viernes, 31 de mayo de 2013

El corredor de cometas

Memoria cinematográfica de Afganistán  

   Sentida adaptación de la popular novela homónima de Khaled Hosseini. Curiosamente, aunque la obra original se escribió en inglés, y el guión de David Benioff también, la mayor parte de los diálogos del film son en dari y pastún, en aras del realismo. En esa línea los pasajes afganos resultan creíbles, no estamos ante un título exótico con decorados de cartón piedra y occidentales maquillados.   
   San Francisco, año 2000. Amir, felizmente casado, recibe ejemplares de su primera novela; tal hecho coincide con una llamada desde Pakistán, lo que despierta recuerdos en parte sepultados, pero nunca olvidados.

   Corría 1978 y en Kabul, Afganistán, siendo un niño pastún, era amigo de Hassan, a pesar de que éste era de etnia hazara e hijo de Alí, un sirviente de su padre. Ya en esos años había empezado a apuntar su habilidad para imaginar historias, y los dos chicos disfrutaban sobremanera haciendo volar cometas. Pero un hecho traumático va a levantar un muro entre ellos.
   David Benioff y Marc Forster acometían una tarea ardua, pues la novela de Hosseini es rica en acontecimientos dramáticos y secretos vergonzosos, algo que dificultaba atrapar todos los conflictos sin minimizarlos y restarles entidad; y lo cierto es que en un metraje de dos horas salen bastante airosos del reto.
   Además, se evita que, por la acumulación de situaciones más o menos tremendas –el enfrentamiento de los chicos en la calle, la escena más fuerte de la novela, resuelta con elegancia, además del viaje a la frontera, las difíciles relaciones y la enfermedad del padre, o el regreso al Afganistán de los talibanes...– la película adquiera tintes folletinescos; hay una apuesta por la sobriedad y la contención muy de agradecer.
   Resulta obligado referirse al reparto, perfecto, de actores desconocidos, casi todos reclutados en Afganistán. Los niños son muy naturales, y los adultos hacen un buen trabajo. De éstos sólo puede sonar, tal vez, el rostro de Amir adulto, Khalid Abdalla, a quien se pudo ver en United 93.   
   El film no pudo ser rodado en Afganistán, sino en China, casi en la frontera con el país; tampoco se realizó el estreno de la película allí. Además, los actores niños tuvieron que ser desplazados a Emiratos Árabes una temporada para evitar represalías por haber participado en la película.

Ficha técnica

Título original: The Kite Runner
Año: 2007
Nacionalidad: Estados Unidos
Director: Marc Forster
Guión: David Benioff (Novela: Khaled Hosseini)
Música: Alberto Iglesias
Fotografía: Roberto Schaefer
Reparto: Khalid Abdalla, Ahmad Khan Mahmidzada, Zekeria Ebrahimi, Saïd Taghmaoui, Atossa Leoni, Homayon Ershadi, Shaun Toub
Productora: DreamWorks Pictures / Sidney Kimmel Entertainment / Participant

martes, 28 de mayo de 2013

Cometas en el cielo

   Por tí lo haría mil veces más


“A veces lo que sucede en unos días, incluso en un único día, puede cambiar el curso de una vida”
   Estas palabras pronunciadas por su padre, serán premonitorias para Amir, el protagonista de la emotiva novela Cometas en el cielo, de Khaled Hosseini, (Salamandra, 2003), una historia de las que dejan huella en el corazón.
   La novela de Hosseini es una historia de redención, un canto al perdón y a la amistad con la historia de dos jóvenes, Amir y Hassan, que unieron sus vidas desde el momento de su nacimiento.    
   Amir es hijo de Baba, uno de los hombres más ricos e influyentes de Kabul. Hassan es hijo de uno de los criados de la casa de Baba. Los dos chicos tienen varias cosas en común, perdieron a sus madres nada más nacer, aunque de forma diferente, la madre de Amir murió al dar a luz y la de Hassan le abandonó. Los dos se criaron con la misma nodriza, aunque con un año diferencia, ya que Hassan es mayor y crecieron juntos, compartiendo juegos y experiencias hasta la edad de 12 años.  
   

