lunes, 2 de febrero de 2015

Cuba

    1934 a 1958 

   
   Este quizás fue el período histórico más prolífero en Cuba para que se manifestaran en grado extremo la corrupción político-administrativa y en lo social, el agravamiento de las condiciones de vida del pueblo, el predominio del juego, la prostitución y otros vicios, que afectaban la sociedad cubana.
    La Habana fue convertida en un colosal imperio de la mafia norteamericana, uno de los más importantes del mundo en su tiempo, con el consentimiento de una selecta élite de funcionarios de los gobiernos de turno, para el lavado de dinero ilegal desde Estados Unidos, el procesamiento de diamantes y oro llegados de contrabando y una red de casinos, famosos hoteles, cabarets y restaurantes.
  Los personajes importantes de la época y del gobierno, pagaban a gánsteres cubanos para su protección, para el control de sus negocios, para la extorsión, para asesinar a líderes progresistas, sindicalistas y otros que manifestaran oposición a los intereses oligárquicos burgueses, siguiendo esta última idea, no es difícil entender el porqué, del fracaso del lucha del movimiento cívico político encausado por Eduardo R. Chibás frente al Partido Ortodoxo en el período de 1947 a 1951, constituía una misión imposible para el momento histórico que le tocó liderar.
   En este sentido no es de olvidar que una de las características de los gobiernos de 1906 hasta 1958, fue la instauración, fomento y proliferación de los juegos, las malversaciones, el robo de fondos públicos, la prostitución, la presencia de grupos gansteriles al servicio de funcionarios, sobre esta base no es difícil explicar porqué jugaba el cubano de entonces, pues la estructura monoproductora de su economía, el desempleo, las penurias en la población le hacía buscar buscar alivio en la esperanza de un sorteo. No es de esconder entonces que fuera el propio estado el  impulsor de tales vicios, pues veía en el juego un gran aliado político para desviar la atención del pueblo de los grandes problemas existentes. Todo esto se acentuaría en el período de 1934 a 1958.  

   Una figura importante del mundo del hampa de la mafia norteamericana que se establecería en Cuba en este período va a ser Meyer Lansky, nombre con el que fue conocido en todo el mundo del hampa mafiosa, pero su verdadero nombre era Meyer Suchowljanski. Meyer pronto comenzaría a controlar el negocio en EE.UU desde Cuba en tanto se dedicaría a implementar y desarrollarlos en la Isla con el consentimiento, del dictador Fulgencio Batista.
   La figura de Meyer Lansky ya había logrado adquirir un lugar de respeto en el bajo mundo de la corrupción, por el historial de trabajo desempeñado junto a viejos amigos y compañeros como Lucky Luciano y Bugsy Siegel. Lansky y Siegel, formaron uno de los más violentos clanes asesinos durante la época de la Prohibición.
    Para el año 1936, aún Lucky Luciano se encontraba en prisión y Meyer Lansky empujaba el negocio prácticamente solo, nada difícil para él pues contaba con una gran capacidad de control económico y con personas fieles como Gus Greenbaum y Moe Sedway. Lansky había establecido numerosas redes de juego en Cuba, Nueva Orleáns y Florida. Junto a Bugsy Siegel convenció a los jefes de las familias sicilianas para que invirtieran en la incipiente ciudad del juego, Las Vegas, principalmente en el Hotel Casino Flamingo.
  

