martes, 15 de diciembre de 2020

El mar

Una marea de metáforas

"El pasado supone para mí un refugio", escribe Max Morden, el narrador de El mar (2005), novela de John Banville. "Allí voy de buena gana, me froto las manos y me sacudo el frío presente y el frío futuro".
Fotograma de la película El mar de Stephen Brown

Tras la reciente muerte de su esposa después de una larga enfermedad, el historiador de arte Max Morden se retira a escribir al pueblo costero en el que de niño veraneó junto a sus padres. Allí rememora el intenso verano en el que conoció a los Grace (los padres Carlo y Connie, sus hijos gemelos Chloe y Myles, y la asistenta Rose), por quienes se sintió inmediatamente fascinado, y en el que se inició a la vida y sus placeres, la amistad y el amor, el sexo, pero también el dolor y la muerte. Banville llega a El mar: amable, poético, incisivo, profundo, pero ¿a dónde nos quiere llevar?

Max Morden es el protagonista absoluto de la novela, un personaje que se extiende ante nosotros y nos hace participe de todo lo que ocurre. Piensa para nosotros, incluso por nosotros, es consciente de que hay un público. Nos habla de Anne, su mujer recientemente fallecida y de los Grace pero estas tramas son excusas para tratar lo que verdaderamente importa, la memoria, los recuerdos, el amor, las aspiraciones, la convivencia, las pérdidas, y el envejecimiento, todo con un lirismo impresionante.

La memoria como un viaje en el que se avanza y se retrocede, como el mar. La pérdida de las personas a las que hemos querido y aquellas que sufrimos en nuestro interior. Las aspiraciones que nos convierten en lo que somos o lo que nos hubiera gustado ser. El pasado real y el pasado recordado. Morden se toma su tiempo, se recrea en los recuerdos, en las luces, los reflejos, los olores, sin prisas, sin pausas incluso con un cierto egocentrismo incluso.

Max Morden quiere saber porque los Grace lo asedian todo este tiempo y quiere saber como un hombre viudo se enfrenta a la soledad y al dolor de la pérdida “Soy un virtuoso de la culpa”, nos dice en algún momento. La prosa de Banville es abstracta y sus páginas están llenas de imágenes clarísimas, de sonidos, de olores que funcionan ya que los sentidos forman parte del camino de la memoria. A Max Morden le gusta “el olor barroso del pelo de las mujeres cuando reclama un lavado”. De su hija nos dice que “generalmente no huele a nada”, al contrario que su mujer, “cuyo olor animal, para mí la fragancia a estofado de la vida misma, y que ni el perfume más fuerte podía disimular, fue lo primero que me atrajo de ella”

En clave casi poética a veces, irónica otras y con dosis de novela negra en su recta final, Banville nos sumerge en un universo de personajes abocados a soportar el dolor y el placer que nos ofrece la vida.

La playa, el mar azul del pintor Pierre Bonnard (1867-1947)



jueves, 10 de diciembre de 2020

John Banville

Dos escritores, un solo hombre

El novelista irlandés John Banville (Wexford, 1945) es ese tipo de escritor que puede pasarse un día con una sola frase. Escritos la mayoría en primera persona, sus libros son concisos pero elaborados, con un vocabulario grandilocuente y más centrados en el estilo que en el argumento.

Banville trabajó en la compañía aérea Aer Lingus, lo que le permitió viajar por el mundo. Residió en Estados Unidos en 1968 y 1969, y de regreso a Irlanda se dedicó al periodismo y trabajó en el diario The Irish Press, en el que llegó a subeditor jefe, posteriormente trabajaría para The Irish Times y después fue colaborador de The New York Review of Books.

A partir de ese momento comenzó a presentar sus primeras obras literarias, publicando en 1970 la antología Long Lankin, a la que siguió su primera novela Nightspawn, que pasó desapercibida, tanto para la crítica como para el público.
Sin embargo, pocos años después vería reconocido su talento con obras como Brichwood (1973), la Trilogía de las revoluciones -Copérnico (1976), Kepler (1981) y La carta de Newton (1982) - y otras entre las que sobresalen El libro de las pruebas (1989), finalista del Premio Booker, y El mar (2005), que se hizo con el premio. En 2012 editó Antigua luz. En 2015, lanzó The Blue Guitar y dos años después La señora Osmond, una secuela del Retrato de una dama de Henry James, escrito que imita perfectamente el estilo de James. "Para sorpresa mía, descubrí que tenía la 'voz' de Henry James, o algo parecido, desde el principio"

Esto significó el lanzamiento de su carrera como escritor, que le ha llevado a recibir premios como el Booker, el Guardian, el Nonino, el Irish Book o el Kafka.
En 2014, recibió el Príncipe de Asturias de las Letras cuyo jurado destacó del escritor "su inteligente, honda y original creación novelesca" y, "a su otro yo", Benjamin Black por sus "turbadoras y críticas novelas policiacas"

Ya que John Banville es Benjamin Black. El autor ha desarrollado una actividad paralela dentro del género de la novela negra con títulos tan conocidos como El secreto de Chistine, novela que se publicó en 2007 con el nombre de Black y que trata sobre un médico alcohólico llamado Quirke, cuyo trabajo como patólogo en la división forense de Dublín lo sitúa en proximidad de muchos cadáveres. El seudónimo no era realmente un encubrimiento sino más bien una forma de indicar que John Banville tenía otra mitad oscura que podía hacer algo diferente, algo con un estilo lo más sencillo posible. Black es espontáneo, Banville es concentración.


Esta serie que escribe con una prosa más ligera y directa, pero igual de exquisita, cosecha gran éxito de público y crítica, con títulos como El otro nombre de Laura (2008), En busca de April (2011), Muerte en verano (2012), Venganza (2013) y La rubia de los ojos negros (2014) en la que resucitó al detective Philip Marlowe, creado por Raymond Chandler. Además, publicó Even the Dead (2015) y Wolf on a String (2017).

La última novela de Banville/Black, Pecado -en inglés Snow- es otra de misterio, ambientada también en Irlanda en los años 50. En España, Benjamin Black es excepcionalmente popular por razones que Banville piensa que pueden tener que ver con algo de la historia compartida entre España e Irlanda en el siglo XX: guerra civil, hegemonía de la iglesia y determinada oscuridad en el corazón del carácter nacional. Pero en esta ocasión, en Estados Unidos, la cubierta pone John Banville, no Benjamin Black, ya que Black ha permitido muy amablemente que lo maten, si bien en España tendrá que seguir vivo, planteando un problema a críticos y bibliógrafos, porque aquí es demasiado grande para morir.

