lunes, 4 de abril de 2022

Lluvia fina

¿Puede hablarse de todo entre los seres queridos?

Para su autor, Lluvia fina (2019) se ha escrito sola. Todo surge a partir de una muy breve noticia de un periódico que contaba una tragedia tras una reunión familiar. Fue un destello que se le disparó: de repente vio que ahí estaba la novela. Durante apenas tres meses fue madurando la idea y sólo necesitó cuatro o cinco para escribirla. Las relaciones familiares, los rencores que no se curan, los límites de la verdad o de la mentira que nos suelen distanciar irremediablemente son las temáticas que abarca la novela de Luis Landero. Pero si fuera poco también habla de los problemas de sugerir más que contar, las medias palabras o el comentario con puntos suspensivos.
"Es temerario decir todo lo que se piensa"
Y para enredarlo más todo, Landero nos plantea que la vida no es la que uno vivió sino la que recuerda.

El escenario de Lluvia fina es la preparación de una celebración con motivo del 80 cumpleaños de la matriarca de la familia. Gabriel, uno de los tres hijos, llama a sus dos hermanas, Sonia y Andrea, para festejarlo. Lo que hizo o dejó de hacer la madre (una mujer de carácter, de las de moño prieto, ahorro y miedo a la sonrisa porque trae desgracia) es clave. Aurora, la mujer de Gabriel, es la guardiana involuntaria de las distintas versiones que tiene cada familiar respecto de los demás. A medida que avanza la obra, los viejos rencores afloran, sale a relucir lo que hace tanto se dijo y no se olvidó.
"En la familia todo se encona porque hay cuentas que sanar, agravios que la imaginación exalta. O se inventan. Traumas... Y, por supuesto, reproches que se suelen hacer tardíamente. El victimismo está en todas partes, siempre buscamos culpables. Ese 'yo podría haber hecho...'. Las frustraciones las proyectamos en la familia. O en la política", agrega Landero.

Lo difícil es comprender sin juzgar y ahí está Aurora, la confesora de todos "...al escuchar las palabras de los demás, Aurora «las embellecía con su atención" Gracias a esta virtud tan encomiable, Aurora "año a año, todos los días de todos los meses, a cualquier hora, fue enterándose del argumento exacto de sus vidas". El problema, claro está, es que al verse presa en esta telaraña familiar, Aurora pasa a convertirse también en otro personaje más de este relato familiar.

Lluvia fina es una tragedia doméstica. bien todas las otras obras de Luis Landero redundan en aspectos nostálgicos, está traspasa todos estos límites y se adentra en un sendero que deja poco para la esperanza. Un drama en toda regla, lleno de diálogos bellos y terribles. El tema está tan bien retratado, con sus increíbles personajes tan nuestros, además de una escritura impecable y llena de subordinaciones, perfectas y coloristas. En resumen, una novela realista de tiempos actuales que se te mete en lo más adentro de ti, atrapándole como pocas. Una tragedia intimista y profunda que nos ayuda a tomar partido en las emociones de los protagonistas.

La voz, el tono, la estructura o la forma de armar la novela, a juicio de Landero, está ya diseñados en los primeros párrafos. La no inocencia de las palabras que pronunciamos, de las historias que contamos, a veces inventándolas, otras omitiendo hechos, otras magnificándolos, en ocasiones casi de modo inofensivo hacen que no se las lleve el viento y entonces quedan posos que con los años se compacta y conforma una historia de vida y de relaciones con los otros. Esos otros que a su vez dicen medias verdades y también mentiras.

¿Y quién escucha las palabras que decimos?

En esta historia hay una receptora de palabras. Aurora, que siempre ha escuchado y que tiene su propia historia, sabe que las palabras hieren tanto que removerlas significa que caiga una lluvia fina que penetre y lo enlode todo más.
El acierto de crear a Aurora como vehículo de las historias familiares hace que llegue a los lectores mediante dos aspectos que el autor intencionadamente disimula hasta hacerlos invisibles.
El primero se adivina en la textura cotidiana que adquieren los personajes, incluso el más extremo de todos ellos, como es Horacio y el segundo aspecto constructivo reside en la técnica de los diálogos yuxtapuestos que reproducen lo dicho en momentos distintos y por personajes distintos en un doble plano: lo que hablan los hermanos entre sí y lo que los hermanos transmiten a Aurora.

Es una novela construida prácticamente toda ella a través del sistema de la citación. Es estilo directo porque lo narrado por cada uno de ellos es reproducción exacta de lo acaecido: A veces, con frecuencia, dado que todo ya ha sucedido, se mezcla lo que se está diciendo con una anterior citación de otro personaje que enjuicia, introduce su punto de vista, contradice..., pero todo siempre en el momento en que es contado a Aurora. Ella misma también referirá su experiencia con Gabriel, su marido. Y lo hace en primera persona abandonando el estilo de la citación o mezclando en estilo directo la conversación mantenida con él con otra u otras conversaciones mantenidas por otros personajes. Una compleja y muy trabajada novela que pese a la dificultad del procedimiento consigue que la historia fluya y que estemos a gusto leyéndola.

También trata el tiempo real, unas cuatro horas aproximadamente durante las que Aurora ha estado recordando las confesiones que unos y otros le han hecho quejándose todos de todos. Esas quejas, esa multiplicidad de voces que durante veinte años, desde que llegó a esa familia, ha escuchado con paciencia infinita han ido calando en ella como esa lluvia fina que al salir del colegio encuentra en la calle y que la conduce hacia el futuro.

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