lunes, 4 de noviembre de 2013

Antonio Buero Vallejo

Pinceladas literarias   

   Versos de Miguel Hernández, aquellos de su Elegía a la muerte de Ramón Sijé -"tanto dolor se agrupa en mi costado que por doler me duele hasta el aliento"-, se escucharon en el entierro de Antonio Buero Vallejo en el cementerio de La Paz de Tres Cantos. Por la tarde, su viuda, Victoria Rodríguez, reapareció en el teatro María Guerrero para interpretar La visita de la vieja dama, de Friedrich Dürrenmatt , tras la suspensión de la función del sábado. El público acogió calurosamente a la actriz en su primera aparición y le dedicó al final un largo aplauso.   

   Mariano de Paco, catedrático de la Universidad de Murcia, amigo y especialista en la obra de Buero Vallejo, leyó ante su tumba los versos de Miguel Hernández, compañero de celda y condena en los días posteriores a la guerra civil española. Prueba de esa amistad entre poeta y dramaturgo es el retrato de Miguel Hernández -la imagen más conocida del poeta- que Buero Vallejo dibujó a carboncillo y que durante décadas ha presidido el salón de su domicilio madrileño.
    Desde su infancia se interesa por la literatura, sobre todo por el teatro. Estudia en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y, acusado de "adhesión a la rebelión", permanece en prisión desde 1939 hasta 1946. Al ser puesto en libertad comienza a colaborar en diversas revistas como dibujante y escritor de pequeñas piezas de teatro. 
      Antonio Buero Vallejo nació el 29 de septiembre de 1916 en Guadalajara donde pasa parcticamente su infancia. Pronto se aficionó a la lectura gracias a la completa biblioteca que poseía su padre, lo que le permitió el acceso a textos literarios y dramáticos. Aficionado a la música y a la pintura y el dibujo, desde los cuatro años dibuja incansablemente, porque quería ser pintor. De la mano paterna acude al teatro y, hacia los nueve años, en su teatrito de juguete dirige «ingenuas representaciones» en las que es también un entusiasmado actor. 
   En 1937 se incorpora a un batallón de infantería. Con sus escritos y dibujos colabora en murales, en La Voz de la Sanidad, así como en otras actividades culturales. Al finalizar la guerra Buero se encuentra en la Jefatura de Sanidad de Valencia, donde es recluido unos días en la plaza de toros y durante un mes en el campo de concentración de Soneja (Castellón).
   Comienza a trabajar en la reorganización del Partido Comunista, al cual se había afiliado durante la contienda y de cuya militancia se va alejando años después. Es detenido en el 39 y condenado a muerte en un juicio sumarísimo, junto a otros compañeros. La condena a la pena capital se mantiene durante ocho meses y, finalmente, la sentencia fue conmutada por una pena de treinta años. Pasa por diversas cárceles, en donde escribe «notas y especulaciones, sobre todo acerca de la pintura», pero no literarias; hace retratos a muchos compañeros y sigue en su empeño de aprender el oficio pictórico.
   Del penal de Ocaña sale en libertad condicional, pero desterrado de Madrid, a comienzos de marzo de 1946, por lo que fija su residencia en Carabanchel Bajo, aunque pasa la mayor parte del día en la capital. El tema de la ceguera se convierte en el centro argumental de su primer drama, En la ardiente oscuridad, redactado en 1946.
    Entre 1947 y 1948 compuso Historia de una escalera, inicialmente llamada La escalera, que se modificó por coincidir con el título de una obra de Eusebio García Luengo. El estreno de la obra tuvo una excelente acogida de la crítica y un inesperado éxito de público, hasta el punto que llegó a suspenderse la acostumbrada puesta en escena de Don Juan Tenorio en noviembre.
   Llegan las primeras representaciones en el extranjero, como las de Historia de una escalera, en marzo de 1950 en la Ciudad de México y la de En la ardiente oscuridad en diciembre de 1952 en Santa Bárbara, California. Se inicia una considerable y muy frecuente presencia posterior en numerosos escenarios de todo el mundo.
  La Dirección General de Cinematografía y Teatro prohíbe el estreno de Aventura en lo gris en 1954. También se prohíbe la representación de El puente, de Carlos Gorostiza, cuya versión había realizado Buero. Escribe Una extraña armonía, que no llega a estrenarse ni se publicó hasta su Obra Completa. 
   En 1959, se casa con la actriz Victoria Rodríguez, con la que tuvo dos hijos.
   Durante la decada de los cincuenta escribe y estrena, en España y en el extranjero, obras tan significativas en su trayectoria literaria como La tejedora de sueños, La señal que se espera, Casi un cuento de hadas, Madrugada, Hoy es fiesta o Un soñador para un pueblo. A pesar de varios problemas con la censura vigente, en la década siguiente estrena títulos como El concierto de San Ovidio, Aventura en lo gris, El tragaluz, así como las versiones que realiza de Hamlet, príncipe de Dinamarca, de Shakespeare y Madre Coraje y sus hijos, de Bertolt Brecht.
   Con el estreno de Las Meninas, el 9 de diciembre de 1960, con dirección de José Tamayo, obtiene el mayor éxito de público logrado hasta entonces.
   En 1971 ingresa en la Real Academia Española, y más tarde es nombrado socio de honor del Círculo de Bellas Artes y del Ateneo de Madrid. Asimismo, pertenece a diversas academias, comités y sociedades de América, Portugal, Alemania y Francia. Durante los primeros años de democracia en España no cesa de estrenar obras: Jueces en la noche, Caimán y Diálogo secreto o su versión de El pato silvestre, de Henrik Ibsen, en 1982.
   En 1986 recibe del Premio Miguel de Cervantes por toda su trayectoria literaria. Compagina su éxito en el campo de la literatura con su otra gran pasión, la pintura. En 1993 publica Libro de estampas, donde se recogen pinturas acompañadas de textos inéditos del autor. En 1997 ve la luz su última obra, Misión al pueblo desierto, estrenada en Madrid dos años después. 

   El escritor firmó junto con otros cien intelectuales, encabezados por José Bergamín, una carta dirigida al ministro de Información y Turismo solicitando explicaciones sobre el trato dado por la policía a algunos mineros asturianos, lo que le acarreó el distanciamiento de editores y empresas. En 1964 la censura prohibió La doble historia del doctor Valmy, un alegato contra la tortura, que permaneció sin representarse en España hasta 1976, pasada la dictadura. 
   No volvió a estrenar hasta 1967, en el teatro Bellas Artes y bajo la dirección de José Tamayo, El tragaluz, la primera obra de teatro bajo el franquismo en la que se hacía una referencia directa a la Guerra Civil, y que obtuvo un enorme éxito. En 1974 estrena el teatro Fígaro de Madrid La fundación con gran éxito de crítica y público,  tanto por su dramatismo en el argumento como por la novedad en las técnicas utilizadas.
   Antonio Buero Vallejo falleció en el hospital Ramón y Cajal de Madrid, a causa de una parada cardiorrespiratoria, el 29 de abril de 2000, a los 83 años de edad.

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