La prosa de John Banville se abre a una lírica bella donde se revitalizan los mitos clásicos con toques de ironía. El escritor trabaja el texto frase a frase. Un cuidador extremo de las palabras.

martes, 3 de noviembre de 2020

Nos vemos allá arriba

"Todos los que pensaban que aquella guerra acabaría pronto habían muerto hacía mucho tiempo. Precisamente a causa de la guerra"


Pierre Lemaitre sabe cómo remover el interior de un lector y, en especial, al francés a través de la locura que supone la guerra como machacadora de personas, en lo físico y en lo espiritual. Nos vemos allá arriba (Salamandra, 2015) no es una novela bélica, pero las consecuencias de la guerra impregnan todo, a los protagonistas, al mundo en que se mueven y al futuro, un futuro en donde los destinos de los tres protagonistas se van a encontrar. No es una novela histórica, sino más bien una novela picaresca. Para Lemaitre "la novela picaresca es la novela de la exclusión, es el sálvese quien pueda, es el relato de unos personajes que han de vivir en un mundo que no les quiere"

   Primera entrega de la trilogía Los hijos del desastre y galardonada con el Premio Goncourt 2013, esta novela es un canto a la capacidad de superación del ser humano y, a la vez, un atrevido retrato de una sociedad descompuesta por uno de los más crueles inventos del hombre: la guerra.
 
Fotograma de la película dirigida por Albert Dupontel



   
   En noviembre de 1918, tan sólo unos días antes del armisticio, el teniente d’Aulnay-Pradelle ordena una absurda ofensiva que culminará con los soldados Albert Maillard y Édouard Péricourt gravemente heridos en un confuso y dramático incidente que ligará sus destinos inexorablemente. Édouard, de familia adinerada y con un talento excepcional para el dibujo, ha sufrido una horrible mutilación y se niega a reencontrarse con su padre y su hermana. Sin mandíbula, sin mejillas, sin nariz. su rostro se convierte en una horrible máscara. Sus ojos sobrevivirán para lanzar una mirada de acusación a una sociedad embrutecida por la guerra y las privaciones. Albert, de origen humilde y carácter pusilánime, concilia el sueño abrazado a una cabeza de caballo de cartón y está dispuesto a lo indecible con tal de compensar a Édouard, a quien debe la vida. Y Henri D'Aulnay Pradelle, un noble venido a menos, villano y cobarde, aclamado como un héroe a la vuelta de la Guerra, que no contento con sus vilezas, decide continuarlas en la Paz, jugando con los muertos "para el capitalismo la guerra es un regalo, se sirve de ella antes, durante y después"
   

   Pierre Lemaitre nos presenta una trama meticulosamente urdida, unos personajes rebosantes de humanidad, un buen ritmo narrativo y una prosa que fluye sin alardes de estilo. Ha creado una historia integrando con maestría elementos de géneros tan diversos como el relato de aventuras, el drama psicológico, la crónica social y política y el alegato antibélico. En la narración hay un derroche de rabia y compasión, y a pesar de toda la maldad que puede generar nuestra especie, la voz de la conciencia no renuncia a manifestarse, recordándonos que nuestra obligación es socorrer a los más débiles y vulnerables. La búsqueda de la dignidad. 
  

   El 28 de julio de 1914 comenzó una escalada bélica que se cobraría casi veinte millones de vidas, si sumamos las bajas y los desaparecidos. Se habló de Gran Guerra porque nadie se atrevió a pensar que una matanza semejante se repetiría, incrementado hasta cifras inverosímiles el número de víctimas. Nos vemos allá arriba reproduce los sentimientos de impotencia, humillación, miedo y desamparo de los combatientes, casi siempre hombres comunes con escaso ardor bélico y un sincero anhelo de paz. En la novela se contrastan dos historias contrapuestas como las imágenes de un espejo: en ambas aparece la corrupción, la estafa, el afán de lucro, la indiferencia por las víctimas del fraude. Pero qué diferencia entre una y otra imagen. Simétricas, sí, y por eso mismo, inversas.
   Francia que, tras la Gran Guerra de la que esperaba estar laureada de héroes, gloria y honor, quedó convertida en un vertedero lleno de pícaros, cuando no de criminales; repleta de tullidos, de mutilados en su cuerpo y en su alma; nada que ver con la algo que era como un reflejo cruel de la gloriosa victoria con la que se soñaba en los días previos al armisticio que es cuando empieza la trama.
    El aspecto de folletín del libro recuerda a Dumas, Victor Hugo, Tolstoi; el padre cree muerto al hijo que no lo está; la posibilidad de un encuentro entre ambos amenazando continuamente; la suerte que sonríe al rico mezquino y se burla de los pobres héroes olvidados; la justicia que acaba dejando deudas zanjadas, aunque para ello haya de llevarse por delante a algún personaje. Desde Albert y Édouard, Pradelle y su suegro, el magnate Péricourt, hasta el alcalde, pasando por el funcionario Merlin y Madeleine, al final, el autor sabe repartir los oportunos destinos a todos los personajes en función de su papel en la obra siguiendo una trama lineal que siempre manteniendo el ínteres, el interes Lemaitre.

jueves, 29 de octubre de 2020

Pierre Lemaitre

El espejo ante la pobre humanidad


Autor, guionista y psicólogo francés, Pierre Lemaitre, nació en París en 1951. Durante años trabajó como profesor para adultos, concretamente enseñando comunicación, cultura general y literatura destinada a bibliotecarios. 
   Con 56 años llega al mundo de la literatura, dando sus primeros pasos dentro del género negro, el cual le había fascinado desde siempre. En este campo habría que destacar los libros protagonizados por Camille Verhoeven, su personaje fetiche. Sin embargo, dio el salto a la primera plana de la literatura en 2013 con Nos vemos allá arriba, obra alejada del género policial y por la que logró hacerse con el prestigioso Premio Goncourt, convirtiéndose en uno de los best sellers del año.

  A partir de Nos vemos allá arriba su obra ha sido traducida a más de veinte idiomas y se ha comenzado a publicar también su obra policial en castellano. Con su primera novela Irène (2006, Alfaguara 2015) inició la serie protagonizada por el comandante Camille Verhoeven, que incluye Alex (Alfaguara 2015), Rosy & John (Alfaguara 2016) y Camille (Alfaguara 2016). En ellas el tratamiento psicológico de los personajes (víctima/verdugo) es un factor fundamental. Una dualidad que exprime, sobe todo, en Alex con un estilo angustioso que tiene su reflejo en el cine de Hitchcock de la mano de Lemaitre. Los cambios bruscos en la trama hacen de descolocar al lector, al que pone en tesituras morales a través de las reacciones de sus personajes. En Lemaitre, nada es lo que parece.
   Fuera de la serie llegaron, con una extraordinaria recepción por parte del público y de la crítica, Vestido de novia (2009, Alfaguara 2014), un thriller psicológico protagonizado por Sophie Duguet, una mujer desorientada que pierde objetos, olvida situaciones y es detenida por pequeños robos que no recuerda haber cometido. Por si fuera poco, los cadáveres comienzan a acumularse a su alrededor. Con Tres días y una vida (2016), el autor francés crea una novela de suspenso e incógnita que analiza el sentimiento de culpa tras un asesinato involuntario y cómo un suceso así puede marcar tus actos para toda la vida. 



