jueves, 28 de enero de 2016

Corazón tan blanco

El arte del paréntesis
"No he querido saber, pero he sabido que una de las niñas, cuando ya no era niña y no hacía mucho que había regresado de su viaje de bodas, entró en el cuarto de baño, se puso frente al espejo, se abrió la blusa, se quitó el sostén y se buscó el corazón con la punta de la pistola..."
   Este es el ya legendario comienzo de un clásico contemporáneo, Corazón tan blanco (1992), cuyo protagonista y narrador, Juan Ranz, prefiere siempre no saber, consciente de los peligroso que resulta escuchar: los oídos no tienen párpados, y lo que les llega ya no se olvida.
   Traductor e intérprete de profesión, es él ahora el recién casado con Luisa, y en su propio viaje de novios, en La Habana, asomado al balcón, es confundido por una desconocida que espera en la calle, y sin querer escucha una conversación de hotel. A partir de entonces “presentimientos de desastre” envolverán su matrimonio. Pero la clave de ese malestar quizá esté en el pasado, pues su padre hubo de casarse tres veces para que él pudiera nacer.
    Acostumbrado por su profesión a escuchar y a interpretarlo todo, hasta los gestos, hasta lo que no se dice, verá desencadenarse una doble acción: la del pasado misterioso y amenazante, que va insinuándose y contándose a su pesar, y la del presente inestable y amenazado, que lo hará oscilar entre su madrileña casa conyugal y los foros internaciones de Nueva York y Ginebra, con escenas tan sutiles y divertidas como la del encuentro entre un alto cargo español y una adalid inglesa que necesitarán de sus caprichosos servicios interpretativos para entenderse.

    Una serie de personajes irán anunciando o revelando la apasionante historia: desde el padre, Ranz, desenvuelto experto en arte, hasta la antigua amante Berta, una mujer que cojea y que envía y recibe vídeos muy personales en busca de hombres que aún la ilusionen; desde el nada escrupuloso Custardo y, reacio compañero de los juegos de la infancia, hasta la risueña y cantarina abuela cubana, pasando por la desesperada mujer del hotel de La Habana y su amante español a quien nunca se ve, o el enigmático y huidizo individuo que responde por el apodo de "Bill".

  
 
   Una novela de Javier Marías hipnótica, que va sobre el secreto y su conveniencia posible, sobre el matrimonio, el asesinato y la instigación, sobre la sospecha, el hablar y el callar y la persuasión: sobre los corazones tan blancos que poco a poco se van tiñendo y acaban siendo lo que nunca quisieron ser.

Javier Marías

La experimentación narrativa

   La notable perfección técnica con que elabora sus novelas es el rasgo característico de Javier Marías. Sus obras reflejan de forma irónica y la extrañeza que genera la realidad, la apariencia y la memoria.
   Este autor desarrolla personajes complejos y situaciones inciertas, explorando con sutileza nuevas fórmulas literarias. Aunque el marco de sus novelas y cuentos es la vida cotidiana, son frecuentes las referencias culturalistas, en su mayor parte tomadas de las letras inglesas, de las que es gran conocedor. 
   Hijo del filósofo Julián Marías y
la escritora Dolores Franco Manera, se licenció en filosofía y letras; durante dos años llevó a cabo su actividad docente como profesor de literatura española en la Universidad de Oxford y en el Wellesley College (Massachusetts). Ya desde sus primeros títulos se reveló como una de las voces más personales de la narrativa española del momento.
   Publicó antes de los veinte años su primera y ya madura novela, Los dominios del lobo (1971), llena de peripecias ambientadas en Estados Unidos, escrita en un estilo ágilmente periodístico que rendía homenaje tanto al admirado cine de Hollywood de los 50 y 60, como a novelistas norteamericanos, entre ellos, Faulkner, Hammet y Melville. La novela constituyó uno de los primeros indicios de la revuelta generacional de la década de los 70, que llevaría a un interesante grupo de novelistas y de poetas, conocidos por "novísimos", a rechazar la tradición literaria española que se identificaba, sobre todo, con varias etapas de realismo.
   Javier Marías fue uno de los máximos exponentes de esta nueva tendencia estética que situaba su propia filiación cultural fuera del país, oponiéndose de forma directa al amor por la patria que predicaba el franquismo. Con Travesía del horizonte (1973) experimentó una escritura elaborada bajo la influencia de Conrad y de James, que reivindicaba para el hecho literario la primacía de una creatividad libre, tanto en la elección de los temas como en los elementos expresivos.
   Como muchos otros autores de su generación, parece tener de español sólo la lengua. El hecho de que el lenguaje se exprese a veces a través de los escritores más de lo que están dispuestos a admitir se demuestra en la original obra El monarca del tiempo (1978), que Javier Marías definió como "novela" a pesar de estar formada por tres narraciones, un ensayo literario y una pieza teatral.
 