   Las diferencias entre Amir y Hassan eran más profundas que las semejanzas. La diferencia de clases entre los dos se acrecentaba al pertenecer Amir a los Pastunes (sunnitas) y Hassan a los Hazaras (chiítas), pueblos rivales e irreconciliables. Pero la principal diferencia está en su carácter. Hassan es noble, incapaz de hacer daño a nadie y vive sólo para complacer a su amigo Amir. Entiende la amistad como una entrega completa a la otra persona.
   Por el contrario, Amir es egoísta y vive la relación con su amigo de forma diferente. Se comporta con Hassan de forma cruel, despiadada, “sentía algo fascinante al burlarse de Hassan”. La principal inquietud de Amir es conseguir complacer a su padre y ganarse su cariño. Amir sentía que su padre le odiaba “y no era de extrañar. Al fin y al cabo, era yo quien había matado a su amada esposa.”    
   En el invierno del año 1976 se produce una competición de lucha de cometas, en la que Amir ve la oportunidad de redimirse con su padre, ganarse su aceptación y conseguir la felicidad. Pero todo se tuerce y lo que verdaderamente ocurre aquel día es que Amir traiciona miserablemente a su amigo Hassan. 
A partir de ese día Amir vivirá con el sentimiento de culpa y remordimientos de conciencia, mientras descubre secretos y revelaciones de su pasado familiar. Amir tendrá la oportunidad de redimir sus pecados, aunque tendrá que arriesgar todo lo que tiene para conseguirlo.
   Como telón de fondo, asistimos a la decadencia de un país como Afganistán barrido en primer lugar por la invasión de los rusos y posteriormente por la llegada de los talibanes.
   La novela está repleta de reflexiones y situaciones muy clarificadoras sobre las relaciones familiares y de amistad. La relación entre Baba y su hijo Amir es una muestra de que, como bien le dice un amigo a Baba,
“Los niños no son cuadernos para colorear. No los puedes pintar con tus colores favoritos”.  
  Por último, una mención a Sohrab, el protagonista más pequeño de todo el libro y no por ello el menos importante. Su papel juega el  final decisivo e incluso de este pequeño personaje podemos llegar a aprender muchas cosas. 
   Un libro trepidante, pero sobre todo profundo, una manera de contar otro tipo de historia. 

Khaled Hosseini

Los ecos de Afganistán

"Cuento las historias de los afganos con mucho respeto, cuando tomo tierra en el avión siento que llego a casa, pero cuando camino por la ciudad, percibo en mí lo que nos separa"

   Khaled Hosseini es uno de los autores más importantes de la narrativa contemporánea gracias a sus novelas Cometas en el cielo y Mil soles espléndidos. 
   El médico y escritor Hosseini nació el 4 de marzo de 1965 en Kabul (Afganistán). Es hijo de una profesora de Farsi e historia y de un diplomático. A los cinco años de edad Khaled se trasladó con su familia a vivir a Irán, país en el cual su padre ejerció labores diplomáticas en la embajada afgana.
   En 1973 los Hosseini retornaron a Afganistán, antes de establecerse durante un tiempo en Francia. Con posterioridad, tras caer su país en manos del PDPA comunista y sufrir la invasión soviética, emigrarían a California, Estados Unidos.

   Hosseini estudió biología en la Universidad de Santa Clara, y más tarde medicina en la de San Diego. Completó su residencia en el centro médico Cedars-Sinai en Los Angeles y fue un practicante interno entre 1996 y 2004.
   En 2006, Hosseini fue nombrado un enviado de la buena voluntad de ACNUR, la Agencia de refugiados de las Naciones Unidas. Inspirado por un viaje que hizo a Afganistán con el ACNUR, más tarde estableció La Fundación de Khaled Hosseini, sin fines de lucro, que proporciona asistencia humanitaria al pueblo de Afganistán. Actualmente vive en el norte de California.
   Influenciado por sus experiencias infantiles, Khaled debutó con enorme resonancia internacional como novelista con Cometas en el cielo (2003), la historia de dos muchachos afganos de distinta clase social que comparten amistad hasta su separación tras un hecho trágico. Cuatro años después apareció Mil soles espléndidos (2007), libro con protagonismo femenino que reincide en recrear ambientes históricos y sociopolíticos de su país desde una óptica poética e íntima.

