Harper Lee ha pasado a la historia de la literatura por una sola novela. La escritora estadounidense fallecida en 2016 a los 89 años, es un caso insólito: publicó un solo libro con el que ganó el premio Pulitzer, Matar un ruiseñor (su segundo libro editado en 2015, Ve y pon un centínela, es un primer borrador de su obra maestra). Su novela, semiautobiográfica, está protagonizada por un abogado sureño, Atticus Finch, que simboliza los mejores valores de la humanidad. Atticus no es un personaje de cartón, ni un arquetipo, es un ser de carne y hueso, un viudo que tiene que sacar adelante una familia y a la vez lidiar con la profunda injusticia de la segregación racial del Viejo Sur.
Harper Lee nació en 1926 en Monroeville (Alabama), un pequeño pueblo del sur de Estados Unidos de solo 6.500 habitantes y era empleada del departamento de reservas de una aerolínea hasta su llegada al mundo de la literatura.
Al igual que el escritor J. D. Salinger, Harper Lee no concedía entrevistas y vivió retirada en su localidad natal tras haber publicado una única novela, aunque en 2007 viajó a Washington para recibir de manos del presidente de EE. UU. George W. Bush en la Casa Blanca la "Medalla Presidencial de la Libertad".
El escritor estadounidense Truman Capote basó el personaje de Idabel de su libro Otras voces, otros ámbitos en su vecina de Monroeville y mejor amiga, Harper Lee. Capote una vez reconoció y dijo: "El señor y la señora Lee, la madre y el padre de Harper Lee, vivían muy cerca de mi casa, y ella era mi mejor amiga. ¿Has leído su libro Matar a un ruiseñor que tiene lugar en el mismo pequeño pueblo de Alabama donde vivíamos? Soy un personaje de ese libro. Su padre era abogado y ella y yo solíamos ir a los juicios juntos todo el tiempo cuando éramos niños. Íbamos a los juicios en vez de ir al cine, como lo hacían otros niños". Durante toda la vida le persiguió el rumor de que Capote había escrito en realidad Matar a un ruiseñor. Lo contrario probablemente sea cierto. Sin la ayuda de Lee, que le acompañó en los viajes y entrevistas, Capote no habría escrito su obra maestra, A sangre fría. Con los años se distanciaron.
La autora falleció mientras dormía en una residencia de ancianos llamada "The Meadows" de su ciudad natal. Harper Lee nunca se casó ni tuvo hijos.
Matar un ruiseñor, publicada en 1960 y llevada al cine el año siguiente por Robert Mulligan con Gregory Peck como protagonista, está narrada en primera persona por la hija de Atticus, Scout, y relata un episodio de su infancia. Por un lado, es un libro en el que unos niños descubren el mundo y por otro, el mensaje de que nunca hay que dejarse llevar por los prejuicios. Aparte de Scout y su hermano Jem, el tercer personaje infantil es Dill, personaje al que se refiere Truman Capote.
Además de tener que lidiar con los líos en los que se meten sus hijos, Atticus debe defender a Tom Robinson, un negro injustamente acusado de violación en la Alabama racista de la Gran Depresión. Finch, un hombre blanco que forma parte del sistema, tiene claro desde el principio que debe defender a su cliente, sin importarle la presión social que padece o, incluso, que pueda jugarse la vida por hacerlo.
Atticus no idealiza el lugar en el que vive –"Este es su país: lo hemos forjado de ese modo y más vale que aprendan a aceptarlo tal y como es", afirma–, ni siquiera pretende cambiar el Viejo Sur: su principal objetivo es hacer lo correcto, siempre dejándose llevar por una profunda empatía. En la frase más famosa de la novela, afirma: "Quería que descubrieses lo que es el verdadero valor, hijo, en vez de creer que lo encarna un hombre con una pistola. Uno es valiente cuando, sabiendo que la batalla está perdida de antemano, lo intenta a pesar de todo y lucha hasta el final, pase lo que pase. Uno vence raras veces, pero alguna vez vence".
Atticus, además, era blanco y abogado y con suficientes problemas económicos y vitales como para haberse convertido en un resentido. Pero su sistema de valores era mucho más fuerte que sus propias circunstancias, siempre tuvo claro que entre la justicia y su madre, elegiría la justicia, que sus hijos sólo tendrían un futuro mejor en un mundo más justo, no más injusto. El camino que tomó Atticus Finch sigue siendo tan válido ahora como entonces, su lección está totalmente vigente. "Uno no comprende realmente a una persona hasta que se mete en su piel y camina dentro de ella", dice el personaje.
Harper Lee ayudó a crear un mundo mejor con un libro y su protagonista hace mucho que dejó el mundo de la ficción.
La novela se publicó cuando estaba empezando el movimiento por los derechos civiles y, con la complicidad de los presidentes Kennedy y Johnson y del Tribunal Supremo, que estaba a punto de lograr el fin de la segregación racial. Antes de que fuesen derogadas las leyes racistas que habían dominado el sur de Estados Unidos, donde, pese a la abolición de la esclavitud, seguía existiendo una segregación institucionalizada. Harper Lee supo captar ese momento crucial, en el que personas que no eran revolucionarias, ni pretendían cambiar el sistema, sólo la sociedad.
Ve y pon un centinela
Uno de los motivos que alimentaba la especulaciones sobre la autoría de Matar a un ruiseñor era que Lee no hubiese vuelto a escribir una novela. ¿Cómo era posible que aquel talento enorme se hubiese apagado? Durante década se esperó la nueva novela, hasta que hace un año se supo que Tonja Carter, abogada en el bufete de A.C. Lee (es decir, del Atticus real), había descubierto un viejo manuscrito que narraba la historia de cómo la Scout adulta regresa a Maycomb en los años cincuenta y se publicó Ve y pon un centinela, una frase sacada del Libro de Isaías.
La novela contaba la visita que a mediados de los años cincuenta hace una joven veinteañera a su padre, Atticus Finch, un abogado de Maycomb. Allí descubre que él ha cambiado, que ya no es el mismo padre que tanto admiraba de niña. Él, que había defendido, en los años treinta, a un hombre negro acusado de violación que fue condenado a muerte. La joven es combativa frente a los derechos civiles, a la segregación racial. Es una mujer adelantada para la época al reclamar la igualdad femenina e independencia en las relaciones de pareja. La voz evocadora donde habla la niña, llamada Scout, era muy potente y que esa defensa del padre sobre los derechos civiles y la segregación racial era el corazón de la historia, así que había que potenciarla más. La editorial pidió a Lee que escribiera la historia recreando y ampliando lo que en el original era solo un capítulo.
El resultado fue Matar a un ruiseñor, la historia donde el padre se alza como el héroe paternal, moral y ético, mientras esa misma niña recuerda ese verano de los años treinta con su hermano Jem y su amigo Dill.
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