lunes, 22 de octubre de 2012

"El último encuentro" o la búsqueda de la verdad

"-¿Qué quieres de ese hombre? -preguntó de repente la nodriza.
-La verdad -respondió el general.
-Conoces muy bien la verdad.
-No la conozco -dijo él, en voz alta, sin preocuparse por el servicio, que había interrumpido abajo la colocación de las flores y miraba hacia arriba.Volvieron a bajar la mirada inmediatamente, con un gesto mecánico, y continuaron con sus quehaceres-. La verdad es precisamente lo que no conozco.
- Pero conoces la realidad -observó la nodriza, con un tono agudo, casi agresivo.
- La realidad no es lo mismo que la verdad -respondió el general."
   Conocemos a dos ancianos, Henrik y Konrad. Se reúnen en el mismo sitio en el que se vieron por última vez, hace cuarenta y un años cuando algo, que poco a poco descubriremos, los separó.
   El último encuentro es una novela, que tras permanecer en el olvido durante más de cincuenta años fue rescatada por la prestigiosa editorial italiana Adelphi y se colocó rápidamente en el primer puesto de las listas de libros más vendidos de Italia, que se sitúa en un pequeño castillo de caza en Hungría, al pie de los Cárpatos, donde alguna vez se celebraron elegantes veladas y cuyos salones decorados al estilo francés se llenaban de la música de Chopin, y que ha cambiado radicalmente de aspecto.
   El esplendor de antaño ya no existe, todo anuncia el final de una época. Dos hombres mayores se citan a cenar. Uno ha pasado mucho tiempo en Extremo Oriente, el otro, en cambio, ha permanecido en su propiedad. Pero ambos han vivido a la espera de este momento, pues entre ellos se interpone un secreto de una fuerza singular. Todo converge en un duelo sin armas cuyo punto en común es el recuerdo imborrable de una mujer.
   El libro Sándor Márai, que dicen que trata de la amistad, respira decadencia. Decandencia por la senectud de los protagonistas, por la época y el entorno y por la sensación de estar asistiendo a una suerte de últimas confesiones para terminar la vida en paz. Somos observadores privilegiados de la conversación mantenida por estos hombres, dominada por el carácter de uno que, casi en forma de monólogo va desgranando aquello que fué con palabras precisas. Estos hombres separados por un secreto inconfesable, se reúnen asfixiándonos con su secreto, que sabemos se acerca como un tren, imparable de la mano de sus recuerdos entre los que desfilan mujeres, guerras, emperatrices y viajes.
   Se necesita saber la verdad aunque esta no sea agradable. Por eso nos vamos angustiando al ver ese lento avance, apretando poco a poco hasta llegar a ella. El hombre no perdona realmente, porque, de hecho no olvida, y eso lo sabe bien Márai, y así nos lo enseña en un libro en el que no busca sorpresas, mucho antes de conocer la "verdad" ya la intuimos claramente. Pero se trata precisamente, de la confirmación de la verdad.

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