martes, 26 de febrero de 2013

La cara oculta de la Luna

Teoría de la conspiración
  


Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins
 
   El 20 de julio de 1969, el ser humano puso su pie por vez primera en la Luna. La misión Apolo 11 de la NASA coronaba su objetivo cuatro días después de su lanzamiento desde el Centro Espacial Kennedy de Florida. Se trataba del segundo viaje humano al satélite, aunque el primero de ellos con alunizaje incluido. Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins fueron los astronautas protagonistas de la gesta. Los dos primeros pisaron la superficie lunar, mientras que el tercero permaneció en órbita sobre ellos. Fue Armstrong quien acuñó la histórica frase: 'Es un pequeño paso para un hombre y un gran salto para la humanidad'. 

   
   En ese momento comenzaba una nueva era para el hombre, y una nueva leyenda urbana. Leyenda que sostiene que en realidad el hombre nunca pisó la Luna. Según los defensores de esta teoría conspirativa, las imágenes que la NASA mostró del viaje del Apolo corresponden a un montaje, y que el hombre nunca desembarcó sobre el satélite.
   El objeto de dicho engaño habría sido cumplir, a cualquier precio, la promesa que, en plena guerra fría, había hecho el presidente Kennedy al Congreso de Estados Unidos. Kennedy se comprometía a situar un hombre en la Luna y devolverlo sano y salvo a la Tierra antes del fin de la década del sesenta. Esa era su respuesta al Sputnik ruso. Además, no debemos olvidar que en 1969 la Guerra de Vietnam se encontraba en pleno apogeo, por lo que un alunizaje constituiría una distracción muy conveniente para un gobierno que tenía en haber más de 50.000 muertos en una guerra cuyo sentido no estaba demasiado claro.   
La ausencia de estrellas, algo explicable
   Entre las objeciones que plantean los partidarios de la teoría conspirativa se encuentra la ausencia de estrellas en las fotos tomadas en la Luna por los tripulantes de las diversas misiones Apolo. De hecho, la cuestión tiene cierta lógica: el cielo de la Luna es límpido, y no hay atmósfera que entorpezca la visión del espacio, así que ¿dónde están las estrellas?
   La respuesta a esa pregunta es bastante simple: las estrellas están ahí, solo que no podemos verlas. Se trata de objetos cuyo brillo es demasiado tenue para aparecer sobre la fotografía. Aunque resulta extraño que a ninguno de los astronautas se le ocurriese hacer una instantánea con un tiempo de exposición suficiente para capturar el firmamento tachonado de estrellas. 

   Una empresa de publicidad llamada The Viral Factory publicó un vídeo en Internet en el año 2002 que cuestionaba el alunizaje del Apolo. En él se veía como uno de los astronautas abandona la nave para pisar el suelo lunar. En ese mismo instante uno de los focos de la escenografía se caía. Se veía como de inmediato ingresaban al set una serie de técnicos para arreglar el desperfecto y seguir con la grabación. Para rematar, de fondo se escuchaba la supuesta comunicación de los astronautas con el centro de control de misión. Este vídeo puedes verlo en el siguiente enlace Moontruth.
   Otro argumento esgrimido a menudo es el porqué la bandera estadounidense ondea en uno de los vídeos. Como no hay viento en la Luna, esto no debería ocurrir. Sin embargo, tal como puede verse en muchas fotografías, la bandera tenía un soporte en su parte superior para que permaneciera extendida.   Las arrugas y ondulaciones producidas por haber estado legada durante el viaje le da una apariencia que puede confundirse con la de una bandera ondeando, pero en realidad, los vídeos muestran como se queda completamente inmóvil luego de que los astronautas la colocan sobre la Luna.
    Cuando una nave tripulada como el Apolo 11 realiza un viaje por el espacio permanece en contacto radioeléctrico con la estaciones de seguimiento en tierra. En ese caso, estaban en California, Australia y España (Fresnedillas, cerca de Madrid), cubriendo cada una ocho horas del día. Medían la velocidad de la nave, su posición y comprobaban que no se apartara de su órbita. No eran datos secretos, sino todo lo contrario. Cualquier particular equipado con un radiotelescopio podría “oír” al Apolo. Incluso los rusos seguían a las naves americanas.
   Si todo hubiera sido un fraude, hubiesen sido precisamente los soviéticos quienes lo hubiesen denunciado. La llegada del Apolo a la Luna fue una gran derrota para el régimen soviético. La cuestión es que, gracias a la publicación de algunos libros sobre el tema, y a un análisis demasiado superficial de la información disponible (sobre todo de las fotografías), un gran porcentaje de los propios norteamericanos ponen en duda la veracidad de las misiones lunares.

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