jueves, 13 de diciembre de 2012

Disputa en Belén

Teatrillo con el Club de Lectura de la Biblioteca Salvador García Aguilar en la Sala de Exposiciones La Cárcel de Molina de Segura (04/12/12). Gracias a todos por vuestro cariño y participación.

martes, 4 de diciembre de 2012

Próxima reunión 8 de Enero de 2013 en la Biblioteca Mercedes Mendoza (18.00 horas.)

El peso de las sombras de Ángeles Caso  
   
   La vida de Mariana de Montespin es la huida permanente de un fantasma que la persigue: la soledad.
   Mariana camina por el mundo como una sombra -la sombra de otros-, llevando en su corazón el peso de todos aquellos que, desde la memoria familiar o desde su propia realidad, han formado parte de su vida.
   A su alrededor se despliega un mundo, el de la aristocracia francesa de finales del siglo pasado, que se resquebraja a medida que el siglo XX avanza imparable, con el ascenso de nuevas clases, con sus guerras y atrocidades, sus cambios de costumbres y su entrega a la modernidad. París, Normandía o la Costa Azul son paisajes de esta novela. Pero ésta es, sobre todo, una historia del alma, que se expresa en ella por emociones y fantasías. Y el alma de Mariana de Montespin imagina leyendas y trenza sueños sobre un mundo real que le es insuficiente. El peso de las sombras es un magistral relato de amores y frustraciones con el que Ángeles Caso quedó finalista del Premio Planeta 1994.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Próxima reunión Martes 4 de Diciembre en la Biblioteca Mercedes Mendoza (18.00 horas)

El lector, Bernhard Schlink

   Michael Berg tiene quince años. Un día, regresando a casa del colegio, empieza a encontrarse mal y una mujer acude en su ayuda. La mujer se llama Hanna y tiene treinta y seis años.  Éste será el principio de una relación erótica en la que, antes de amarse, ella siempre le pide a Michael que le lea en voz alta fragmentos de Schiller, Goethe, Tolstói, Dickens... El ritual se repite durante varios meses, hasta que un día Hanna desaparece sin dejar rastro. Siete años después, Michael, estudiante de Derecho, acude al juicio contra cinco mujeres acusadas de actos criminales de guerra nazis. Una de las acusadas es Hanna. Y Michael se debate entre los gratos recuerdos y la sed de justicia, trata de comprender qué llevó a Hanna a cometer esas atrocidades, trata de descubrir quién es en realidad la mujer a la que amó.
   Bernhard Schlink ha escrito una deslumbrante novela sobre el amor, el horror y la piedad; sobre las heridas abiertas de la historia; sobre una generación de alemanes perseguida por un pasado que no vivieron directamente, pero cuyas sombras se ciernen sobre ellos.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Guardianas al servicio de la S.S.

Los ángeles de la muerte

    El nazismo postuló que todos aquellos que no fueran arios no eran humanos y por tanto serían tratados como animales. Si era ético experimentar con perros, gatos y ratones, ¿qué problema habría en hacerlo con judíos, polacos, gitanos u homosexuales? La respuesta la encontramos en los campos de concentración nazis donde cientos de fieles guardianas, con la sangre limpia, y libres de intoxicaciones, se convirtieron en las torturadoras y asesinas más despiadadas de la Segunda Guerra Mundial. No son tan famosas como los Hitler, Himmler, Goebbels o Mengele pero la Historia más siniestra de la Humanidad tiene su hueco en las caras inhumanas que tantas víctimas dejaron tras de sí. Como el caso de Hermine Braunsteiner, La Yegua de Majdanek, que disfrutaba propinando severas coces en el estómago de sus confinadas. O Irma Grese, el Ángel de Auschwitz, cuyo pasatiempo favorito era echar a sus perros para que devoraran a las prisioneras. 
   Eran mujeres mediocres, sin estudios, analfabetas, que vieron en el Partido Nazi una carrera prometedora. A partir de ahí sus familiares ya no eran sus hijos o sus maridos, sino Hitler y las SS. Aquellas que destacaron por su sadismo fueron Ilse Koch, quien a pesar de tener tres hijos, golpeaba con más fiereza a criaturas judías. O Gerda Steihoff quien abandonó a su marido y su pequeño para iniciar su carrera como asesina en serie. Una vez que pasaban el umbral de Auschwitz, Bergen-Belsen o Stutthof, no había más vida que el dolor, la desolación y el maltrato.  La misión de todas ellas no solo era la selección de reos (niños, mujeres o ancianos), sino minarles la moral mediante el maltrato, la vejación, el fustigamiento y el sadismo.
    Ellas entraron por su propio pie, primero en la Liga Alemana de Mujeres y después en Ravensbrück, y a partir de ahí, decidieron convertirse en criminales. Sabian lo que hacían, perfectamente.
   La mayoría murió en la horca como Irma Grese, María Mandel o Dorothea Binz. Ilse Koch acabó suicidándose en su celda. Y otras como Herta Bothe la Sádica de Stutthof o Hermine Braunsteiner la Yegua de Majdanek, quedaron en libertad y nada se sabe de ellas. De Bothe, por ejemplo, existen unas declaraciones suyas para un documental alemán emitido en el año 2000 y titulado Holokaust.   
   A pesar de la reputación de brutalidad, ciertamente hubo casos de guardianas que mostraron una relativa empatía. Klara Kunig que se hizo guardiana a mediados de 1944 y prestó servicio en Ravensbruck y en el campo secundario de Dresden-Universelle. La jefa de guardianas del campo manifestó que ella era demasiado educada y amable con los reclusos, razón por la cual prescindió de ella en el campo en enero de 1945. Su destino ha permanecido desconocido desde el 13 de febrero de 1945, fecha en que los aliados llevaron a cabo el Bombardeo de Dresde. En Auschwitz-Birkenau, una Aufseherin fue encontrada culpable de ayudar a los reclusos ilegalmente, y la jefa de guardianas ordenó su castigo: sus compañeras guardianas fueron forzadas a propinarle veinticinco latigazos.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