   Con la novela El siglo (1983), considerada como uno de los ejemplos de narrativa más interesantes del posfranquismo, Marías diluye el experimentalismo inicial para narrar las vicisitudes que tienen como marco un país al que nunca se nombra, pero que una inconfundible guerra civil permite identificar con España.
   El tono suavemente irónico y reflexivo, así como el permanente protagonismo del narrador, vuelve a aparecer en Todas las almas (Premio Ciudad de Barcelona, 1989), evocación desmitificadora de los dos años que pasó en la Universidad de Oxford.
   No obstante con todos estos brillantes antecedentes, Javier Marías no comenzó a ser un escritor verdaderamente popular hasta Corazón tan blanco (1992), libro de estructura circular que versa sobre los peligros de indagar en el propio pasado corriendo el riesgo de descubrir lo que debería permanecer oculto, y con el que obtuvo el Premio de la Crítica.
   Su siguiente novela, Mañana en la batalla piensa en mí (1995), cuenta un hecho sobrecogedor que tuvo consecuencias imborrables en la vida del personaje principal, un guionista de televisión y escritor llamado Víctor Francés. Con esta novela se consolidó el prestigio y la difusión de Marías, ya que llovieron sobre él los premios internacionales.
   Posteriormente publicó Negra espalda del tiempo (1998) y emprendió una extensa trilogía con Tu rostro mañana:

1. Fiebre y lanza (2002)
2. Baile y sueño (2004)
3. Veneno y sombra y adiós (2007).
   También es autor de los libros de relatos Mientras ellas duermen (1990) y Cuando fui mortal (1996), del volumen de ensayos Pasiones pasadas (1991), de la colección de biografías Vidas escritas (1992) y de las recopilaciones de artículos Literatura y fantasma (1993), Vida del fantasma (1995), Seré amado cuando falte (1999), El oficio de oír llover (2005) y Donde todo ha sucedido.
   De 2011 son el libro de literatura infantil Ven a buscarme y la novela Los enamoramientos.
Finalmente en 2014 llega Así empieza lo malo, una novela sobre el deseo, el rencor y la arbitrariedad del perdón. En 2006 Javier Marías Franco fue elegido miembro de la Real Academia Española.

martes, 26 de enero de 2016

El mes de Marwan

 "Para eso sirve la poesía, para hablar de la forma que tienen las cosas que no tienen forma"

   Marwan no se denomina a si mismo poeta. Escribe poemas pero es cantautor. Ahí ha desarrollado toda su carrera desde hace 10 años. Su producción literaria pasa por La triste historia de tu cuerpo sobre el mío (2014) y Todos mis futuros son contigo (2015), libros que habla de territorios afectivos y sociales, del deseo de mejorar y del deseo carnal, de la dificultad de tener verdad y comprensión entre dos, del desamor y la busqueda de la justicia social. Es poesía, prosa poética o frases lanzadas desde el fondo del corazón. Un viaje al interior.
Gracias al boca a boca, Marwan ha conseguido convertirse en uno de los cantautores más reconocidos del circuito de salas de España con llenos de hasta en todas las ciudades y con unos números espectaculares también en algunas ciudades de Latinoamérica a pesar de ser un artista independiente sin ayuda de ningún sello discográfico.