   And the mountains echoed, que publicará en septiembre Salamandra en español bajo el título Y las montañas hablaron, es la última novela de este autor. Una impactante historia de seres marcados por la pérdida que desperdiga los ecos de su tierra como semillas de devastación entre Kabul, París, California, con alguna parada ocasional por Madrid. Libro que se baña en la tristeza y la desesperación, con el ocasional rayo de esperanza. El resultado es similar a una colección de historias cortas de Afganistán del pre y post 2001. Cada capítulo se centra principalmente en un carácter, pero todos están ligados de alguna manera por la tragedia central del libro: la pérdida de un joven de su querida hermana.
   El libro se las arregla para tocar en una gama de temas delicados, de la homosexualidad pre-talibán de Afganistán a la culpa y la apatía de exiliados afganos sobre su patria. El último libro de Hosseini no es una lectura fácil, pero es rápida porque no podrás soltarlo. Nos quitamos el sombrero ante esos lectores que logran leerlo sin derramar una lágrima.

martes, 7 de mayo de 2013

Luces de Bohemia de Miguel Ángel Díez

Cuatro grandes patas para un banco  

   Max Estrella, poeta derrumbado por la ceguera y el hambre, ha muerto. Al velatorio acude su amigo y lazarillo Don Latino de Híspalis que es acusado por la hija de la muerte de su padre. Un joven poeta, Ramón, amigo de Max, visita la casa que fuera de la desgraciada familia y recrea en su imaginación el último día de la vida de Max Estrella, camino hacia su particular calvario, abandonado y traicionado por todos en un Madrid absurdo, brillante y hambriento.
Los actores Francisco Rabal y Agustín González
   Basada en la obra de Ramón del Valle-Inclán, su director, Miguel Ángel Díez, no llega a mostrar todo el esperpento que el escritor plasmó en su obra, pero, de todos modos, se esfuerza en crear la atmósfera de un Madrid opresivo.
   Esta ambiciosa adaptación de la obra teatral de Valle-Inclán supuso uno de los fracasos más estrepitosos del cine español de los 80. Trastocando el original literario con un abusivo empleo del flash-back, resulta parcialmente estimable aunque evidencie un excesivo regusto de calidad. Lo mejor de la película estriba en su lujoso reparto.
   Desde Francisco Rabal como Max Estrella, en un papel en el que es más Rabal que Estrella, Agustín González, el cuál hizo el mismo y fantástico papel de don Latino de Hipalis siendo aún muy joven en el teatro, pasando por un joven Imanol Arias haciendo de preso y un Fernando Fernán Gómez en el papel de ministro y amigo de Max, que llena la pantalla con su sola presencia. Cuatro patas para un banco que no se sostiene aunque estén tan bien arropados por unos fantásticos actores y actrices como Berta Riaza, Miguel Rellán y un estupendo Ángel de Andrés y su grupo de modernistas.
   Rodar una película basada en una joya de la literatura es uno de los mayores riesgos que pueda asumir un equipo fílmico. Siempre surgirán las comparaciones con la obra maestra de referencia y, sin duda, la mayor parte de las opiniones serán condenatorias si el resultado del filme no es otra obra maestra, lo cual ya sabemos que es difícil de lograr. Esto es exactamente lo que ocurre con este filme. Buenos diálogos, buena historia, personajes fascinantes, dirección eficaz, ambientación estupenda, interpretaciones bárbaras... Es decir, una buena obra en sí misma. ¿Que la mayor parte de los méritos son de Valle-Inclán? Sí, y está en los títulos de crédito; y eso hay que colocarlo en el haber de la película.

Fragmento de la película


Ficha técnica

Director: Miguel Angel Díez
Intérpretes: Agustín González, Berta Riaza, Fernando Fernán-Gómez, Francisco Rabal, Imanol Arias, Mario Pardo, Ángel de Andrés López, Manuel Zarzo, Vicky Lagos, Guillermo Montesinos, Paula Molina, Miguel Rellán 
Año: 1985
Duración: 102 min
Clasificación: Mayores 13 años 
Guión: Mario Camus 
Montaje: José Salcedo
Fotografía: Miguel Angel Trujillo
Música: Alberto Iglesias

lunes, 6 de mayo de 2013

Próxima reunión Martes 7 de Mayo de 2013 (18.00 horas)

Contaremos con la presencia del escritor murciano Jerónimo Tristante con el que comentaremos su novela 1969. Para continuar con

Luces de Bohemia de
Ramón María del Valle-Inclán
  
   Valle-Inclán escribió en 1920, siendo revisada y reeditada en 1924, esta obra, con la que quedó inaugurada una nueva manera de ver la realidad y un nuevo género teatral, el Esperpento.
      Personajes exagerados y situaciones grotescas se suceden a lo largo de los dos días en los que el poeta ciego Max Estrella, junto con su amigo Latino y el resto de los personajes nocturnos, pululan por el Madrid más sórdido.