   Nos vemos allá arriba supuso un punto de inflexión en su trayectoria literaria. Se convirtió en un fenómeno de ventas siendo recibida por la crítica como todo un acontecimiento literario. Después de algo así parecía difícil seguir esa trayectoria que mezcla calidad y entretenimiento, y sin embargo, con Recursos inhumanos (2010, Alfaguara, 2017), Lemaitre lo volvió a conseguir. Con una crítica social con toques de humor, logra una novela negra violenta y directa en donde su personal uso de los giros sigue presente para disfrute del lector.
   Tampoco podemos obviar Los colores del incendio, segunda entrega de la trilogía Los hijos del desastre, tras Nos vemos allá arriba, y tal vez su novela más exitosa: aclamada por la crítica de su país, trenza magistralmente la venganza de una mujer al tiempo que ofrece un retrato soberbio de una época vertiginosa entre los años 20 y 30 del sigo XX.
   Esta trilogía, consagrada al período de entreguerras, concluye con El espejo de nuestras penas publicada en 2020 por Salamandra que retoma sus incursiones bélicas con la dramática aventura de la joven Louise Belmont en la primavera cruel de 1940 en que las tropas nazis avanzaban hacia París.
   En cuanto a las adaptaciones cinematográficas, Recursos inhumanos no es, de hecho, la primera adaptación de alguna de sus obras al formato audiovisual: en 2017, Albert Dupontel dirigió con éxito Nos vemos allá arriba, un drama ganador de cinco Premios César ambientado en los meses inmediatamente posteriores a la Gran Guerra; y en 2019, Nicolas Boukhrief llevó al cine la historia que se relata en Tres días y una vida.


   Para "Le Monde", Pierre Lemaitre "paga sus deudas con intereses y devuelve con creces lo que la literatura le ha dado"

lunes, 5 de octubre de 2020

En milímetros

Nosotros en la noche (Our Souls at Night, 2017)
Jane y Robert


En 1967, Jane Fonda y Robert Redford en la película Descalzos por el parque son una pareja joven que se acaba de casar. En la cinta, estas dos leyendas escenificaban el amor juvenil. Tras más de cincuenta años, ambos se reencuentran en Nosotros en la noche, esta vez el amor es adulto. La historia está dirigida por Ritesh Batra para la plataforma Netflix y está basada en la novela homónima de Kent Haruf.
   Louis Waters recibe inesperadamente la visita de su vecina Addie Moore que, a pesar de su escasa relación, le ofrecerá una proposición "incedente" que cambiará primero sus noches solitarias y luego sus vidas.
   Una vez pasada la primera noche y la primera toma de contacto, todo fluye. Esto nos permite conocer la intimidad de dos ancianos realmente entrañables a través de sus interesantes conversaciones, enriquecidas por la experiencia, sobre quiénes han sido y qué les ha llevado a ser como son. El peso de los diálogos en esas mágicas noches hace que ambos se planteen llegar a más. Hasta que los chismorreos vecinalesy los conflictos familiares minan la continuidad esta relación.
   La interpretación de los actores refuerza una película que es digna de ver aunque solo sea por contemplar la complicidad entre ambos. En su cuarta cinta juntos, ambos demuestran que el tiempo no ha borrado esa química que desprendían en pantalla.

Ficha Técnica:

Reparto:
Jane Fonda (Addie Moore)
Robert Redford (Louis Waters)
Bruce Dern (Dorlan)
Matthias Schoenaerts (Gene)
Judy Greer (Holly)
Iain Armitage (Jamie)

Año: 2017
Duración: 101 min.
País: Estados Unidos
Director: Ritesh Batra
Guion: Kent Haruf
Fotografía: Stephen Goldblatt
Música: Elliot Goldenthal
Género: Drama romántico
Distribuidor: Netflix

jueves, 1 de octubre de 2020

Nosotros en la noche

Los "viejos" también aman


Bienvenidos a Holt, un lugar de la América profunda donde las vivencias, los recuerdos y las culpas forman parte de un escenario donde el dolor, el peso de la vida y la esperanza tienen cabida. El escritor norteamericano Kent Haruf escribió Nosotros en la noche cuando tenía 71 años. En febrero de 2014 se le diagnosticó un cáncer terminal y decidió que esta sería su última novela. En noviembre de aquel año, después de entregar las últimas correcciones a la editorial, Haruf murió. Nunca llegó a ver su obra publicada, nunca supo que llegaría a miles de lectores. Sin duda, este fue su testamento literario y de vida, un libro de menos ciento cincuenta páginas escrito desde el corazón que pone en valor los problemas de la vejez. 
   Problemas que a los habitantes de Holt les parecen ajenos ya que viven el día a día con sus rutinas y sus ritmos inquebrantables. Ahí es donde residen Addie y Louis.
   Y llega la noche y con ella la soledad de la viudedad. No hay otra. Pero Addie no está dispuesta a conformarse y de la forma más natural, decide hacer una inesperada visita a su vecino Louis: 
«Me preguntaba si vendrías a pasar las noches conmigo. Y hablar...».
   Ante tan sorprendente propuesta, Louis no hace otra cosa que acceder. Simplemente eso. Al anochecer, las horas se hacen más difíciles, la soledad se instala en sus casas y en la oscuridad todo se hace más duro. Por eso, Addie quiere que vaya a su casa a dormir con ella, para poder charlar y entretenerse, y así, no estar solos. 
   Louis atraviesa su calle en dirección a la casa de su vecina. En una bolsa lleva su pijama y su cepillo de dientes. En muy poco tiempo lo que pudo resultar incómodo y extraño pasa a ser placentero. Noche tras noche empiezan a conocerse. Hablan de sus errores y aciertos, de su juventud, de sus matrimonios, de sus sueños y miedos presentes, de la muerte La intimidad entre los dos va creciendo e intentan no ceder ante las presiones vecinales y las de sus propios hijos. Entre las sábanas divisan la posibilidad real de pasar juntos el resto de sus días.
   Nosotros en la noche es una obra impactante, que a través de una historia muy simple nos presenta los temores más escondidos del ser humano moderno. Una historia concisa y conmovedora, con un fondo agridulce donde lo rutinario esconde unas ganas tremendas de vida pero nos hace reflexionar sobre algunos aspectos de la edad dorada.
   Cuando se habla de la vejez, a menudo se hace referencia a los problemas de salud pero no tanto a los problemas de SOLEDAD. Cada vez vivimos más años, y cada vez hay más gente que se pasa muchos años, décadas incluso, sola. Esta gente a veces quiere amor o, porque no, sexo. La sociedad establece que a cierta edad ya no se crean nuevas relaciones y tampoco las consideran necesarias e incluso no es admisible, cada vez menos, se decida rehacer la vida o pasar un buen rato en compañía.
   Pero el problema más grave que apunta Haruf es hacer creer que las personas mayores son como niños. La INCAPACITACIÓN de hombres y mujeres sensatos, con sus capacidades mentales absolutamente intactas, que han mantenido un comportamiento intachable durante años, son considerados responsables de tomar decisiones, incluso en cosas que sólo los afectan a ellos. Sus descendientes se creen autorizados a tutelarlos en sus decisiones, sobre todo, económicas. 
El chantaje familiar hacia los abuelos para que sigan sus directrices es constante ante el panorama de aislamiento y soledad que se les presentan. La familia, para muchos abuelos, es un último refugio, pero al mismo tiempo es una prisión.
   La vejez es un tema incómodo. La INCOMPRENSIÓN hacia la ancianidad es patente en una sociedad en que la juventud se presenta como modelo y se intenta negar la evidencia de la decrepitud. Haruf nos invita a participar en las visitas de estos dos personajes para entender algo muy importante, que más allá de la edad en la que todo está ya cumplido, siempre cabe la posibilidad de que las almas encuentren nuevos lugares donde conversar, bailar, viajar, sorprenderse e incluso enamorarse. Holt duerme, Louis y Addie viven. 

