jueves, 8 de enero de 2015

Gilbert Keith Chesterton

El príncipe de las paradojas

«Doblegado ante la autoridad y la tradición de mis mayores por una ciega credulidad habitual en mí y aceptando supersticiosamente una historia que no pude verificar en su momento mediante experimento ni juicio personal, estoy firmemente convencido de que nací el 29 de mayo de 1874, en Campden Hill, Kensington, y de que me bautizaron según el rito de la Iglesia anglicana en la pequeña iglesia de St. George…» 
    Gilbert Keith Chesterton (Londres, 1874 - Beaconsfield, 1936), más conocido como G. K. Chesterton, fue un escritor y periodista británico de inicios del siglo XX. Cultivó, entre otros géneros, el ensayo, la narración, la biografía, la lírica, el periodismo y el libro de viajes.
   Sus padres, Edward Chesterton y Marie Louise Grosjean tuvieron tres hijos. El biógrafo Joseph Pearce señala que Gilbert tuvo una hermana mayor llamada Beatrice, quien lamentablemente murió muy joven, y que en la casa de los Chesterton estaba prohibido hablar del tema. El otro hijo se llamaba Cecil y nació poco después que Gilbert.
   Su educación se iniciaría en la preparatoria «Colet Court», en 1881; su enseñanza en aquel lugar duró hasta 1886, y en enero de 1887 ingresó a un colegio privado de nombre «St. Paul» en Hammersmith Road. Gilbert describiría el sistema educativo, o mejor dicho, lo que él opinaba de este como «ser instruido por alguien que yo no conocía, acerca de algo que no quería saber»
Luego estudiaría dibujo y pintura en la «Slade School of Art» (1893-1896), se volvió diestro como dibujante y más adelante llegó a contribuir con ilustraciones tanto para sus propias obras, como es el caso de Barbagrís en escena, como para los libros de su amigo Hilaire Belloc.
   
Chesterton y su esposa Frances
Despues de un periodo de autodescubrimiento, se retiró de la universidad sin alcanzar un título y comenzó a trabajar en diferentes periódicos. En su juventud se volvió agnóstico «militante». En 1901 contrajo matrimonio con Frances Blogg, anglicana practicante, quien ayudó en un principio a que G. K. se acercara al cristianismo.
    Siguiendo con la defensa de su renovada creencia, cada vez se adentraba más y más en los escritos patrísticos. Durante el año 1921 Chesterton no publicó ningún libro, pero sí se dedicó mucho al periódico “The New Witness”. Durante esa época mantuvo una constante correspondencia con Maurice Baring, el Padre John O'Connor y el Padre Ronald Knox, quienes lo ayudaron mucho a ir cambiando su pensamiento anglo-católico hacia la fe que ellos, todos conversos a su vez al catolicismo, profesaban. Y terminó por convertirse a la Iglesia católica, en la cual ingresó en 1922.
  
Chesterton escribió alrededor de 80 libros, varios cientos de poemas, alrededor de 200 cuentos e innumerables artículos, ensayos y obras menores.
   Su personaje más famoso es el Padre Brown, un sacerdote católico de apariencia ingenua, cuya agudeza psicológica lo vuelve un formidable detective, y que aparece en más de cincuenta historias reunidas en cinco volúmenes, publicados entre 1911 y 1935.

   Al comienzo de su carrera se hizo conocido por sus artículos periodísticos, y dio un gran salto cuando publicó su primera novela El Napoleón de Notting Hill (1904), la cual inspiró a Michael Collins en su defensa irlandesa ante los ingleses. A ésta le siguieron otros libros de crítica, como Dickens (1906) y G.B. Shaw (1909).
   Iba perfilando así sus opiniones, que exponía con un aire  polémico y no exento de humor. Combatía todo lo que consideraba errores modernos: al racionalismo y al cientificismo oponía el sentido común y la fe; a la crueldad de la civilización capitalista, el ideal social de la Edad Media. 

   Tras
George Bernard Shaw, Hilaire Belloc y Chesterton
 las huellas de una obra titulada Herejes (1905), Chesterton publicó tres años después Ortodoxia (1908), que refleja la historia de su evolución espiritual. Su actitud apologética se refleja en otra obra de esos años, titulada La esfera y la cruz (1910).
   Su actitud ante los problemas sociales la definió en Qué está mal en el mundo (1910). De 1908 data su novela más conocida, El hombre que fue Jueves, una alegoría sobre el mal y el libre albedrío.
   En 1912 compone La balada del caballo blanco, extenso poema épico sobre el rey Alfredo el Grande y su defensa de Danes en 878, y del cual C. S. Lewis sabía muchos versos.

   Para Jorge Luis Borges, que no dejó nunca de leerlo y admirarlo, Chesterton fue un incomparable inventor de cuentos fantásticos. En 1922 publica el ciclo de relatos agrupados bajo el título de El hombre que sabía demasiado, una de las obras predilectas de Borges, en la que el escritor británico nos presenta a Horne Fisher, un peculiar funcionario del Imperio que va tropezando a lo largo de su carrera con una serie de misteriosos asesinatos cuya solución se encuentra más allá de las apariencias. 
   De 1925 es El hombre eterno, que versa sobre la historia del mundo. Este libro nació como reacción a uno publicado por H.G. Wells sobre la historia de la humanidad, al cual, tanto Chesterton como Belloc, le criticaban que de sus cientos de páginas, las dedicadas a Jesús eran pocas. Algunos afirmaron que El hombre eterno fue su libro más trascendente a causa de su influencia en literatos como C.S. Lewis y Evelyn Waugh.
   Siempre se caracterizó por sus paradojas, el hecho de comenzar sus escritos con alguna afirmación que parece de lo más normal, y haciendo ver que las cosas no son lo que parecen, y que muchos dichos se dicen sin pensarlos a fondo, cabe destacar que siempre se apoyaba en la argumentación en la "reducción al absurdo".

   Su amistad con George Bernard Shaw lo llevó a mantener una larga correspondencia y a juntarse a tratar sobre los temas más diversos, al igual que debatir abiertamente en los periódicos de la época, así también hacia con otros personajes intelectuales como H.G. Wells. 
 
    Chesterton murió el 14 de junio de 1936, en su casa de Beaconsfield, Buckinghamshire, al lado de su esposa Frances y de su hija adoptiva Dorothy.
   Este príncipe de la paradoja fue un hombre grande físicamente: medía 1,93 centímetros, y pesaba alrededor de 134 kilos. Ello dio paso a una anécdota famosa. Durante la Primera Guerra Mundial una mujer en Londres le preguntó por qué no estaba «afuera en el Frente», a lo que éste replicó: «Si usted da una vuelta hasta mi costado, podrá ver que sí lo estoy»


   Borges decía que, «hubiera podido ser un Edgar Allan Poe o un Kafka: prefirió -debemos agradecérselo- ser Chesterton.» 

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