Hasta el momento, ha cosechado éxitos insospechados en las salas de toda España y medio mundo.
¿Qué tiene la música de autor, y más concretamente Marwan, para llenar salas de cualquier ciudad sin recurrir al marketing, la publicidad y las grandes discográficas? Sin llegar a
desvelar del todo el misterio de esta magia, el cantautor aventura una hipótesis: "Cuando la gente se identifica con lo que cantas, lo personal pasa a la dimensión de lo universal..."     Todo es boca a boca y un poquito de ayuda de las herramientas de Internet. Lo cierto es que la universalidad de lo íntimo a la que se refiere nuestro músico, unida a la omnipresente Internet y una gran cantidad de trabajo, han desatado un fenómeno que además de cierta magia ha dejado una firme huella en la estadística musical: una gira que supera los 150 conciertos y que ha conseguido llenar todas las salas visitadas. Todo por el poder de unas palabras que traspasan la frontera del oído.
   Nace en Madrid el 5 de Marzo de 1979, hijo de un palestino y una española. Pronto los discos de Serrat, Silvio Rodríguez y Sabina que siempre sonaron en casa y cantautores de la generación de los 90 como Ismael Serrano, Carlos Chaouen hacen que se acabe orientando en esta línea. Posteriormente bebe de las más diversas influencias: Manu Chao, Jorge Drexler, Calamaro, Damien Rice, Quique González, Nach, Glen Hansard, Javier Rubial, Iván Ferreiro, Bêbe.
  

    Actualmente está lanzando su nuevo disco Apuntes sobre mi paso por el invierno, tras una gira de 250 conciertos con su anterior lanzamiento con llenos en todas las ciudades donde se presentó, tanto en España como en Latinoamérica. Con este nuevo álbum está previsto su paso por Argentina, México, Colombia y Perú además de toda la geografía española.
   A lo largo de su andadura comparte canciones en sus grabaciones con artistas del nivel de Ismael serrano, Nach, Jorge Drexler, Andrés Suárez, Conchita o Luis Ramiro.
 


 Más información en: http://www.marwanweb.com/

lunes, 11 de enero de 2016

Dickens

Vuelve por Navidad     
     

   Con ramas de pino y acebo y envuelta en un fragante aroma de fruta seca y especias, la casa de Charles Dickens (1812-1870) en Londres se ha engalanado al estilo victoriano para recordar una de sus obras más famosas, Un cuento de Navidad. Convertida en museo, la morada donde el autor vivió con su esposa y tres hijos entre 1837 y 1839 y donde escribió, entre otras obras, Oliver Twist, acogerá hasta el 6 de enero una exposición para evocar su percepción de las festividades navideñas.
    Junto con una serie de cuadros elaborados especialmente por estudiantes de la escuela de arte londinense Central Saint Martins, el visitante podrá experimentar mediante un recorrido por todas las estancias, algunas con su mobiliario original, cómo Dickens, sociable y bohemio, celebraba el 25 de diciembre.
   «A Charles Dickens le encantaba celebrar la Navidad, tanto con su familia como con multitud de amigos que le visitaban aquí», señala a Efe la comisaria del museo, Louisa Price. «Su pasión por estas fechas era algo inusual en la época, cuando se vivían como algo más personal y religioso, así que puede decirse que él contribuyó a convertirlas en una celebración popular y pública», añade.   

