jueves, 27 de noviembre de 2014

Emilia

La Pardo Bazán
  
   Considerada la mejor novelista española del siglo XIX, Emilia Pardo Bazán es una de las escritoras más destacadas de nuestra historia literaria. Además de novelas y cuentos, escribió libros de viajes, obras dramáticas, composiciones poéticas y numerosas colaboraciones periodísticas, a través de las cuales su presencia fue constante en la España de su tiempo. Con su obra y con su vida puso de manifiesto la capacidad de la mujer para ocupar en la sociedad los mismos puestos que el varón, sin renunciar a lo específicamente femenino.
"Tengo por importante entre todos el concepto de que la novela ha dejado de ser obra de mero entretenimiento, modo de engañar gratamente unas cuantas horas, ascendiendo a estudio social, psicológico, histórico, pero al cabo estudio."
(Del Prefacio a Un viaje de novios)
   Nacida en 1851 en La Coruña, ciudad que siempre aparece en sus novelas bajo el nombre de "Marineda", era hija única de don José Pardo Bazán y Mosquera y de doña Amalia de la Rúa Figueroa y Somoza, Condes de Pardo Bazán, título que heredó en 1890.
   Lectora infatigable desde los ocho años, a los nueve compuso sus primeros versos, y a los quince su primer cuento, Un matrimonio del siglo XIX, que envió al Almanaque de La Soberanía Nacional, y que sería el primero de los numerosos -cerca de 600- que publicaría a lo largo de su vida.
   Su formación se completó en la capital de España, donde solía pasar los inviernos la familia, debido a las actividades políticas de su padre, militante en el partido liberal progresista.
   El año 1868 supone un hito en la vida de Emilia: "Tres acontecimientos importantes en mi vida se siguieron muy de cerca: me vestí de largo, me casé y estalló la Revolución de septiembre de 1868". Emilia tenía dieciséis años, y su marido, José Quiroga, estudiante de Derecho, veinte. La boda se celebró el 10 de julio en la capilla de la granja de Meirás, propiedad de los padres de la novia.
   En 1873 la familia Pardo Bazán -también los recién casados- abandona temporalmente España. El viaje se prolonga por varios países de Europa, lo que despierta en Emilia la inquietud por los idiomas, con el deseo de leer a los grandes autores de cada país en su lengua original. Su inquietud intelectual va en aumento y, al regresar a España, entra en contacto con el krausismo a través de Francisco Giner de los Ríos, con quien le uniría una gran amistad. El influjo de los krausistas la empuja a la lectura de los místicos y de Kant, y éstos, a su vez, la conducen hasta Descartes, Santo Tomás, Aristóteles y Platón.
   En 1876, año del nacimiento de su primer hijo, Jaime, se da a conocer como escritora al ganar el concurso convocado en Orense para celebrar el centenario de Feijoo. Son años en que todavía no ha abandonado totalmente la poesía. Gracias a Giner de los Ríos se edita en 1881 el libro de poemas de doña Emilia, titulado Jaime.
      En 1879 publicó su primera novela, Pascual López, influida por la lectura de Alarcón y de Valera,
poco antes de aceptar la dirección de la Revista de Galicia, en 1880.  
   En 1881 publica Un viaje de novios, novela para la que utilizó las experiencias de un viaje a Francia, y ese verano, en Meirás, acaba San Francisco de Asís, ya embarazada de su segunda hija, Carmen.  El prólogo de Un viaje de novios es importantísimo para comprender lo que significa el naturalismo en la obra de Emilia Pardo Bazán, así como la serie de artículos que publica entre 1882 y 1883 bajo el título de La cuestión palpitante.
   En esta línea naturalista se inscribe la tercera novela de doña Emilia, La Tribuna (1883). El método naturalista culmina en Los pazos de Ulloa (1886-1887), su obra maestra, patética pintura de la decadencia del mundo rural gallego y de la aristocracia, y su continuación La madre naturaleza (1887). Asimismo, Insolación (1889) y Morriña (1889) siguen insertos en la ideología y en la estética naturalista.   
   Con posterioridad, evolucionó hacia un mayor simbolismo y espiritualismo, patente en Una cristiana (1890), La prueba (1890), La piedra angular (1891), La quimera (1905), con ciertos ecos simbolistas y modernistas, y Dulce sueño (1911).
   En 1891 emprende una nueva aventura periodística con Nuevo Teatro Crítico, revista fundada y escrita completamente por ella, que tanto en su título como en su planteamiento misceláneo, cultural en sentido amplio, y divulgativo quiere rendir homenaje a su admirado Feijoo, y en 1892 funda y comienza a dirigir la Biblioteca de la Mujer. 
   En 1908 publica La sirena negra cuyo tema central es el de la muerte, que ha escrito en el Ateneo de Madrid, donde ha sido nombrada Presidenta de la Sección de Literatura en 1906. 
   Viajera infatigable, continúa además consignando sus impresiones en artículos de prensa y en libros. En 1900 van apareciendo en El Imparcial sus artículos sobre la Exposición Universal de París, que cuajarán en el libro Cuarenta días en la Exposición; y en 1902 se edita Por la Europa católica, fruto de un viaje por los Países Bajos.
   Es doña Emilia una figura reconocida en la vida literaria, cultural y social. En 1908 comienza a utilizar el título de Condesa de Pardo Bazán, que le otorga Alfonso XIII en reconocimiento a su importancia en el mundo literario; desde 1910 era consejera de Instrucción Pública; socio de número de la Sociedad Matritense de Amigos del País desde 1912. Dos años después se le impondría la Banda de la Orden de María Luisa, y recibiría del Papa Benedicto XV la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice. En 1916 el ministro de Instrucción Pública la nombra catedrática de Literatura Contemporánea de Lenguas Neolatinas en la Universidad Central.
   El 12 de mayo de 1921, una complicación con la diabetes que padecía le provoca la muerte. Al día siguiente, toda la prensa hablaba de la escritora fallecida el día anterior, que fue enterrada en la cripta de la iglesia de la Concepción de Madrid.

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