jueves, 2 de febrero de 2017

Eduardo González Viaña

Comprometido con su pueblo y sus raíces

   Licenciado en Derecho, Eduardo González-Viaña (Chepén, Perú, 1941) se doctoró en Literatura en la Universidad de Trujillo. En el vecino puerto, Pacasmayo, discurrieron su infancia y su adolescencia, y ello daría el fondo marino de su primer libro de cuentos, Los peces muertos (1964), así como la entrañable nostalgia por el norte peruano que es ostensible en toda su obra.
   Realizó estudios en Lingüística y Literatura en España y Etnología en París. También trabajó como corresponsal de guerra en diversos puntos de África y en Irán durante la Revolución teocrática de Jomeini.
   Es catedrático en la Western Oregon University, además ha sido profesor visitante en las universidades de Berkely, Dartmouth y Oviedo.
   González Viaña significa el coronamiento espléndido de una manifestación literaria surgida en el norte del Perú que haría de Trujillo, a lo largo del siglo, el lugar donde surgen figuras universales de la literatura peruana como es el caso de Ciro Alegría y César Vallejo. En las primeras décadas, ellos se expresaron al frente de un grupo literario llamado “Norte”. Tiempo después, “Trilce”, el grupo de EGV, sería directo sucesor de aquél.
A los 26 años, su colección de relatos Batalla de Felipe en la casa de palomas lo haría merecer el Premio Nacional de Fomento a la Cultura "Ricardo Palma". Identificación de David, una novela publicada en 1974 lo haría ganador del Premio Nacional de Novela “Universo”.
   En los años 80, su literatura se orientaría resueltamente hacia el tema antropológico. ¡Habla, Sampedro, llama a los brujos! (1979), la conversación con un chamán del norte peruano se convertiría en un “bestseller” español y Sarita Colonia viene volando (1990), la biografía soñada de una santa creada por el pueblo, sería su homenaje “a la santidad de los pobres” y un libro que ha sido considerado como una de las grandes novelas peruanas del siglo XX.
   Durante la década del 90, González Viaña reside en los Estados Unidos trabajando como catedrático en las universidades de Berkeley y de Oregon. Sus textos se orientan entonces a describir la emigración hacia Estados Unidos“la más grande y trascendente desde los tiempos en que los judíos caminaban hacia la Tierra Prometida". De este período proceden varios libros de ensayo y relato.
   Entre sus publicaciones, destacan  El amor se va volando (1990), Las sombras y las mujeres (1996), Los sueños de América (2000), El corrido de Dante (2006), Vallejo en los infiernos (2007), El último vuelo de Superman (2012), El lucero de Amaya (2012).    También ha hecho sus incursiones en la literatura infantil con libros como El Lucero de Amaya, Eterno Mateo y ¡Quién no se llama Carlos!. Sostiene que tiene la suerte de ser abuelo y cree que “los niños no son tan niños” y que “pueden ser más sabios que los adultos”. Esta creencia la plasma en sus libros, en los que aparecen personajes como Amaya, pequeña hija de un inmigrante peruano, dispuesta a salvar al planeta que se encuentra amenazado por un meteorito.
   La prosa de Eduardo González Viaña ha sido calificada como una de las más elegantes del siglo. Según el crítico Ricardo González Vigil, "fluye rítmica y encantatoria cual versos olvidados de las convenciones métricas". Por su parte, Bryce Echenique dice que "es una prosa tan perfecta que dan ganas de cantar mientras se lee”.

   González Viaña publica cada semana la columna “El Correo de Salem” que aparece en diarios de España y de las Américas. Inmigración, cultura y análisis político son sus temas más frecuentes.

Para más información consultar su página web, El correo de Salem

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