A las 20.00 horas
Escritores en su tinta 2013
Carmen Posadas



jueves, 2 de mayo de 2013

Luces de bohemia

El esperpento en la España del siglo XXI

   Si se atenúa la realidad aparece la farsa y, en un segundo nivel, el esperpento; "Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento", aclara Valle-Inclán en la escena doceava. Aquí el espejo cóncavo es una conciencia dolorida y moral que escandaliza o aterra. Resulta patético que quien vea la verdad sea un ciego, Max Estrella.
  En Luces de Bohemia, Ramón María del Valle-Inclán narra las últimas horas de la vida del poeta Máximo Estrella durante las cuales deambula por Madrid junto a su lazarillo Don Latino de Hispalis, presencia varios incidentes, se une a un grupo de escritores bohemios, pasa unas horas en un calabozo, y muere, al amanecer, en la puerta de su casa.   

   La acción de la obra se prolonga con el velatorio y el entierro. En la ceremonia se hallan presentes dos supuestos amigos del poeta fallecido: el ficticio Marqués de Bradomín y el poeta modernista Rubén Darío. La escena final transcurre en la taberna de Pica Lagartos, donde se alude a que Madame Collet, esposa de Max, y Claudinita, hija de ambos, se han suicidado. 
   Esta pieza teatral no fue publicada inicialmente como libro, sino por entregas, en la revista España en 1920; la versión definitiva en libro no apareció hasta 1924. En ella no solo se muestra la madurez de una nueva estética, el esperpento, sino una descarnada visión crítica de algunos de los males de nuestro país que tanto preocuparon a los hombres de esta generación. 
   En efecto, Valle-Inclán desborda estéticamente su dolor por un país que se precipitaba al cataclismo más absoluto. Son los años de la crisis de la Restauración Borbónica con Alfonso XIII, en los que se asiste, por una parte, a los turnos inoperantes de los partidos conservador y liberal que no representaban los intereses de la mayoría; por otra, a la oposición republicana, a la presión nacionalista, a la pujanza de los movimientos obreros, al empobrecimiento de las clases bajas, a la conflictividad social, al poder de la Iglesia y de la oligarquía financiera. Dentro de este alarmante panorama, sobresalen el bajo nivel cultural del país, el desinterés institucional por mejorar la situación, la dura represión policial y, para terminar, la sangrante guerra colonial en Marruecos (1906-1927).
Placa en el Callejón del Gato


   
Es, por lo tanto, normal que el autor, en boca del preso que comparte celda con Max Estrella durante breve tiempo, diga: “En España el trabajo y la inteligencia siempre se han visto menospreciados. Aquí todo lo manda el dinero". Y que, más adelante, un sepulturero se desahogue con estas palabras: “En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza". Palabras que demuestran lo lejos que aún está nuestro país de una revolución estructural, pues después de casi un siglo, son muchos los que piensan lo mismo que el preso y el sepulturero. 
  Como muchos escritores, Valle-Inclán también colaboró en algunos periódicos de la época, por lo que conocía muy bien los secretos del oficio y la información que podía o no ser comunicada a los lectores. Así a través de don Filiberto, de la redacción del "El Popular", confiesa: “El Congreso es una gran redacción, y cada redacción, un pequeño Congreso. El periodismo es travesura, lo mismo que la política. Son el mismo círculo en diferentes espacios.”  
   En la escena undécima se retrata claramente la actitud de esta sociedad ante la desesperación de una madre que tiene en brazos a su hijo muerto al que accidentalmente han disparado en una revuelta anarquista. Supone también uno de los mejores ejemplos literarios en el uso de la técnica del distanciamiento. Se acentúa el contraste entre el insoportable dolor de la madre y el cinismo de la mayoría de los que la contemplan. 
   
Escenario que utilizó Valle-Inclán
para el encarcelamiento de Max Estrella
El dramaturgo fue una figura compleja y contradictoria: simpatizante con las ideas socialistas del momento, también fue un nostálgico evocador del mundo perdido de la antigua nobleza  Como ahora, también entonces había quien llamaba democracia representativa a la votación de partidos en bloque, a la falta de separación de poderes y a la monarquía parlamentaria. También había presiones nacionalistas sobre las que se pronunciaban el Congreso y los medios de comunicación con palabras muy similares a las de hoy. Como ahora, el ciudadano también creía que votar ese sistema era fortalecer la democracia. Valle-Inclán, al menos, supo inmortalizar su denuncia en una obra que ha resistido y resistirá, por desgracia, el paso del tiempo.