jueves, 24 de septiembre de 2020

Kent Haruf

Vivir y morir en Holt



Trabajó en una granja de pollos, en la construcción, en el Cuerpo de Paz en Turquía, en un hospital y hasta en una biblioteca, pero finalmente se decantó por la enseñanza y por la escritura. Ken Haruf (1943-2014) nació en Colorado, en Estados Unidos, lugar donde ha situado todas sus ficciones literarias. Licenciado en Artes y Literatura por la Universidad de Wesleyan, Nebraska, logró el reconocimiento unánime de los lectores y la crítica literaria gracias a la "Trilogía de la Llanura". La canción de la llanura (1999), Al final de la tarde (2004) y Bendición (2013) son los títulos de esta serie situada en Holt, pueblo imaginario donde desarrolla sus tramas con una prosa plácida y sencilla que parte siempre de los espacios y las gentes de esas pequeñas comunidades rurales de Colorado con el objetivo de explorar las relaciones humanas y sus emociones.


   El tiempo de la acción es un presente muy cercano. El viaje narrativo que se propone se adecua a las tres etapas de la vida: infancia, juventud y madurez. Así, la primera novela parte de una mirada más inocente y sorprendible. En la segunda, se resolverán problemas complejos mediante la serenidad de determinadas reflexiones, mientras que en la tercera se narran conflictos donde la resignación gana espacio en la experiencia vital de los protagonistas. Los personajes parecen escogidos al azar de entre los habitantes del pueblo, resultan más arquetípicos al primer volumen y cada vez más realistas y llenos de matices en los sucesivos.
   El escritor ha sido galardonado con numerosos premios estadounidenses como Los Angeles Times Book Prize y el New Yorker Book Award.
   En febrero de 2014, los médicos le diagnostican a Haruf  que le quedaba poco tiempo de vida. Eso no le detuvo para escribir su última novela, Nosotros en la noche (2015). Todo ello, desde una escritura de apariencia sencilla que narra unos hechos nada trascendentes, en donde lo esencial no es la historia sino lo que no se dice explícitamente en ella. Haruf tiene la habilidad de, a través de gente y momentos corrientes, construir una historia con un alto potencial narrativo. La novela avanza sin prisas.
   Se puede considerar a Kent Haruf como uno de esos escritores que logran describir con delicadeza hasta los peores pensamientos que concibe la mente humana.

domingo, 31 de mayo de 2020

Annobón

"Ni reyes, ni tiranos"

"Creo que hay que mirar al futuro, pero no hay que olvidar el pasado", comenta Luis Leante, autor de Annobón.

   
   Annobón (Harper Collins, 2017) es la combinación de un supuesto reportaje periodístico y ficción histórica. Un juego literario que retrata la cara desagradable de la colonización española en África y la represión franquista en el Madrid de posguerra, y nos adentra en las vidas privadas de los personajes que se vieron atrapados en la inevitable oscuridad de esos momentos históricos.
   La novela arranca con la investigación que un periodista lleva a cabo a raíz del hallazgo de un cadáver de mujer en la localidad de Colliure, en el sur de Francia. Dicha investigación, con toda su documentación, es proporcionada a nuestro autor/narrador que hace la reconstrucción de unos hechos casi desconocidos que ocurrieron en Madrid y Guinea en los años 30 y 40 del siglo pasado.
   La noche del 14 de noviembre de 1932 Restituto Castilla González, sargento de la Guardia Civil, asesinó con una navaja barbera al Gobernador de Guinea, Gustavo de Sostoa Stahmer, cuando visitaba Annobón, una isla de 17 kilómetros cuadrados, a tres días de navegación de la capital de Guinea Ecuatorial, donde Castilla había fundado una comunidad utópica basada en los principios de la República. 



«Él era un guardia civil de izquierdas que se afilió al Partido Comunista, de convicciones profundamente republicanas y tremendamente culto, lo cual no era frecuente en la época. Parece ser que tenía una inteligencia superior. Lo describían los psiquiatras como un hombre muy inteligente con brotes de locura, y estos se desatan en esta historia, cuando se marcha a la isla de Annobón, donde estaba casi aislado. Allí había mil habitantes y él era el único europeo. Esa tensión le lleva a comenzar a tener delirios de grandeza. Trata de crear una especie de república independiente, construye una ciudad... Pero la población no lo respondía. Probablemente su propia inteligencia fue la que le terminó devorando y, en una de estas, le cortó el cuello al gobernador." Al grito de "¡Ni reyes, ni tiranos!».

   Una vez cumplida la condena tras beneficiarse de un indulto, el abogado y capitán Alfonso Pedraza, personaje ficticio de la trama, se cruzará en su camino y la vida de ambos entrará en una espiral de desastres que afectará a todos los que están a su alrededor. Un triángulo amoroso acompañado de locura, celos, mentiras y obsesiones en el que el miedo y el amor se confunden con frecuencia.
   Luis Leante crea la trama utilizando las entrevistas a las hijas de los protagonistas para contar la historia, añadiendo sutilmente a dos narradores diferentes, y dando por tanto dos puntos de vista a la misma historia. En Annobón es casi inclasificable, en ella puedes encontrar historia, asesinatos, juicios, periodismo y hasta intrigas amorosas.
 
