jueves, 27 de febrero de 2020

El quinto hijo

Sueños rotos
   Harriet y David se conocen en una fiesta y, al poco, deciden casarse y construir su hogar en una enorme casa a las afueras de la ciudad de Londres. Los problemas surgen cuando, a los escasos ingresos de la pareja, se une una idea que las dos familias consideran alocada: tener al menos ocho o diez hijos. En pleno años 60 y con un mundo cada más violento alrededor, no parece que se trate de un proyecto demasiado razonable, aunque los hijos van llegando: entre 1966 y 1973 les nacen cuatro. Con el apoyo económico de James, el padre de David, todo va sobre ruedas.
    Harriet y David Lovatt tenían muchas ideas de cómo querían que fuese su familia, y eso era lo que más le reprochaban sus parientes. Ambos parecían perdidos dentro de la comunidad de su época y su personalidad difícilmente podía mezclarse otras personas de su edad. Fue esa diferencia con lo general lo que los convirtió en una pareja particular. El trabajo cada vez era mayor con cada niño, pero también la felicidad de la pareja que no perdía ocasión de invitar a familiares en Navidad o vacaciones. Todos parecían sorprenderse con la idea “descabellada” de la familia numerosa, pero los Lovett sólo sonreían con la confianza de que podrían afrontar todo.
   Los cuatro niños eran un encanto. Dorothy, la madre de Harriet, se mudó con ellos un tiempo para ayudar aunque no estaba muy de acuerdo con el planteamiento familiar de la pareja. El equilibrismo que practicaba la familia parecía tener sentido en ese proyecto general del gran hogar.

    Todo estaba medio controlado, hasta que llegó Ben, el quinto hijo.
Reconstrucción de un niño neandertal sobre el vaciado de un cráneo hallado en Roc de Marsal, Dordoña (Francia). La recreación, a tamaño natural, está hecha a base de silicona, yeso, resina y cabellos naturales. PH. PLAILLY Y ATELIER DAYNES



  Pero la situación comenzará a desmoronarse con el quinto embarazo: dolores intensos, gran incomodidad. Harriet siente que está ocurriendo algo distinto. Y cuando el bebé nace comprueba que no estaba equivocada, es una criatura salvaje de gran tamaño, rasgos extraños y comportamiento singular. Es un violento “niño de Neanderthal” que “iba a destruir la vida familiar”. Durante años, se esforzarán por educarlo o asimilarlo, pero todo resultará inútil.

   Un feto desafiante, un niño hostil y un adolescente fuera de la ley, así es y ha sido Ben. Harriet juzga que todo esto les ha pasado “por engreídos. Por creer que podíamos ser felices porque nosotros lo habíamos decidido” 

  El quinto hijo (1988) de Doris Lessing es una novela dura, de temática nada complaciente, donde se abordan los peligros que nos puede deparar a la vuelta de la esquina de la vida. Un libro de los sueños destrozados o al menos de los sueños que tenían los Lovett, pues el lector verá como la unión familiar se destruye y comienzan los disturbios dentro de aquella familia que parecía tan feliz. 

  Su escritura tiene muchísimo ritmo y es digna de una calidad impecable. Sus párrafos son magníficos y sus personajes también ,logrando crear un clima tenso y de terror. Un libro corto y contundente que presenta lo mejor de la literatura y el peor de los resultados para el proyecto de una “familia feliz”. 
  En el libro de Doris Lessing no hay discriminación pues siempre se comenta, a través de los personajes médicos, que Ben era un niño completamente sano, sin conflictos mentales ni enfermedades físicas. Simplemente era extraño, parecía de otra especie, como un gnomo o un hobbit, aunque parecía más grande que los niños de su edad.
  Doris Lessing retoma esta inquietante narración en la continuación titulada Ben en el mundo (2000) en donde nos encontramos a un Ben ya adulto que es un triste conocedor de la aversión y el rechazo que ha padecido desde pequeño. El contenido genérico de la primera novela desaparece en beneficio de una argumentación de corte social ya que el personaje ha experimentado el duro aprendizaje de la marginación social moderna: el mundo de los sin techo, los indocumentados, los despreciados.

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