jueves, 1 de octubre de 2020

Nosotros en la noche

Los "viejos" también aman


Bienvenidos a Holt, un lugar de la América profunda donde las vivencias, los recuerdos y las culpas forman parte de un escenario donde el dolor, el peso de la vida y la esperanza tienen cabida. El escritor norteamericano Kent Haruf escribió Nosotros en la noche cuando tenía 71 años. En febrero de 2014 se le diagnosticó un cáncer terminal y decidió que esta sería su última novela. En noviembre de aquel año, después de entregar las últimas correcciones a la editorial, Haruf murió. Nunca llegó a ver su obra publicada, nunca supo que llegaría a miles de lectores. Sin duda, este fue su testamento literario y de vida, un libro de menos ciento cincuenta páginas escrito desde el corazón que pone en valor los problemas de la vejez. 
   Problemas que a los habitantes de Holt les parecen ajenos ya que viven el día a día con sus rutinas y sus ritmos inquebrantables. Ahí es donde residen Addie y Louis.
   Y llega la noche y con ella la soledad de la viudedad. No hay otra. Pero Addie no está dispuesta a conformarse y de la forma más natural, decide hacer una inesperada visita a su vecino Louis: 
«Me preguntaba si vendrías a pasar las noches conmigo. Y hablar...».
   Ante tan sorprendente propuesta, Louis no hace otra cosa que acceder. Simplemente eso. Al anochecer, las horas se hacen más difíciles, la soledad se instala en sus casas y en la oscuridad todo se hace más duro. Por eso, Addie quiere que vaya a su casa a dormir con ella, para poder charlar y entretenerse, y así, no estar solos. 
   Louis atraviesa su calle en dirección a la casa de su vecina. En una bolsa lleva su pijama y su cepillo de dientes. En muy poco tiempo lo que pudo resultar incómodo y extraño pasa a ser placentero. Noche tras noche empiezan a conocerse. Hablan de sus errores y aciertos, de su juventud, de sus matrimonios, de sus sueños y miedos presentes, de la muerte La intimidad entre los dos va creciendo e intentan no ceder ante las presiones vecinales y las de sus propios hijos. Entre las sábanas divisan la posibilidad real de pasar juntos el resto de sus días.
   Nosotros en la noche es una obra impactante, que a través de una historia muy simple nos presenta los temores más escondidos del ser humano moderno. Una historia concisa y conmovedora, con un fondo agridulce donde lo rutinario esconde unas ganas tremendas de vida pero nos hace reflexionar sobre algunos aspectos de la edad dorada.
   Cuando se habla de la vejez, a menudo se hace referencia a los problemas de salud pero no tanto a los problemas de SOLEDAD. Cada vez vivimos más años, y cada vez hay más gente que se pasa muchos años, décadas incluso, sola. Esta gente a veces quiere amor o, porque no, sexo. La sociedad establece que a cierta edad ya no se crean nuevas relaciones y tampoco las consideran necesarias e incluso no es admisible, cada vez menos, se decida rehacer la vida o pasar un buen rato en compañía.
   Pero el problema más grave que apunta Haruf es hacer creer que las personas mayores son como niños. La INCAPACITACIÓN de hombres y mujeres sensatos, con sus capacidades mentales absolutamente intactas, que han mantenido un comportamiento intachable durante años, son considerados responsables de tomar decisiones, incluso en cosas que sólo los afectan a ellos. Sus descendientes se creen autorizados a tutelarlos en sus decisiones, sobre todo, económicas. 
El chantaje familiar hacia los abuelos para que sigan sus directrices es constante ante el panorama de aislamiento y soledad que se les presentan. La familia, para muchos abuelos, es un último refugio, pero al mismo tiempo es una prisión.
   La vejez es un tema incómodo. La INCOMPRENSIÓN hacia la ancianidad es patente en una sociedad en que la juventud se presenta como modelo y se intenta negar la evidencia de la decrepitud. Haruf nos invita a participar en las visitas de estos dos personajes para entender algo muy importante, que más allá de la edad en la que todo está ya cumplido, siempre cabe la posibilidad de que las almas encuentren nuevos lugares donde conversar, bailar, viajar, sorprenderse e incluso enamorarse. Holt duerme, Louis y Addie viven. 

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