lunes, 22 de octubre de 2012

Márai, el burgués que se hizo escritor
  
   El escritor húngaro fue un autor de éxito. Aunque en España sus obras sólo se han conocido desde la publicación de El último encuentro, Sándor Márai (1900-1989) fue un intelectual burgués y humanista, no fue un marginado social desconocido o un mártir político; al contrario, fue un señor consciente de su ascendencia burguesa y dedicado en cuerpo y alma a la tarea que le gustaba y que sabía desempeñar a la perfección: la literaria. En ella volcaba su habilidad y su mucha sabiduría, nacida de la atenta observación de los sentimientos y las relaciones humanas.
Sándor Marai con su esposa,  Lola Matzner
   Desde muy joven, siempre fue mal estudiante por demasiado curioso y avispado, lo sedujeron la lectura y el periodismo. Su padre, un gran abogado de la ciudad húngara de Kaschau (hoy en Eslovaquia con el nombre de Kosice), le permitió salir al extranjero en cuanto tuvo edad de estudiar. Hasta los 23 años, cuando se casó con una mujer judía y de acaudalada familia burguesa, "Lola", a la que amó intensamente y con la que convivió hasta la muerte de ella, sesenta años después.
Con Thomas Mann en 1934
    Márai residió en Budapest y en varias ciudades alemanas (su lengua materna era el húngaro, pero dominó desde pequeño el alemán), Leipzig, Weimar, Múnich y Berlín, que fueron sus escuelas de vida y sabiduría.
   Allí pasó unos años de aprendizaje bohemio, entre escritores y cafés de artistas, ganándose el sustento con la escritura de artículos periodísticos, crónicas, prosas breves y poemas. Unos años en París, durante la dictadura de Horthy, lo hicieron popular en Hungría gracias a las crónicas que enviaba desde el extranjero. En los años treinta se estableció en Budapest y, obsesionado por el trabajo, comenzó a producir novela y teatro, de modo que en los cuarenta gozaba ya de fama extraordinaria, casi comparable a la de Thomas Mann o Stefan Zweig.
Casa de Sándor Márai
   Cuando el nazismo comenzó su escala fue firme opositor y, tras un breve período en que su fama lo protegió terminó por caer en declive y huyó a Italia. No fue fácil y tampoco pudo quedarse ahí, llevándo su viaje a esta pareja a Estados Unidos (San Diego, California), donde se instalarían para pasar sus últimos años. Esta vida le fue pasando factura durante los últimos años cayendo en un estado de aislamiento y depresión. Ni siquiera con el cambio de régimen en su país y su reconocimiento como autor consiguió volver a sentirse bien. Su vida terminaría con su suicidio de un disparo en la cabeza al verse incapaz de valerse por sí mismo apenas unos meses antes de la caída del Muro de Berlín.
   Divorcio en Buda (1935), La herencia de Eszter (1939), La amante de Bolzano (1940), A la luz de los candelabros (1942), El último encuentro (1942), La mujer justa (1949), ¡Tierra, tierra! (1972),  así como su autobiografía Confesiones de un burgués (1934)  cautivan a un publico variado en virtud de algo que las caracteriza: la magia que sólo tiene la "gran literatura". De estructuras similares -extensas conversaciones y largos monólogos-, densas y cuajadas de pensamientos brillantes; teatrales, "psicológicas", de escasa acción y peripecia, y hasta de tono melodramático y sentimental, las novelas de Márai son, con todo ello, absorbentes y difíciles de soltar una vez que nos sumergimos en sus páginas y nos dejamos atrapar por sus meandros.

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