Premio Setenil 2025
Nacido en Antequera (Málaga) en 1973 y residente en Alcalá la Real (Jaén), Juan José Montiel Gálvez es licenciado en Documentación y diplomado en Biblioteconomía por la Universidad de Granada. En la actualidad compagina su labor periodística en el periódico Alcalá la Real Información, con su afición a la escritura desde hace más de una década.
Ha obtenido hasta la fecha más de una treintena de premios y distinciones, entre los que cabe mencionar el primer premio en el II Concurso de Relato Fundación Julio Visconti (2017), el segundo premio en el XXIII Concurso de Relatos Cortos Juan Martín Sauras (2018), el primer premio de narrativa en el XLII Certamen Literario de Bargas (2020), el accésit en el LX Certamen Nacional de Poesía Amantes de Teruel (2021), el primer premio en el XI Certamen Literario Ricardo León (2021) o el accésit en el XXXVIII Concurso de Cuentos Gabriel Aresti (2021). Sus relatos han sido incluidos en una veintena de antologías.
Aunque Cada Lunes de Aguas (Fukgencio Pimentel, 2024) es su primer libro publicado, Montiel cuenta con una sólida trayectoria en el género del relato corto, lo que ha avalado su proyección en el panorama literario nacional.
El cuento titulado «Todas las tardes había fiesta», incluido en el libro, fue reconocido con el Premio Internacional de Cuento Ignacio Aldecoa en su edición número 53.
La expresión "Cada Lunes de Aguas" se refiere al Lunes de Aguas, una fiesta tradicional de Salamanca y su provincia que se celebra el lunes siguiente a la Semana Santa. Nuestro "Día de la Mona". Esta festividad se originó por orden de Felipe II, quien mandó que las prostitutas fueran recluidas en la Casa de Mancebía durante la Cuaresma. Durante el Lunes de Aguas, los salmantinos disfrutan de una merienda en la ribera del río Tormes, celebrando el fin de la abstinencia cuaresmal con manjares que no podían consumir durante ese tiempo. Es una fiesta que combina elementos de tradición, cultura y desenfreno primaveral, siendo muy querida por los habitantes de Salamanca.
La riqueza lingüística, el realismo mágico y social, y el suspense en los relatos son la esencia de la obra de Montiel. Una prosa ágil, a base de expresiones rápidas, tajantes y hasta insólitas. La elipsis es su primer mandamiento.
La riqueza lingüística, el realismo mágico y social, y el suspense en los relatos son la esencia de la obra de Montiel. Una prosa ágil, a base de expresiones rápidas, tajantes y hasta insólitas. La elipsis es su primer mandamiento.
El asunto del lenguaje literario preocupa especialmente a Montiel en todo lo relacionado con la especificidad y el rigor histórico de su escritura. La semántica responde a una riqueza sorprendente, recuperando términos en desuso, propios de los ambientes rurales, ahora abandonados o vaciados. Montiel describe un mundo desaparecido de la España rural, pobre, analfabeta y, en cierto modo, de costumbres primitivas, que en este libro reviven con un auténtico valor etnológico.
El universo femenino, las localizaciones variopintas, del Mediterráneo al Atlántico, con descripciones de una riqueza deslumbrante, con detalles desconocidos y sorprendentes, conforman el libro de Juan Montiel.
Pero es el realidad transportada por la imaginación, el registro en el que sin duda se inscriben los cuentos que componen Cada Lunes de Aguas. Seis relatos con unos hechos que nos sorprenden y que se someten a un acontecer desconocido.
En el relato Ardides de Caín hay una rememoración del mundo rural tradicional, con elementos de la tradición de un mundo ya desaparecido y a la vez con el suspense provocado por unos crímenes acontecidos en aquella España ancestral y retrasada, muy cercana a la ecoficción de Miguel Delibes y a la narrativa de Aldecoa por el estilo y el lenguaje.
En este cuento y en Jarandina, la naturaleza y la vida campestre aparecen retratadas con una gran autenticidad. Además, en Jarandina (Jacaranda, música para bailar y cantar) aparece el fenómeno de la emigración, casi masiva, de las tierras pobres a Barcelona. como una necesidad perentoria, inexcusable, en relación además con una historia de amor impredecible. Mariona y Adrien, la ciudad. Antolín El Charro, el pueblo.
En el relato titulado El costado blanco de mi amor es una historia en la que se mezclan, con gran maestría, el retrato realista de una familia miserable y desgraciada, y un evento enigmático, casi mágico, protagonizado por un anciano rico y moribundo. Sin olvidarnos de la intervención del cura del pueblo.
El suspense es un rasgo o componente que atraviesa todos los cuentos de Cada Lunes de Aguas. En el relato ganador del Premio Ignacio Aldecoa, Todas las tardes había fiesta, el amante muerto es enterrado de un modo un tanto extraño; tan extraño como la confesión tan natural de ella. Cuando vuelve al lugar del crimen, lo que ocurre es bastante sorprendente.
En Amical (amigable), unas mujeres presas o encerradas, para protegerlas no se sabe muy bien de qué o de quién, son condenadas a un trágico final, tampoco se sabe muy bien por qué.
En el último cuento, Sintra [343], se inscribe totalmente en el género negro: una maleta cerrada y pestilente, una enferma mental y la desaparición de la joven Ainés Landa..
La violencia es intrínseca a esta narrativa de Montiel, que se inspira del ser humano natural, anclado al terruño o a un ambiente del que no puede escapar por mucho que lo intente.
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