   La gran labor de documentación por parte de Leante es innegable. Durante cinco años estuvo preparándose todo lo referente a Castilla centrándose en la joya de la corona de la trama, el sumario de su  juicio por asesinato, depositado en el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas. Durante la investigación, el autor se sintió atrapado por la personalidad tan atractiva del protagonista, entrando en la tesitura de no poder elevar a los altares a un tipo que era un asesino y maltrataba cruelmente a los habitantes de la isla, por lo que escribió dos versiones más hasta que alcanzó el tono que le interesaba.      
   El pasaje del juicio en la obra está lleno de detalles que hacen que te encuentres en la sala presenciándolo. A esta fantástica tarea se le une la habilidad del autor para recrear escenarios, trasladando al lector tanto a la lejana isla guineana o al Madrid de los años 40, y dando una visión global pero clara de la miseria de la posguerra, de los formalismos rígidos de la época y de los diferentes tratamientos según el escalafón social al que pertenecías o al bando político donde te situabas. 
   Escrita con prosa ágil y de lectura amable, no sabrás si el personaje sobre el que lees ha sido real o fruto de la imaginación del autor. Diálogos continuados donde se cambia de interlocutor de una forma tan sutil que apenas te das cuenta, y una estupenda sucesión de acontecimientos encadenados con escenas retrospectivas que hacen de Annobón un libro que nombra al lector como juez al tener las dos versiones de una misma historia.Para Luis Leante, la historia "si la miramos en conjunto es una gran mentira, pero si la miramos por piezas son pequeñas verdades".

lunes, 18 de mayo de 2020

Luis Leante

Para todos los públicos 
 
   El 2 de marzo de 2020 le envíe al escritor caravaqueño Luis Leante una propuesta para que asistiera a nuestra reunión del club programada para el 31 de marzo para hablar de su libro Annobón. Él me contestó.



   Ni él se fue a Marruecos, ni nosotros tuvimos la reunión.😓
   Lo que si me envío fue un vídeo a modo de introducción, una pequeña guía de la lectura.





    Luis Leante es un escritor feliz tras alzarse con el Premio Edebé de Literatura Juvenil 2020 con el título Maneras de vivir, una novela con la que el autor, quien ya logró el galardón en 2016 con Huye sin mirar atrás, incide en la importancia de las segundas oportunidades y realiza un homenaje a la música rock de los años 80. Aquí trata de mostrar «distintas formas de entender la música y las relaciones», y contar cómo todas ellas «son válidas». La novela protagonizada por cuatro personas de una misma familia defiende la importancia de otorgar «segundas oportunidades» a quienes nos rodean, algo fundamental, cree Leante, «en la adolescencia». El escritor ha reconocido que para él «la literatura juvenil es especial». Si la primera distinción que le otorgó Edebé fue como «entrar en una liga de gran nivel», este segundo reconocimiento supone «un espaldarazo» y «una satisfacción enorme», ha confesado.

   Nacido en 1963, Luis Leante se licenció en Filología Clásica por la Universidad de Murcia y durante mucho tiempo ejerció de forma vocacional la enseñanza del latín en academias e institutos rurales. A los veinte años publicó su primera novela, Camino de jueves rojo (1983), un drama rural ambientado en su tierra natal que se desarrolla en la posguerra española. En 2007 ganó el Premio Alfaguara por su novela Mira si yo te querré. Por entonces ya tenía publicada una decena de libros, pero fue este premio lo que le dio fama internacional y lo consagró definitivamente como escritor. Al autor murciano, que desde 2009 está de excedencia como profesor de latín, ganar el premio Alfaguara no le impuso ninguna presión a la hora de escribir: "Lo más angustioso era ir buscando editorial. Ahora me siento más relajado, más libre. Aun así, trato de no repetirme", comenta el autor, que, tras escribir La luna roja (2009), una novela sobre secretos y pasiones volvió a publicar Cárceles imaginarias (2012), una obra sobre las prisiones emocionales del ser humano que como siempre le generó la perenne duda de la recepción del público: "La verdad es que no sé cuál es la clave para tener buena acepción. Dedicarse a la literatura es puro azar".

   Entre sus novelas más conocidas hay que resaltar El último viaje de Efrain (1986), Paisaje con río y Baracoa de fondo (1997), El canto del zaigú (2000) y El vuelo de las termitas (2003). En 2017 publica Annobón, una novela con un intenso trabajo de documentación que nos traslada al sumario del juicio al que se sometió a Restituto Castilla, Delegado de Gobierno de Guinea Ecuatorial, por el asesinato del Gobernador en el año 1931, hallado en el Archivo Histórico de Las Palmas, Leante hace hablar a las hijas de los dos protagonistas para «sacar a la luz la Historia con mayúscula a través de las historias con minúscula» para que sea el lector el que saque sus propias conclusiones. Además Luis Leante ha publicado obras de ensayo, poesía, teatro, relatos infantiles y guiones cinematográficos, como Diente x Diente.

miércoles, 25 de marzo de 2020

Reseña del escritor y marino Elías Meana

Leyendo por enésima vez “El espejo del mar”, me he parado a reflexionar (por la “clausura” en la que nos encontramos) en el capítulo dedicado a “Recaladas y partidas”. Espero que os distraigan un ratito y, si acaso, valgan también de reflexión
Saludos y “buena proa” a lo largo de esta larga ruta.




lunes, 2 de marzo de 2020

Próxima reunión martes 3 de marzo de 2020 a las 6 en punto

El quinto hijo de Doris Lessing

Harriet y David están enamorados, deciden casarse y formar un hogar en donde poder criar felices a sus hijos. Después de los cuatro primeros niños, la llegada del quinto parece prometer aún más dicha a la pareja. Sin embargo, el bebé se empieza a mover en las entrañas de Harriet demasiado pronto y con demasiada violencia.    

   Harriet da a luz en un difícil parto y eso no es más que el comienzo: el niño se desarrolla de forma inusual y se convierte en un extraño para sus hermanos... Un inquietante retrato de familia que habla crudamente de la naturaleza humana.
Fuente: Lecturalia

jueves, 27 de febrero de 2020

El quinto hijo

Sueños rotos
   Harriet y David se conocen en una fiesta y, al poco, deciden casarse y construir su hogar en una enorme casa a las afueras de la ciudad de Londres. Los problemas surgen cuando, a los escasos ingresos de la pareja, se une una idea que las dos familias consideran alocada: tener al menos ocho o diez hijos. En pleno años 60 y con un mundo cada más violento alrededor, no parece que se trate de un proyecto demasiado razonable, aunque los hijos van llegando: entre 1966 y 1973 les nacen cuatro. Con el apoyo económico de James, el padre de David, todo va sobre ruedas.
    Harriet y David Lovatt tenían muchas ideas de cómo querían que fuese su familia, y eso era lo que más le reprochaban sus parientes. Ambos parecían perdidos dentro de la comunidad de su época y su personalidad difícilmente podía mezclarse otras personas de su edad. Fue esa diferencia con lo general lo que los convirtió en una pareja particular. El trabajo cada vez era mayor con cada niño, pero también la felicidad de la pareja que no perdía ocasión de invitar a familiares en Navidad o vacaciones. Todos parecían sorprenderse con la idea “descabellada” de la familia numerosa, pero los Lovett sólo sonreían con la confianza de que podrían afrontar todo.
   Los cuatro niños eran un encanto. Dorothy, la madre de Harriet, se mudó con ellos un tiempo para ayudar aunque no estaba muy de acuerdo con el planteamiento familiar de la pareja. El equilibrismo que practicaba la familia parecía tener sentido en ese proyecto general del gran hogar.