Ramón José Simón Valle-Inclán Peña

                            Modernista y tertuliano 

   Novelista, poeta y autor dramático español, además de cuentista, ensayista y periodista. Destacó en todos los géneros que cultivó y fue un modernista de primera hora que satirizó amargamente la sociedad española de su época. 
   Ramón María del Valle-Inclán nació en Villanueva de Arosa, Pontevedra, y estudió Derecho en Santiago de Compostela, pero interrumpió sus estudios para viajar a México, donde trabajó de periodista en El Correo Español y El Universal.
   A su regreso a Madrid llevó una vida literaria, adoptando una imagen que parece encarnar algunos de sus personajes. Actor de sí mismo, profesó un auténtico culto a la literatura, por la que sacrificó todo, llevando una vida bohemia de la que corrieron muchas anécdotas. A finales de 1899, en una discusión de café, recibe un golpe en el brazo izquierdo. La herida era una fractura complicada que por no ser tratada adecuadamente, provocó una grave infección y finalmente la amputación del brazo.
   
   En 1916 visitó el frente francés de la I Guerra Mundial, y en 1922 volvió a viajar a México. Al proclamarse la República, en 1931, desempeñó varios cargos oficiales, entre ellos el de Director de la Escuela de Bellas Artes de Roma. Posteriormente regresó a Santiago de Compostela, donde murió en enero de 1936. 
   Su primer libro fue Femeninas, de 1895, con el relato 'La niña chole' de inspiración mexicana, al que siguieron obras de inspiración gallega, donde destaca la estilización lírica del ambiente campesino y popular, como Flor de santidad (1904), la poesía de Aromas de leyenda (1907), y al mismo tiempo el arte erótico refinado, evocador y musical de las cuatro Sonatas (de otoño, estío, primavera e invierno), aparecidas entre 1902 y 1905, y que constituyen la biografía galante del Marqués de Bradomín, y suponen la culminación del modernismo español. 
   En 1907 contrae matrimonio con la actriz Josefina Blanco Tejerina, su compañera y colaboradora durante muchos años. Josefina se encargó de copiar a mano y poner en limpio los originales de su marido además de corregir las ediciones. En ese año publicó la primera de sus llamadas comedias bárbaras, Aguila de blasón, a la que siguió Romance de lobos (1908), obras de gran estilización dramática en un ambiente violento de resonancias medievales. En Cara de plata (1922), tercer volumen de esta trilogía teatral, vuelve a observarse el giro hacia las consideraciones de crítica social, como también ocurre en sus tres novelas ambientadas en la guerra carlista, Los cruzados de la causa (1908), El resplandor de la hoguera (1909) y Gerifaltes de antaño (1909), que ofrecen una amplia visión de carácter histórico de la época.    
   En las obras dramáticas Cuento de abril (1910) y La marquesa Rosalinda (1913), retoma el modernismo. Lo mismo que ocurre en Voces de gesta (1911). A partir de entonces, la tragedia resulta escueta, desnuda, aunque en La lámpara maravillosa (1916), todavía utilice un lenguaje hermético para exponer ideas originales acerca del misticismo y la creación. Probablemente su segundo viaje a México le inspiró la escritura de Tirano Banderas (1926), considerada su mejor novela, síntesis del mundo americano, de muchos personajes y caudillos, que antecede a las llamadas novelas de tiranos cultivadas, entre otros, por Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier o García Márquez. 
   Su obra teatral Luces de bohemia (1920), estableció una estética de la deformación, por medio de la que estiliza lo bajo, lo feo, con una especie de expresionismo gestual y caricaturesco que él mismo llama esperpento, que tiene antecedentes en Quevedo y Goya. Probablemente sea su obra teatral más lograda.   
    Los cuernos de don Friolera (1921), y Las galas del difunto (1926), inciden en esta estética, mientras que en Divinas palabras (1920), la virtud de la palabra sagrada se impone a las pasiones carnales en unos ambientes de pesadilla. Valle-Inclán volvió a escribir novela histórica en El ruedo ibérico, una serie de novelas que se basan en el reinado de Isabel II, donde aparece una amarga visión satírica de la realidad española, y que consta de La corte de los milagros (1927), Viva mi dueño (1928) y Baza de espadas, que apareció póstumamente.