más ruidoso en su mente.

   Para la última bala que prensó Hant’a eligió a Novalis. Puso su dedo sobre una frase que siempre le había llenado de entusiasmo: “Cada objeto amado es el centro del paraíso terrenal”, y pulsó el botón de aplastar.