miércoles, 28 de noviembre de 2012

El lector de Bernhard Schlink

La culpa  



   Durante la posguerra de la Segunda Guerra Mundial, Michael, un muchacho de quince años,  conoce a Hanna, una revisora de tranvía mayor que él de la que se enamora. La relación se mantiene con una condición: para continuar viéndola, él debe leerle fragmentos de obras literarias antes de cada encuentro amoroso. Así transcurre su adolescencia, hasta que un día ella desaparece.
   El reencuentro entre la pareja se produce años más tarde, aunque esta vez tiene lugar en el banquillo de un tribunal al estar Hanna acusada por su pasado nazi. A partir de este momento, la novela de Bernhard Schlink da un giro espectacular y plantea las grandes incógnitas que han rodeado la vida de Michael. Así, el contraste de afectos de juventud con realidades monstruosas y la convivencia del lado oscuro con el luminoso de la personalidad está magistralmente tratado en El lector, dentro de esta parte de la novela, que desempeña un papel preponderante en la trama.
    Schlink con lenguaje directo, conciso y sin adornos, nos despliega las grandes contradicciones que las generaciones posteriores tienen que soportar sobre su pasado reciente. 
Es breve, no le sobra ni una frase, los diálogos son directos y francos, invitando a la reflexión en todo momento.
   
   Esta novela contiene muchas preguntas y cuestiones que llevan a la reflexión sobre qué hacer o cómo sentirse ante el hecho de conocer el pasado de alguien a quién amaste y que en realidad no conocías. Un pasado que no te va a gustar nada y que te es difícil comprender, que quieres condenar, y no puedes olvidar, porque no sólo te afecta a ti sino a toda la humanidad. 
   Sentimientos encontrados que llevan a plantearte como debieron sentirse muchos alemanes en la posguerra y posteriormente, porque ellos vivieron con el amargo recuerdo del holocausto.

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