   Coincidiendo con el reinado de Victoria (1837 a 1901), que introdujo tradiciones alemanas, como el abeto navideño, por la influencia de su esposo, el príncipe Alberto, Dickens planteó la Navidad como una ocasión para celebrar la vida y recordar también a los menos afortunados y a los seres queridos fallecidos. Cuento de Navidad, que narra la transformación en Nochebuena del miserable y tacaño Ebenezer Scrooge en una persona generosa, al ser confrontado con el hecho de que, por su mezquindad, nadie le echará de menos cuando muera, fue un éxito de masas cuando se publicó en 1843.
    En la exposición, en la única de sus viviendas en Londres que se conserva y a la que se trasladó tras publicar Los papeles póstumos del club Pickwick (1836), pueden verse los bocetos originales de los dibujos de John Leech que ilustraron Cuento de Navidad.


    Un enorme pavo acompañado de verduras centra la mesa navideña de la familia Dickens, mientras que en el piso inferior se muestran los pasteles de carne y otros alimentos que hubieran comido los criados (en aquella época, cuando despuntaba su fama, el escritor tenía cuatro). “Se tiene constancia de que, aunque ya era de clase media, por su experiencia en la vida trataba bien a sus servidores”, apunta Price.

El Museo de Charles Dickens completa la celebración navideña a su estilo con lecturas de Cuento de Navidad por actores como Dominic Gerrard y recorridos nocturnos con vestuario de época por el Londres que cautivó al autor.

Diario de León. Judith Mora 13/12/2015

Una casa en alquiler

Un regalo de Navidad  

   El escritor Charles Dickens solicitó la colaboración de tres autores, Adelaide Anne Procter, Elizabeth Gaskell y Wilkie Collins, para la creación de esta novela. El resultado es una obra bien escrita, una lectura agradable, con unos personajes bien perfilados que se enfrentan a realidades duras, pero siempre con esperanza para la redención.



   Una casa en alquiler (Alba, 2011) es una novela que se publicó por primera vez en el número especial de Navidad de 1858 de la revista Household Words, de la que el escritor inglés era director.
  


   
   La anciana Sophonisba se traslada a vivir a Londres por recomendación de su médico de cabecera ya que necesita un cambio de aires. Enfrente de su nueva residencia hay que casa en alquiler cuya apariencia es desastrosa, “un insulto a la vista”.
   La anciana comienza a interesarse por la casa y los misterios que la rodean, ¿por qué nadie la alquila?, ¿a quién pertenece el ojo que la observa desde un agujero si está deshabitada?
   El interés se convierte en obsesión y la anciana solo vive para la casa, observándola constantemente, hablando todo el tiempo de ella y siendo protagonista de sus sueños.
   Así que decide descifrar el enigma de la casa en alquiler para lo que contará con la ayuda de los dos hombres más importantes de su vida. Trottle, su fiel criado, su mano derecha durante 32 años y Jabez Jarber, su eterno pretendiente. Entre los dos hombres existe una celosa rivalidad que se verá acrecentada con el deseo de la anciana de averiguar la verdad sobre la casa. Cada uno de ellos usará todos sus recursos para descubrir toda la información posible y adelantarse a su contrincante.
    Jarber usará todos sus contactos para reconstruir la historia de los inquilinos de la casa y Trottle será más osado y llegará a entrar en su interior. Entre los dos nos ofrecerán la realidad que se esconde entre las paredes de la misteriosa vivienda.   
   El misterio de la casa no se desentrañará hasta el final y por el camino descubriremos la historia de sus inquilinos, cada cual más peculiar y entretenida, llenas de tragedias, amores, desamores, folletines, pasiones e intrigas. Conforme avanza la novela crecerá la sensación de desasosiego del lector al desvelarse las miserias de la naturaleza humana y la crueldad que anida en el corazón del ser humano. Pero también habrá oportunidad para que la misericordia y el amor al prójimo se abran camino en medio de tanta miseria.
   Una historia en la que caben varios géneros y estilos. Elizabeth Gaskell pone su tinta para crear una historia íntima, Wilkie Collins su capacidad para la intriga y la poetisa Procter, su lirismo. Y Dickens, por supuesto, que vuelve al tema del circo, ya tratado en Tiempos difíciles. Juntos componen cuatro historias sobre la misteriosa casa en alquiler que le roba el sueño a Sophonisba, empeñada en descubrir el misterio a través de sus dos fieles amigos, celosos el uno del otro y cuya historia entronca y vertebra los cuatro relatos que nos llevara a un final muy particular.

