sábado, 15 de octubre de 2011

Marlow-Kurtz: la fascinación de lo degradante


   Charlie Marlow, a bordo de La Nelli, recuerda mientras navega por el Támesis la más intensa experiencia que ha tenido en su carrera.
   Marlow, de profesión marino, narra una vieja aventura en África en la que, capitaneando un vapor, debía remontar un gran río, el Congo, en busca de un tal Kurtz, representante de una compañía de importación de marfil, que al parecer se había vuelto loco en lo más profundo de la selva
   El objeto del viaje de Marlow es contactar con Kurtz y entregarle una misiva.
   Kurtz, llamado a grandes ascensos en la estructura de la compañía se ha convertido, en el corazón de África, en una especie de divinidad que se extiende absurda e irracional a todo aquel que escucha su voz.
   A partir de aquí, Conrad a través del Marlow de “El corazón de las tinieblas” (1902) muestra el tremendo impacto de la colonización europea sobre el continente, nos muestra un rastro de injusticia infinita, una deshumaizada explotación de la población.
   Es un relato potente, estremecedor, muy representativo del talento de Conrad para describir espacios, situaciones y seres humanos, así como de su tema central: cómo un individuo se crece ante la adversidad, cómo entran en crisis su idiosincrasia y su ánimo frente al poder de la naturaleza y el peligro de lo desconocido.
   Un Conrad clarividente e inmenso aventura una respuesta posible…
“…hay alguna suerte de fascinación, que pronto tienta. La fascinación de lo degradante, ya saben. Imagínense los crecientes remordimientos, el deseo de huir, el impotente disgusto, al rendición, el odio”
   En 1926 el inmortal poeta T.S Elliot escribía “The hollow men” (“Los hombres huecos”) inspirándose en “El corazón de las tinieblas”
“Somos los hombres huecos…
Figuras sin forma, sombras sin color,
fuerza paralizada, gesto sin movimiento;
los que han cruzado
con los ojos derechos, al otro Reino de la Muerte
nos recuerdan -si es que nos recuerdan-
no como perdidas almas violentas,
sino como los hombres huecos
los hombres rellenados”
   En 1979 un memorable Marlon Brando-Kurtz recita “The hollow men” a Martin Sheen-Marlow-Willard en una de las inolvidables secuencias de “Apocalypse Now”.
   Desde donde esté, Joseph Conrad, que murió en 1924, verá con amarga complaciencia que el mundo ha cambiado poco desde sus días de proas aventureras y nativos hostiles. En los valles de Afganistán o en los calores de Nigeria, otros hombres blancos sudan, se enloquecen y aprietan el gatillo, mientras la gente del lugar permanece, ante el ojo del intruso, como una incógnita a la que se desprecia y se teme.

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