miércoles, 3 de abril de 2024

Un amor

La incomodidad


La historia de Un amor (Anagrama, 2020) no es romántica. Ocurre en La Escapa, un pequeño núcleo rural donde Nat, una joven e inexperta traductora, acaba de mudarse. Su casero, que le regala un perro al que llamará Sieso, como gesto de bienvenida, no tardará en mostrar su verdadera cara, y los conflictos en torno a la casa alquilada –una construcción pobre, llena de grietas y goteras– se convertirán en una verdadera obsesión para ella.

El resto de los habitantes de la zona –la chica de la tienda, Píter el hippie, la vieja y demente Roberta, Andreas el alemán, la familia de ciudad que pasa allí los fines de semana– acogerán a Nat con aparente normalidad, mientras de fondo laten la incomprensión y la extrañeza mutuas.

La Escapa, con el monte de El Glauco siempre presente, terminará adquiriendo una personalidad propia, oprimente y confusa, que enfrentará a Nat no solo con sus vecinos, sino también consigo misma y su desconcierto vital y su desubicación no razonada. Llena de silencios y equívocos, de prejuicios y sobrentendidos, de tabús y transgresiones, Un amor aborda, de manera implícita pero constante, el asunto del lenguaje no como forma de comunicación sino de exclusión y diferencia. Un reflexión sobre el lenguaje, sobre el poder del lenguaje.

Sara Mesa nos hace replantearnos, en la página 67, los límites de nuestra propia moralidad. Un trueque que hace que las pulsiones más insospechadas de sus protagonistas van emergiendo poco a poco mientras, de forma paralela, la comunidad construye su chivo expiatorio.

«En muchos sitios una mujer sola es sospechosa. O tiene mal carácter o esconde algo»

La autora desmitifica el romanticismo y la vida en el campo en este perturbador relato sobre las dinámicas de poder en nuestra intimidad y todo lo que no nos decimos pero resuena en bucle en nuestras cabezas.

Los personajes de Un amor tienen conductas en apariencia extrañas o cuya justificación no es visible. Entonces se generan distintas lecturas: ¿por qué hacen cosas que incluso van contra sí mismos? ¿qué buscan? ¿qué quieren? Unas relaciones humanas, en sí, que no son ambiguas. Son complejas, están guiadas por numerosos hilos, pueden parecer contradictorias, pero suelen tener un sentido.

Nat no tiene zona de confort. La está buscando todo el tiempo. Siente siempre una marcada insatisfacción con su vida, un desajuste, su espíritu no encuentra acomodo en lo que le rodea, tiene un marcado deseo de libertad y, en algunos casos, de creación, pero no suele realizar el diagnóstico, no sabe el origen, no sabe la solución, por eso suele ir dando tumbos. Opina Sara Mesa, autora de la novela, que su protagonista es el personaje femenino más odiado de la literatura reciente.

Un amor, molesta porque incomoda, incomoda porque nos pone contra la pared, pared a la que te lleva poco a poco y en la que, finalmente te acorrala.

Un amor de Coixet


Isabel Coixet acepta el reto y filma una muy fidedigna versión cinematográfica sobre Un amor (2023), la historia de Nat interpretada por Laia Costa que, sin haber sido creada por ella, encaja a la perfección en su imaginario.

Una película que habla de sexo, que enseña el sexo y que se organiza alrededor del sexo de sus protagonistas. Se podría hablar de deseo, que es una forma más elegante de referirse a lo mismo sin pecar, pero no, en 'Un amor' la pasión mancha.

El último trabajo de Coixet consigue así un doble propósito. Por un lado, continúa con la meticulosa investigación de la intimidad que ha presidido toda su filmografía y, por otro, añade un elemento de inquietud, de interrogación asombrada, de alienación consciente, que a su manera contradice cada lugar común, cada gesto aprendido y, sobre todo, que enturbía.

Se trata de una película que incomoda desde el primer instante. Y ahí, en la incomodidad de una pantalla reducida a un cuadrado agobiante, se queda a vivir.

Lo mejor: Hovik Keuchkerian, ganador de la Concha de Plata en el Festival de San Sebastián, a la mejor interpretación de reparto por su personaje de Andreas, el alemán y un elenco de secundarios magníficos, como Hugo Silva, Luis Bermejo y Ingrid García Jonsson.

Lo peor: que la incomodidad intrínseca al relato pueda generar desconcierto en algunos espectadores.

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