jueves, 2 de enero de 2020

La línea Maginot

o Ensayo sobre un sueño de hormigón armado
   
Getty
   La línea Maginot fue un intento de Francia por evitar la invasión de la Alemania nazi y se convirtió en uno de los mayores fracasos militares del siglo XX .
   Francia continuaba en un estado de terror tras la Primera Guerra Mundial por la amenaza constante de Adolf Hitler y su Tercer Reich.
   El ministro de Defensa francés André Maginot, mutilado por la metralla en aquel infierno de 1914 a 1918 e iluminado por lo que creyó una idea genial, trazó sobre la mesa de operaciones bélicas una casi infinita raya que empezaba en el mapa de su país y serpenteaba a lo largo de la frontera con Alemania e Italia.
Había nacido la Línea Maginot.

   La Línea Maginot cubría la totalidad de la frontera con Alemania. Hitler decidió eludirla y llegar a Francia tras invadir Bélgica. Desde la línea no se disparó una sola bala. Tenía 400 kilómetros de largo, 19 fortificaciones de artillería liviana y pesada, un tren subterráneo, trabajaron más de 1.800 hombres durante 6 años y costó 6 mil millones de dólares de hoy. Cuando los soldados ingleses y norteamericanos recuperaron la línea, vieron que las armas y municiones que allí se encontraban estaban nuevas, sin uso.
   El proyecto chocó contra el primer ministro Paul Reynaud y contra el entonces coronel Charles de Gaulle, veterano –como Maginot– de la primera gran guerra, y también herido en Verdún.
De Gaulle juzgó demasiado caro el proyecto de Maginot. Según él, era más sensato invertir esa fortuna en armas, vehículos blindados y aviones. Pero a Maginot lo apoyaban los mariscales Joseph Joffre y Phillipe Pètain: ambos casi octogenarios y aferrados al concepto de la guerra de trincheras.

Gráfico que muestra todas las dependencias que tenía la Línea Maginot en una de sus fortificaciones. Hospital, comida, motores diesel, suplementos medicinales, ascensores y hasta un tren subterráneo (Getty)
   Según sus mentores, la Línea Maginot ahorraría tropas: un modo de compensar las bajas de la primera gran guerra. Frenaría a tiempo un posible ataque alemán. Protegería las cuencas industriales y las minas de Alsacia y Lorena, que en anteriores conflictos habían sido un apetecible botín para el enemigo. Serviría de base para un contraataque. Obligaría a las tropas nazis a eludirla y pasar por Bélgica, Suiza o la región del Sarre, uno de los dieciséis estados federados de Alemania. 
   Los trabajos empezaron en 1928: no en la frontera alemana sino en la italiana, pues el fascismo de Benito Mussolini provocaba más inquietud que la República de Weimar alemana, instalada en la ciudad de ese nombre después de la derrota de 1914–1918 como nuevo régimen destinado a resucitar al país. Gobernó entre 1919 y 1933, cayó en medio de graves conflictos políticos y sociales, desembocando en el nombramiento de Hitler como canciller.    La obra principal de la Maginot fue terminada en gran parte antes de 1939. Se alargó desde Suiza hasta Luxemburgo, y una extensión mucho más simple fue ampliada hasta el Canal de la Mancha después de 1934.

   Pero pronto el fracaso mostró su peor cara. El 10 de mayo de 1940, sin declaración de guerra, a traición, la Alemania nazi invadió Holanda, Bélgica, Luxemburgo. En apenas dieciocho días logró la rendición belga, y aprovechando los intrincados bosques y las montañas fronterizas rompió las escasas defensas francesas, ya que la Maginot, tremendo error, no cubría la zona de las Ardenas.
Así las cosas, la orgullosa y, en los mapas, inexpugnable fortaleza, cayó desde Suiza hasta el Atlántico.Y toda Francia, en manos del Hitler y su Tercer Reich, ocupada hasta 1944. La línea Maginot se desplomó antes de derribar a un solo soldado enemigo.

La Línea Maginot, hoy. La imagen muestra la entrada a uno de los museos
 en Markolsheim, Francia (Foto: Javier Scheave)



 

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