    Todo estaba medio controlado, hasta que llegó Ben, el quinto hijo.
Reconstrucción de un niño neandertal sobre el vaciado de un cráneo hallado en Roc de Marsal, Dordoña (Francia). La recreación, a tamaño natural, está hecha a base de silicona, yeso, resina y cabellos naturales. PH. PLAILLY Y ATELIER DAYNES



  Pero la situación comenzará a desmoronarse con el quinto embarazo: dolores intensos, gran incomodidad. Harriet siente que está ocurriendo algo distinto. Y cuando el bebé nace comprueba que no estaba equivocada, es una criatura salvaje de gran tamaño, rasgos extraños y comportamiento singular. Es un violento “niño de Neanderthal” que “iba a destruir la vida familiar”. Durante años, se esforzarán por educarlo o asimilarlo, pero todo resultará inútil.

   Un feto desafiante, un niño hostil y un adolescente fuera de la ley, así es y ha sido Ben. Harriet juzga que todo esto les ha pasado “por engreídos. Por creer que podíamos ser felices porque nosotros lo habíamos decidido” 

  El quinto hijo (1988) de Doris Lessing es una novela dura, de temática nada complaciente, donde se abordan los peligros que nos puede deparar a la vuelta de la esquina de la vida. Un libro de los sueños destrozados o al menos de los sueños que tenían los Lovett, pues el lector verá como la unión familiar se destruye y comienzan los disturbios dentro de aquella familia que parecía tan feliz. 

  Su escritura tiene muchísimo ritmo y es digna de una calidad impecable. Sus párrafos son magníficos y sus personajes también ,logrando crear un clima tenso y de terror. Un libro corto y contundente que presenta lo mejor de la literatura y el peor de los resultados para el proyecto de una “familia feliz”. 
  En el libro de Doris Lessing no hay discriminación pues siempre se comenta, a través de los personajes médicos, que Ben era un niño completamente sano, sin conflictos mentales ni enfermedades físicas. Simplemente era extraño, parecía de otra especie, como un gnomo o un hobbit, aunque parecía más grande que los niños de su edad.
  Doris Lessing retoma esta inquietante narración en la continuación titulada Ben en el mundo (2000) en donde nos encontramos a un Ben ya adulto que es un triste conocedor de la aversión y el rechazo que ha padecido desde pequeño. El contenido genérico de la primera novela desaparece en beneficio de una argumentación de corte social ya que el personaje ha experimentado el duro aprendizaje de la marginación social moderna: el mundo de los sin techo, los indocumentados, los despreciados.

Doris Lessing

Exploradora de la existencia


   Narradora, poeta, ensayista e intelectual comprometida con la vida y la literatura, con una estética que bien podría ser clásica, Doris Lessing trascendió las etiquetas al hacer visible temas y problemáticas que tocan a todos los individuos al margen de géneros, ideologías y lugares. África, Inglaterra, la mujer, la violencia infantil, la sexualidad de la edad madura, el mito originario de la desigualdad de los sexos, las dudas existenciales y las contradicciones del ser humano tienen un papel esencial en su escritura. Autora de más de cuarenta obras es considerada una escritora comprometida con las ideas liberales. Pese a que ella nunca quiso dar ningún mensaje político en su obra, fue el icono de las causas marxistas, anticolonialistas, antisegregacionistas y feministas.
   
  Nacida en Kermanshah, Persia (actual Irán) en 1919 bajo el nombre de Doris May Tayler, pasó su infancia y juventud en la antigua colonia británica de Rhodesia (ahora Zimbabue) en una modesta granja en mitad de los montes, en donde creció obstinada y algo salvaje. Allí empezó a leer libros que su madre le compraba por catálogo. Se independizó a los 15 años y empezó a publicar cuentos en revistas sudafricanas. A los 31 años se fue a Londres con su tercer hijo, dejando atrás dos matrimonios, para empezar su carrera como escritora con Canta la hierba (1950). Fue miembro del Partido Comunista británico hasta 1954 que abandonó llevada por la decepción tras la invasión soviética de Hungría, lo cual le acarreó bastantes críticas. Su oposición al Gobierno minoritario blanco de Rodesia le valió el sello de “inmigración prohibida”: es decir, no se le autorizaba a volver a entrar en el país.

   Autora de libros como Instrucciones para un descenso al infierno y Memorias de una superviviente, sus obras reflejan su pasión y lucha por la libertad, las injusticias generadas por las razas y su compromiso con las causas del Tercer Mundo. Su vena cuentística se aprecia en el volumen Las abuelas y la autobiográfica en títulos como Dentro de mí y El viento se llevara nuestras palabras.

   En 1962 publicó su novela más conocida, El cuaderno dorado, que la catapultó a la fama, convirtiéndola en el icono de las reivindicaciones feministas. 
   Fuera de la crítica social de sus primeros textos como la pentalogía Hijos de la violencia, 1952-1969, quizá su obra más ambiciosa, en la que narra la búsqueda de identidad del doble literario de la autora, Martha Quest, quien desde África a Inglaterra observa el desplome del sistema colonial y sus secuelas, Doris Lessing también indagó en la novela psicológica y existencial. 

   Pueden destacarse entre sus otros libros La buena terrorista (1985), El quinto hijo (1988) y su continuación Ben en el mundo (2000), los escritos con el pseudónimo de Jane Sommers, como Diario de la buena vecina (1984), con el que quería demostrar las dificultades para publicar que afrontaban los escritores noveles sin nombre conocido. Entre 1979 y 1983 se dedicó a un género considerado menor, la ciencia ficción, con la serie Canopus en Argos, inspirada en el sufismo, lo que le valió la incomprensión de la crítica academicista, aunque también la simpatía de los escritores dedicados al género.

"Una vez me pasé un año entero sin escribir, a propósito, para ver qué sucedía. No me sienta bien, me puse de muy mal humor"
   Con 76 años regresó en 1995 a Sudáfrica para visitar a su hija y a sus nietos, y dar a conocer la primera parte de su autobiografía, Bajo mi piel (1994). Ironías de la historia, fue acogida con los brazos abiertos, cuando los temas que ella había tratado en sus obras habían sido la causa de su expulsión del país cuarenta años atrás.
El entonces príncipe Felipe de Borbón bromea con la escritora Doris Lessing durante la entrega el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2001, acto celebrado en el Teatro Campoamor de Oviedo
   En 2007 se le concedió el Premio Nobel de Literatura, el cual no recogió, por su «capacidad para transmitir la épica de la experiencia femenina y narrar la división de la civilización con escepticismo, pasión y fuerza visionaria».