    En 1946, la Mafia se reunió en una especie de conferencia secreta en el Hotel Nacional de La Habana. Un encuentro entre los principales cabezas de familias de la mafia estadounidense y líderes importantes de la Cosa Nostra en La Habana. Se especula que la distinguida reunión fue organizada por Charles “Lucky” Luciano, que ya se encontraba en libertad después de 10 años en prisión. Se abordaron puntos importantes como asuntos políticos, normas de actuación e intereses de negocio y quizás el más importante la selección del capo di tutti capi o jefe de jefes.
   Sería como era costumbre ofrecer una noche de bebidas, con un delicioso menú, en lo que Frank Sinatra como, el ahijado de la mafia, se encargaría de cantar para cerrar con broche de oro aquella reunión. A pesar de los acuerdos y decisiones tomados en la magna cita en La Habana, era un acuerdo prácticamente unánime asesinar a Siegel, sin embargo Lansky pedía para su amigo una segunda oportunidad al acabarse la paciencia de la familia del hampa y del propio Lansky este dio la aprobación definitiva para la eliminación de su amigo el 20 de junio de 1947, Siegel fue tiroteado y asesinado en Beverly Hills, California. Minutos después de haber baleado a Siegel, los asociados de Lansky, entraron al Hotel Flamingo y asumieron el control de la propiedad. Por información ofrecida por el FBI se conoce que Lansky mantuvo en su poder una gran cantidad de intereses de tipo comercial en el Hotel Flamingo durante los 20 años siguientes.
   Para estos años ya se conocía por varios miembros del hampa de las cualidades de Batista, este ya se había convertido en pieza clave para las aspiraciones de lucrar con la Isla,  se había convertido para muchos en “El Hombre”. 1952 será para Batista y para Lansky, el año que le abriría las puertas a la inversión del capital del hampa y La Habana se convertiría en un colosal imperio de la mafia norteamericana para el lavado de dinero, proveniente de los Estados Unidos.
    Entre 1948 y 1952 se encontraba en el sillón presidencial Carlos Prío Socarrás, y en la culminación de su mandato recibe una propuesta que no debía rechazar, Lansky en 1952 le ofrece un soborno de 250.000
$ para permitir que Batista regresara al poder, no es de dudar entonces el inmediato reconocimiento por parte del gobierno norteamericano al gobierno de facto instaurado en 1952, tras el golpe de estado dado a Prío, es entendible la negación del presidente de concederle armas a la juventud universitaria cuando se la pidió para enfrentar el golpe, ya las monedas de la traición al pueblo habían quemado las manos del presidente depuesto.
    Una vez que Batista se hizo del control del poder en 1952, el negocio de la prostitución, las apuestas, y narcotráfico alcanzaría niveles escandalosos. Batista, en gesto de agradecimiento a Lansky le ofreció una especie de salario anual de 25.000
$ como Ministro no oficial de apuestas. Ya para 1955, el nuevo presidente había cambiado las leyes de apuestas.
   Lansky había redoblado su inversiones en la Isla pues contaba con el apoyo “incondicional” del presidente elemento que lo conlleva a emprender grandes obras, en este sentido comenzó a reformar el Club Montmartre que comenzaría rápidamente a funcionar en La Habana. Lansky ya había expresado un tipo de interés especial en hacer funcionar un suntuoso casino en el lujoso Hotel Nacional, la idea de Lansky rindió sus frutos y el elegante hotel se abrió al negocio en 1955 siendo un éxito total.
   Cuando todos los hoteles y casinos fueron concluidos, Batista empezó raudamente a cobrar sus ganancias. Todas las noches, el “hombre de la maleta” cobraba el 10% de los intereses de los centros de juegos y recreación de Santos Trafficante Jr; el Cabaret Sans Souci y los hoteles Sevilla-Baltmore, Commodoro, Deauville y Capri este último que en fachada pública era propiedad del actor George Raft. Dentro de los casinos de Lansky, estaban el del Habana Riviera, el del Hotel Nacional, el Montmartre Club y otros que le daban el 30% que pagaba a Batista, por razones convenidas. La cantidad total que Lansky y sus asociados recibían por concepto de sus delitos nunca ha sido certificada. 
    En 1957, junto al presidente Fulgencio Batista construyen el Hotel Riviera, este había sido el mayor sueño de Lansky y ahora lo veía cumplido. Batista por su parte pretendía abrir a La Habana a las grandes apuestas, y aspiraba que su gobierno pudiera ganar, dólar por dólar, en función de todas las inversiones hoteleras realizadas. No obstante, con la Revolución Cubana triunfante en 1959, el gobierno expropió todos los casinos y hoteles, forzando a los inversionistas mafiosos a mover sus inversiones a otro lado.
    Es por ello que con la llegada de la Revolución Cubana al poder, se despedazaban las aspiraciones y afanes de Lansky, de Lucky Luciano, de Santos Trafficante Jr., así como las del propio Batista, y de otros tantos que pensaron en el futuro de la Isla de esta manera, el cambio escabroso del clima político del momento para las inversiones de la Mafia en Cuba fue fatal. El avance inminente de las fuerzas revolucionarias del Comandante Fidel Castro, hicieron que en la madrugada del 1 de enero de 1959 el tirano y otros de su calaña huyeran de Cuba como ratas en naufragio hacia la República Dominicana, donde lo esperaba el conocido dictador Rafael Leónidas Trujillo.  

    Lansky por su parte ausente ante estos sucesos que hicieron huir a Batista, se encontraba celebrando los 3 millones que había hecho en su palacio, el Hotel Habana Riviera. El 8 de enero de 1959, Fidel entró en La Habana con la Caravana de la libertad, sin embargo Lansky había volado el día anterior a Bahamas y a otros destinos caribeños. Al ponerse al tanto de la situación en Cuba, consideró era demasiado tarde para poder recuperar lo que había dejado, al saber que el nuevo presidente, Manuel Urrutia había cerrado los casinos, además de nacionalizarlos junto a las propiedades hoteleras. En octubre de 1960 Fidel culminó con fuertes decisiones un serio proceso de nacionalización en los que se incluían los casinos y hoteles de la isla y quedaron prohibidas las apuestas. Esto afectó especialmente a las ganancias de Lansky, puesto que por este concepto perdió un estimado de 7 millones de dólares unido a la quiebra de los Casinos de Miami, por lo que Lansky se vio obligado a depender solo de sus inversiones en Las Vegas.
   Luego de los sucesos en Cuba, Lansky decide retirarse a Miami, y en la década del 70, solicitó refugio en Israel amparándose en la Ley del retorno para poder escapar del acoso constante del FBI, pero este derecho le fue denegado basándose en su conocido estatus de mafioso. 

    Su nieto le contó al autor J. T. English que a su muerte en 1983, Lansky dejó solo 37.000 dólares en efectivo. Y que cuando le preguntaron a su abuelo en sus últimos años que había ido mal en Cuba, el gángster no dio excusas… 
“Me expulsaron, eso fue todo”.

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