lunes, 6 de mayo de 2019

Salambó

El divertimento de Flaubert


   El escritor francés Gustave Flaubert es mundialmente conocido gracias a Madame Bovary. La historia fue publicada en formato de folletín en la Revue de París, y pronto logró la atención de las autoridades que la denunciaron por inmoral. Los tribunales dieron la razón al escritor, y tiempo después pudo imprimirse en formato libro. Con el dinero que ganó, Gustave Flaubert viajó a Cartago para empaparse de la cultura y poder escribir su siguiente gran éxito, Salambó (1862)
   La maestría indiscutible del autor francés como prosista alcanza en Salambó una grandiosidad incomparable. Ahora bien, el lector puede llegar a agobiarse por la gran cantidad de detalles, de sensualidad apabullante y de descripciones que hacen que pueda distraerse de la propia narración.
   Salambó se cimenta en las crónicas de autores latinos y griegos, usando una gran cantidad de información histórica y proporcionando al lector un contexto social de una minuciosidad extrema. Las referencias a costumbres, vestiduras, armas, alimentos o vegetación son tan abundantes como precisas, consiguiendo así que la obra no parezca una novela contemporánea. 
   La obra cuenta la revuelta conocida como Guerra de los Mercenarios, acaecida en Cartago en el siglo III a.C. Tras la Primera Guerra Púnica, los soldados mercenarios que los cartagineses habían contratado para luchar por ellos se rebelaron al no recibir los pagos prometidos; esto condujo a una sangrienta guerra civil que duró más de cuatro años y provocó miles de muertos en ambos bandos.
   Flaubert toma como punto de partida este suceso para narrar el papel que Salambó, hija "ficticia" del general cartaginés Amílcar Barca, juega en el desarrollo y fin de la guerra. Ella es el objeto de la lujuria obsesiva de Mâtho, el líder de los mercenarios, que cae rendido ante ella cuando la conoce en el festín de los mercenarios celebrado en Megara. Mâtho, con la ayuda del esclavo liberto, Spendius, roba el velo sagrado de Cartago, el Zaïmph, provocando a Salambó para que entre en el campamento de los mercenarios e intente recuperar el velo. Las luchas posteriores y las desventuras de los principales personajes pondrán de manifiesto la crueldad del conflicto y el funesto destino al que todos ellos, sin excepción, se verán abocados.
   Aunque la trama sea una excusa para que el autor luzca su talento literario mediante la recreación de escenarios y personajes, lo cierto es que es una obra sobre la crudeza y la violencia de la guerra, aunque el amor y el deseo asomen en forma de voluptuosas sensaciones.
    Amores, traiciones y actos heroicos con la siempre presencia del dolor de la lucha, las pérdidas de todo tipo y el vacío que inevitablemente se deja tras de sí. 
       El autor pretende mostrar la debilidad que todo hombre esconde dentro de sí. En el caso de Mâtho pronto queda claro que es el amor, pero entre los demás personajes observaremos puntos flacos que, a la menor oportunidad, son explotados por sus semejantes o adversarios: la codicia, el orgullo, la cobardía o el honor serán talones de Aquiles de muchos participantes en la guerra, revelando de esta forma la incapacidad de los seres humanos de permanecer estables frente a la adversidad.  
   Salambó, por su parte, encarna el castigo por la desobediencia y el desafío a la autoridad. Si bien el robo del manto sagrado de la diosa, el Zaïmph, parece condenarla a un destino funesto, lo cierto es que su futuro se ve marcado por su relación con Mâtho, al que aborrece como enemigo de su pueblo, pero al que no puede evitar admirar como hombre libre, valiente y obstinado.
 
Cartel de la película francesa de 1960 dirigida por
Sergio Grieco
    La novela es un divertimento del gran Flaubert, que se dio el capricho de dedicar cinco años a aplicar las técnicas de la novela moderna a un tema ambientado en la antigua Cartago. En ese tiempo viajó al norte de África, se documentó exhaustivamente, leyó más de cien libros sobre los cartagineses, hizo un montón de borradores y versiones, y le dio mil vueltas al asunto.
   Finalmente, cuando la acabó, la novela fue un éxito inmediato y se convirtió en un superventas. Cartago se puso de moda, la gente se disfrazaba de esa época en carnavales, se hicieron óperas, obras de teatro sobre los cartagineses y las casas se decoraban con lo que se suponía que era estilo cartaginés. Curiosamente, hallazgos arqueológicos posteriores confirmaron que Flaubert había acertado en bastantes cosas.

 La principal fuente de Flaubert fue el Libro I de las Historias de Polibio. Este no era un periodo de la historia bien documentado, por lo que requirió mucho trabajo por parte del autor.   
   El elenco de personajes no tiene desperdicio: Salambó es una virgen sacerdotisa, hija de una gran general cartaginés; Amílcar Barca, su padre, es el fenomenal estratega que ha vencido en mil batallas; Mâtho, el apuesto líder de la rebelión de los mercenarios que exigen a Cartago el pago de sus salarios; Spendius, un inteligente esclavo griego, recién liberado, que se convertirá en el mentor y guía de Mâtho; Narr'Havas, el prestigioso caudillo númida que traiciona a los bárbaros...   Más que una novela, parece un largo poema en prosa, un poema épico que recuerda a los clásicos más antiguos. El lenguaje está muy cuidado, pulido y corregido obsesivamente, como solía hacer el maestro francés.

   La novela es un prodigio de belleza y literatura en la que Flaubert consiguió reconvertir una historia plagada de datos sin resonancia artística, en una obra vital, emocionante, violenta, hermosa y, sobre todo, humana.


 
Enlace a la película Salambó (1960)

No hay comentarios:

Publicar un comentario