   Fallecida en 2003, Lessing propuso a sus lectores preguntas fundamentales sobre cómo actuar con responsabilidad en el mundo. Ser lector para ella es una toma de poder, un acto revolucionario que nos permite acceder a la memoria del mundo, a ser ciudadanos en el sentido más profundo de la palabra. “Literatura e historia son ramas de la memoria humana”, escribe. “Nuestro deber es recordar, incluso lo que está por suceder”.

lunes, 3 de febrero de 2020

Matar a un ruiseñor

Dos contextos históricos
Años 30 del siglo XX. Maycomb es la población del estado de Alabama en la que Harper Lee ambienta Matar a un ruiseñor. Se trata de un lugar inventado pero, como tantos otras geografías imaginarias, basado en el lugar en el que la escritora pasaría su infancia: Monroeville, también otro pequeño pueblo del mismo estado. Maycomb es un lugar pequeño y deprimido, un espacio que puede representar cualquier población del sur de los Estados Unidos durante los años 30, con los efectos devastadores que tuvo la Gran Depresión en toda esa zona.
   No hay dinero y sus habitantes viven una vida provinciana, en la que cada uno es reconocido por las características de su familia y de sus antepasados más que por sí mismo, en donde todos ellos acaban actuando siempre de la manera que se espera de ellos.

Un día tenía veinticuatro horas, pero parecía más largo. No había prisa, pues no había ningún sitio donde ir, nada que comprar ni dinero con que comprarlo, nada que ver fuera de los límites del Condado de Maycomb.
   En el fondo, en el pasado de los personajes y en la acción, siempre están presentes las huellas de la Guerra Civil de la década de los años 60 del siglo XIX, las consecuencias del final de la esclavitud y, sobre todo, el tema del racismo.
    Hay muchos indicios que determinan que los hechos narrados en la historia están basados en algunas de las vivencias que la propia autora vivió cuando tenía 10 años de edad. De hecho, su padre, abogado, defendió a dos negros que terminaron acusados y mutilados en esa época, un hecho similar al vivido en la novela.
   La intolerancia humana más absoluta se estaba viviendo en aquella época en el país americano. Los hechos que se narran no se exageran y podrían ejemplificar cualquier caso real. El racismo era tal que un respetado abogado podía pasar a ser repudiado por sus vecinos y familiares simplemente por decidir hacer justicia y defender a una persona de raza negra.
   No solo el racismo era propio de la época, sino también la importancia de las apariencias. En esta época no importaba ser buena persona, sino aparentarlo. Mostrar simpatía por una persona negra significaba lo peor, aunque como en el caso del padre protagonista de la historia solo tratara de ayudar y de evitar una injusticia. La novela también sabe exponer el problema causado por la crisis económica que vivió Estados Unidos por la Gran Depresión, consecuencia directa de la Primera Guerra Mundial. Diferencias económicas brutales entre distintos sectores de la sociedad, hambre, pobreza… a los que sumaban los problemas de peso como el racismo y la intolerancia ciudadana a causa de sus vivencias en los años anteriores.
Hay cuatro clases de personas en el mundo. Ahí está el tipo común y corriente como nosotros y los vecinos, está también el tipo de gente como los Cunningham del bosque, esos como los Ewell abajo en el basurero, y los negros.
Año 1960. Publicación de la novela. A mediados de los años 50 en Estados Unidos se levantó el movimiento por los derechos civiles de los negros, otro de los motivos por los que Matar a un ruiseñor fue tan importante: recreaba con pericia el estado de una sociedad repugnante con el racismo como bandera, el mejor ejemplo posible para defender estos movimientos sociales. Uno de los actos que despertó a la sociedad fue la acusación judicial de Rosa Parks, una mujer negra cuyo único pecado fue no querer ceder su asiento del autobús a una persona blanca. Eso no podía continuar así.   Tras el fin de la guerra civil, ciudadanos negros llegaron ser electos alcaldes, gobernadores y representantes. Sin embargo, a finales de 1870, éstos habían perdido sus derechos políticos gracias al desarrollo de un sistema de segregación racial. Este sistema conocido como “Jim Crow” creó formas para negar o limitar el derecho al voto, marginarles social y económicamente haciendo crecer el ambiente de violencia racial.
   En los años 1960 se dio un renacer en la lucha de los afro-estadounidenses por el reconocimiento de sus derechos políticos y por el fin de la segregación racial. Bajo el liderato de personas como Martin Luther King, Malcom X, Rosa Parks, Huey P. Newton y Bobby Seale, los afro-estadounidenses usaron diversos tipos de medios para luchar contra quienes les oprimían y maltrataban (boicots, marchas, resistencia pacífica, resistencia armada, etc.). El resultado de esta lucha fue el desarrollo de un vasto movimiento a favor de los derechos civiles que logró la aprobación de leyes federales protegiendo los derechos de los ciudadanos afro-estadounidenses . Sin embargo, esta lucha constituyó una verdadera revolución, pues cambió considerablemente
las relaciones y actitudes raciales en los Estados Unidos.

   El asesinato de John F. Kennedy en noviembre de 1963 ocurrió en un momento que la lucha por los derechos civiles había ganado fuerza y contaba con el apoyo del presidente asesinado. La actitud que asumiría el nuevo residente de la Casa Blanca preocupaba a los líderes negros, pues Lyndon B. Johnson no se había caracterizado por sus simpatías hacia la lucha de los afro-estadounidenses. Afortunadamente el presidente entendió que la lucha por los derechos había cambiado el panorama político estadounidense. Johnson uso todo su poder e influencia para conseguir que el Congreso aprobara una ley de derechos civiles en 1964.
   La aprobación de la Ley de Derechos Civiles es uno de los episodios más importantes en la lucha por la igualdad. La ley prohíbe la discriminación en los espacios públicos, ilegaliza la discriminación en el trabajo por sexo, raza u origen nacional, prohíbe la discriminación en programas federales y autorizaba al Departamento de Justicia a iniciar casos legales para integrar escuelas y otras dependencias públicas.




   Matar a un ruiseñor supo situarse con elegancia como el mejor ejemplo de la situación vivida en los años 30 y también como una de las mejores defensas al movimiento ciudadano que estaba teniendo lugar en los años 60.

Próxima reunión martes 4 de febrero de 2020 a las 6 en punto

Matar a un ruiseñor
de Harper Lee

   Jean Louise Finch evoca una época de su infancia en Alabama, cuando su padre, Atticus, decidió defender ante los tribunales a un hombre negro acusado de violar a una mujer blanca. 
Matar un ruiseñor muestra una comunidad dominada por los prejuicios raciales, la desconfianza hacia lo diferente, la rigidez de los vínculos familiares y vecinales. Y con un sistema judicial sin apenas garantías para la población negra.

   Un auténtico clásico de la literatura estadounidense del siglo XX que ha cautivado a millones de lectores y que fue llevado al cine con gran éxito y que obtuvo el Premio Pulitzer en 1961.


