miércoles, 27 de febrero de 2019

Juan Pablo Villalobos

"Me interesa un tipo de literatura que sorprenda, que de alguna manera desconcierte al lector, que de alguna manera no sepa exactamente hacia dónde va la novela"
   


   Juan Pablo Villalobos (Guadalajara, México, 1973) ha investigado temas tan dispares como la ergonomía de los retretes, los efectos secundarios de los fármacos contra la disfunción eréctil o la excentricidad en la literatura latinoamericana de la primera mitad del siglo XX. Así que se dio cuenta de que quería ser escritor a los 14 años. “Pero se me olvidó. Me acordé a los 25 y conseguí publicar a los 37”

   Fiesta en la madriguera (2010), un ataque deliberado y salvaje a las convenciones de la literatura ; Si viviéramos en un lugar normal (2012), corta, brutal y divertida ; Te vendo un perro (2014), con un profundo sentido del humor, a veces grotesco, otras sutil, surrealista… siempre ingenioso ; No voy a pedirle a nadie que me crea, galardonada con el Premio Herralde de Novela en 2016, en donde lo cotidiano se transforma en un absurdo con situaciones tan disparatadas que ponen en evidencia el sinsentido de una realidad, y Yo tuve un sueño (2018), relatos reales sobre los niños centroamericanos que emprenden el largo y peligroso viaje a Estados Unidos,
 sorteando todas las amenazas que pueden acabar con sus vidas o, con suerte, quebrarlos para siempre.


   Todos estos libros son su carta de presentación literaria.

   Quizás habiendo podido ser un jugador de futbol profesional, Villalobos prefirió graduarse en Lengua y Literatura Hispánicas y también en Administración y Marketing, carrera que decide abandonar para dedicarse totalmente a las letras. Se mudó a España para continuar con sus estudios de posgrado, posteriormente se marchó una temporada a Brasil y de nuevo regresó a Barcelona, donde hoy vive con su familia. Es traductor de literatura brasileña e imparte cursos de escritura de novela y de humor en la literatura.

   El escritor mexicano crea los recursos para construir una ficción, donde los aspectos más caóticos y miserables del mundo dan lugar a un acontecimiento literario. El humor es una pieza clave en su trabajo. Con un preciso sentido de la oportunidad a veces usa el chiste, otras la ironía, cuando no lo cómico. Pero siempre es un humor valioso. Para él, el lector ideal es el que cree que a través del humor, la frivolidad y el entretenimiento también es posible llegar a lo profundo o trascendental. Es un lector que prefiere lo fácil de leer y difícil de entender al esnobismo de lo difícil de leer y fácil de entender.

“…el que a mí me gusta como lector y el que yo intento como escritor. Puede ser ambiguo, puede ser políticamente incorrecto, puede llevar a hablar de temas muy delicados como en el caso de México la desigualdad, la injusticia, la violencia, la pobreza, los desaparecidos…”.
   En cada novela de Villalobos hay una búsqueda de una voz narrativa que va a relatar. Cada una de esas voces que participan son muy distintas unas de otras. Tanto desde Fiesta en la madriguera, donde el narrador es un niño con una voz muy rabiosa, enfadada, en Te vendo un perro, la voz de un anciano muy cínico, o en No voy a pedirle a nadie que me crea, en la que hay cuatro voces muy distintas.

   El escritor considera que hay un problema con el humor actualmente, que nos lleva a tanto escándalo y tanta censura, que es que vivimos en una época de la literalidad. El humor funciona con la ambigüedad, con el doble sentido, y para él, eso se está perdiendo. La ironía lo hace participativo, vivimos la época de los pasivos. Si se exige demasiado, si hay que participar, pensar o actuar, la cosa ya se complica.

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