Fuente: Alba Editorial

viernes, 8 de enero de 2016

Más de uno

  
   Charles Dickens
nació en Portsmouth en 1812, segundo de los ocho hijos de un funcionario de la Marina. A los doce años, encarcelado el padre por deudas, tuvo que ponerse a trabajar en una fábrica de betún. Su educación fue irregular: aprendió por su cuenta taquigrafía, trabajó en el bufete de un abogado y finalmente fue corresponsal parlamentario de The Morning Chronicle. Sus artículos, luego recogidos en Bosquejos de Boz (1836-1837), tuvieron un gran éxito y, con la aparición en esos mismos años de Papeles póstumos del club Pickwick, Dickens se convirtió en un auténtico fenómeno editorial. Novelas como Oliver Twist (1837), Nicholas Nickleby (1838-1839) o Barnaby Rudge (1841) alcanzaron una enorme popularidad, así como algunas crónicas de viajes, como Estampas de Italia (1846).

   Con Dombey e hijo (1846-1848) inicia su época de madurez novelística, de la que son buenos ejemplos David Copperfield (1849-1850), su primera novela en primera persona –y su favorita–, en la que elaboró algunos episodios autobiográficos, Casa desolada (1852-1853), La pequeña Dorrit (1855-1857), Historia de dos ciudades (1859) y Grandes esperanzas (1860-1861). En 1850 fundó su propia revista, All the Year Round, en la que publicó por entregas novelas suyas y de otros escritores, y la serie de La señora Lirriper (1863-1864), escrita en colaboración con otros autores, igual que Una casa en alquiler (1858). Dickens murió en Londres en 1870.

    Wilkie Collins, hijo del paisajista William Collins, nació en Londres en 1824. Fue aprendiz en una compañía de comercio de té, estudió leyes, hizo sus pinitos como pintor y actor, y antes de conocer a Charles Dickens en 1851, había publicado ya una biografía de su padre, Memoirs of the Life of William Collins, Esq., R A. (1848), una novela histórica, Antonina (1850), y un libro de viajes, Rambles Beyond Railways (1851). Pero el encuentro con Dickens fue decisivo para la trayectoria literaria de ambos.
   Basil inició en 1852 una serie de novelas «sensacionales», llenas de misterio y violencia pero siempre dentro de un entorno de clase media, que, con su técnica brillante y su compleja estructura, sentaron las bases del moderno relato detectivesco y obtuvieron en seguida una gran repercusión: La dama de blanco (1860), Armadale (1862) o La Piedra Lunar (1868), entre otras, fueron tan aplaudidas como imitadas. Sin nombre (1862), también de este periodo, está escrita sin embargo con otras pautas; en la década de 1870, Collins ensayó temas y formas nuevos: La pobre señorita Finch (1871-1872) es un buen ejemplo de esta época. Murió en Londres en 1889, después de una larga carrera de éxitos.