Fuente: Lecturalia

jueves, 30 de enero de 2020

Harper Lee

Solo un libro, solo un personaje
   

    Harper Lee ha pasado a la historia de la literatura por una sola novela. La escritora estadounidense fallecida en 2016 a los 89 años, es un caso insólito: publicó un solo libro con el que ganó el premio Pulitzer, Matar un ruiseñor (su segundo libro editado en 2015, Ve y pon un centínela, es un primer borrador de su obra maestra). Su novela, semiautobiográfica, está protagonizada por un abogado sureño, Atticus Finch, que simboliza los mejores valores de la humanidad. Atticus no es un personaje de cartón, ni un arquetipo, es un ser de carne y hueso, un viudo que tiene que sacar adelante una familia y a la vez lidiar con la profunda injusticia de la segregación racial del Viejo Sur.



   Harper Lee nació en 1926 en Monroeville (Alabama), un pequeño pueblo del sur de Estados Unidos de solo 6.500 habitantes y era empleada del departamento de reservas de una aerolínea hasta su llegada al mundo de la literatura.
   Al igual que el escritor J. D. Salinger, Harper Lee no concedía entrevistas y vivió retirada en su localidad natal tras haber publicado una única novela, aunque en 2007 viajó a Washington para recibir de manos del presidente de EE. UU. George W. Bush en la Casa Blanca la "Medalla Presidencial de la Libertad".
   El escritor estadounidense Truman Capote basó el personaje de Idabel de su libro Otras voces, otros ámbitos en su vecina de Monroeville y mejor amiga, Harper Lee. Capote una vez reconoció y dijo: "
El señor y la señora Lee, la madre y el padre de Harper Lee, vivían muy cerca de mi casa, y ella era mi mejor amiga. ¿Has leído su libro Matar a un ruiseñor que tiene lugar en el mismo pequeño pueblo de Alabama donde vivíamos? Soy un personaje de ese libro. Su padre era abogado y ella y yo solíamos ir a los juicios juntos todo el tiempo cuando éramos niños. Íbamos a los juicios en vez de ir al cine, como lo hacían otros niños". Durante toda la vida le persiguió el rumor de que Capote había escrito en realidad Matar a un ruiseñor. Lo contrario probablemente sea cierto. Sin la ayuda de Lee, que le acompañó en los viajes y entrevistas, Capote no habría escrito su obra maestra, A sangre fría. Con los años se distanciaron.
   La autora falleció mientras dormía en una residencia de ancianos llamada "The Meadows" de su ciudad natal. Harper Lee nunca se casó ni tuvo hijos.

   
Matar un ruiseñor, publicada en 1960 y llevada al cine el año siguiente por Robert Mulligan con Gregory Peck como protagonista, está narrada en primera persona por la hija de Atticus, Scout, y relata un episodio de su infancia. Por un lado, es un libro en el que unos niños descubren el mundo y por otro, el mensaje de que nunca hay que dejarse llevar por los prejuicios. Aparte de Scout y su hermano Jem, el tercer personaje infantil es Dill, personaje al que se refiere Truman Capote.
   Además de tener que lidiar con los líos en los que se meten sus hijos, Atticus debe defender a Tom Robinson, un negro injustamente acusado de violación en la Alabama racista de la Gran Depresión. Finch, un hombre blanco que forma parte del sistema, tiene claro desde el principio que debe defender a su cliente, sin importarle la presión social que padece o, incluso, que pueda jugarse la vida por hacerlo.
   Atticus no idealiza el lugar en el que vive –
"Este es su país: lo hemos forjado de ese modo y más vale que aprendan a aceptarlo tal y como es", afirma–, ni siquiera pretende cambiar el Viejo Sur: su principal objetivo es hacer lo correcto, siempre dejándose llevar por una profunda empatía. En la frase más famosa de la novela, afirma: "Quería que descubrieses lo que es el verdadero valor, hijo, en vez de creer que lo encarna un hombre con una pistola. Uno es valiente cuando, sabiendo que la batalla está perdida de antemano, lo intenta a pesar de todo y lucha hasta el final, pase lo que pase. Uno vence raras veces, pero alguna vez vence".
   Atticus, además, era blanco y abogado y con suficientes problemas económicos y vitales como para haberse convertido en un resentido. Pero su sistema de valores era mucho más fuerte que sus propias circunstancias, siempre tuvo claro que entre la justicia y su madre, elegiría la justicia, que sus hijos sólo tendrían un futuro mejor en un mundo más justo, no más injusto. El camino que tomó Atticus Finch sigue siendo tan válido ahora como entonces, su lección está totalmente vigente. "
Uno no comprende realmente a una persona hasta que se mete en su piel y camina dentro de ella", dice el personaje.
   Harper Lee ayudó a crear un mundo mejor con un libro y su protagonista hace mucho que dejó el mundo de la ficción.
La novela se publicó cuando estaba empezando el movimiento por los derechos civiles y, con la complicidad de los presidentes Kennedy y Johnson y del Tribunal Supremo, que estaba a punto de lograr el fin de la segregación racial. Antes de que fuesen derogadas las leyes racistas que habían dominado el sur de Estados Unidos, donde, pese a la abolición de la esclavitud, seguía existiendo una segregación institucionalizada. Harper Lee supo captar ese momento crucial, en el que personas que no eran revolucionarias, ni pretendían cambiar el sistema, sólo la sociedad.

Ve y pon un centinela
   

   Uno de los motivos que alimentaba la especulaciones sobre la autoría de Matar a un ruiseñor era que Lee no hubiese vuelto a escribir una novela. ¿Cómo era posible que aquel talento enorme se hubiese apagado? Durante década se esperó la nueva novela, hasta que hace un año se supo que Tonja Carter, abogada en el bufete de A.C. Lee (es decir, del Atticus real), había descubierto un viejo manuscrito que narraba la historia de cómo la Scout adulta regresa a Maycomb en los años cincuenta y se publicó Ve y pon un centinela, una frase sacada del Libro de Isaías.
   La novela contaba la visita que a mediados de los años cincuenta hace una joven veinteañera a su padre, Atticus Finch, un abogado de Maycomb. Allí descubre que él ha cambiado, que ya no es el mismo padre que tanto admiraba de niña. Él, que había defendido, en los años treinta, a un hombre negro acusado de violación que fue condenado a muerte. La joven es combativa frente a los derechos civiles, a la segregación racial. Es una mujer adelantada para la época al reclamar la igualdad femenina e independencia en las relaciones de pareja. La voz evocadora donde habla la niña, llamada Scout, era muy potente y que esa defensa del padre sobre los derechos civiles y la segregación racial era el corazón de la historia, así que había que potenciarla más. La editorial pidió a Lee que escribiera la historia recreando y ampliando lo que en el original era solo un capítulo.
   El resultado fue Matar a un ruiseñor, la historia donde el padre se alza como el héroe paternal, moral y ético, mientras esa misma niña recuerda ese verano de los años treinta con su hermano Jem y su amigo Dill.