   Elizabeth Cleghorn Stevenson (Gaskell de casada) nació en Londres en 1810, hija de un pastor de la Iglesia unitaria inglesa, además de funcionario y periodista. Al fallecer su madre, fue educada por una tía en el pueblecito de Knutsford. En 1832 contrajo matrimonio con William Gaskell, ministro unitario, y la pareja se estableció en Manchester, en aquellos momentos una ciudad superpoblada y socialmente conflictiva, sometida a las secuelas de la Revolución Industrial. El choque que supuso el contacto con esta sociedad quedaría reflejado en varias de sus novelas, especialmente en la primera, Mary Barton (1848), que inmediatamente alcanzó un gran éxito, y Norte y Sur (1855).
   Durante unos años, se dedicó a su familia y a las labores sociales propias de la mujer de un pastor. No inició su carrera literaria hasta 1845, luchando contra la depresión que le produjo la temprana muerte del único hijo varón que le quedaba. En 1857 publicó la Vida de Charlotte Brontë, una de las biografías más destacadas del siglo XIX. Gaskell escribió obras que reflejaban sus preocupaciones morales como La casa del páramo (1850) o Ruth (1853), otras de corte costumbrista como Cranford (1851-1853), piezas breves de género fantástico como sus Cuentos góticos y novelas más volcadas en la intimidad doméstica, que pintó con maestría en Los amores de Sylvia (1863), La prima Phillis (1863-1864), e Hijas y esposas (1864-1866), cuyos últimos capítulos dejaría sin concluir a su muerte, acaecida en 1865 en Alton, Hampshire.



    Adelaide Anne Procter (Londres, 30 de octubre de 1825 – íd., 2 de febrero de 1864) fue una poetisa y filántropa británica. Trabajó en beneficio de un gran número de causas, principalmente para las mujeres sin empleo y para las personas sin hogar, fue activista a favor del feminismo y se desempeñó como periodista en varios periódicos. Procter jamás contrajo matrimonio, y algunas de sus poesías han llevado a pensar que pudo haber sido lesbiana. Tuvo una pésima salud, posiblemente debido al trabajo caritativo, falleciendo de tuberculosis a los 38 años de edad.
   La carrera literaria de Procter comenzó cuando era adolescente; sus poemas se publicaban principalmente en los periódicos de Charles Dickens, Household Words y All the Year Round, y más tarde en formato de libro. Sus obras de caridad y su conversión al catolicismo parecen haber influenciado fuertemente su poesía, cuyas temáticas solían relacionarse con la condición de vivir en la calle, con la pobreza y con las mujeres perdidas.
   Procter era la poetisa favorita de la Reina Victoria. Sus poesías fueron editadas varias veces durante el siglo XIX; Coventry Patmore la describió como la poetisa más popular de la época después de Lord Tennyson. A sus poemas se les añadió música y se los convirtió en himnos, y fueron publicados en los Estados Unidos y en Alemania además de Inglaterra. De cualquier manera, a principios del siglo XX su reputación disminuyó considerablemente y pocos críticos modernos han puesto atención a sus obras. Los que lo han hecho, sin embargo, aseguran que son significativas, en parte porque revela la forma en que las mujeres victorianas expresaban sus sentimientos, de otra forma reprimidos.

Fuente: Alba Editorial

Próxima reunión 12 de enero de 2016 a las 6 en punto

Una casa en alquiler de Charles Dickens
   Un Dickens en estado de gracia explora el misterio de una casa deshabitada con la ayuda de Elizabeth Gaskell, Wilkie Collins y Adelaide Anne Procter. Cuarteto de ases para una jugada maestra.
   La anciana Sophonisba debe trasladarse a vivir a Londres. Enfrente de su nueva residencia hay un inmueble señorial pero deteriorado, del que cuelga desde tiempos inmemoriales el cartel de “Se alquila”. ¿Por qué, se pregunta Sophonisba, nadie quiere alquilar la casa? ¿Y por qué ve en ella, si está deshabitada, un ojo que la mira? Jabez Jarber, su eterno pretendiente, y Trottle, su fiel criado, siempre celosos el uno del otro, se proponen aclarar el misterio. Jarber reconstruye la historia de los antiguos inquilinos de la casa; Trottle, más audaz, entra en la casa misma. Una casa en alquiler reúne lo mejor y más característico del elenco y el sentimiento dickensiano en una obra deliciosa.


Fuentes: Lecturalia