The Reader

Un Oscar para Hanna

Dirección: Stephen Daldry
País: Estados Unidos, Alemania
Año: 2008
Fecha de estreno: 13/02/2009
Duración: 124 min.
Género: Drama, Romance
Reparto: Ralph Fiennes, Jeanette Hain, David Kross, Kate Winslet, Susanne Lothar, Lena Olin
Guión: David Hare
Música original: Nico Muhly

    ¿Cómo vive uno a la sombra del crimen más atroz de la historia contemporánea? ¿Puede una generación aceptar los pecados imperdonables de sus mayores? ¿O algunos legados son demasiado sobrecogedores para comprenderlos, demasiado malvados para aceptarlos, demasiado terribles para llegar nunca a reponerse de ellos?
    The Reader, adaptación de la novela del mismo título del profesor de derecho y escritor de novelas de misterio, el berlinés Bernhard Schlink, cuenta la historia de Michael Berg, un muchacho adolescente en la Alemania de la segunda postguerra que vive un apasionado idilio con una misteriosa mujer que le dobla la edad y que esconde un vergonzoso pasado además de un profundo secreto personal.
    A medida que la curiosidad cede al incómodo sentimiento de culpa experimentado por aquellos cuya mayoría de edad se produjo después del Holocausto, la esencia de la película se nos va revelando, en opinión de su director, Stephen Daldry (Billy Elliot, Las horas), y en última instancia, como una historia sobre "la verdad y la reconciliación".
   Desde el comienzo, el novelista Schlink había imaginado a la actriz Kate Winslet en el papel principal de Hanna Schmitz, "es una mujer sensual, directa, exactamente como Hanna."
   Winslet explica "Leo con relativa lentitud pero no pude dejarlo y me lo terminé en un día" recuerda. En ese momento, sin embargo, Winslet tenía solo 27 años y se sentía demasiado joven para interpretar ese papel. Cuando el director Daldry volvió a hablar con ella a principios de 2007, la actriz había madurado lo suficiente para poder abordar un papel con grandes exigencias físicas, ya que el personaje debe envejecer y pasar de ser una mujer fuerte y sexual de treinta y tantos años a una matrona desaliñada de casi setenta.
    Para el papel de Michael Berg, el joven cuya vida se ve marcada para siempre por su relación con Hanna, Daldry seleccionó a dos actores para cubrir la dramática evolución de treinta años por la que pasa el personaje: David Kross, un actor relativamente desconocido y el veterano Ralph Fiennes.
    Tras el estreno, la cinta fue muy reconocida y premiada,  sobre todo a Kate Winslet, que consiguió en 2009 el Oscar a la mejor actriz, así como el Bafta británico en la misma categoria.

El lector de Bernhard Schlink

La culpa  



   Durante la posguerra de la Segunda Guerra Mundial, Michael, un muchacho de quince años,  conoce a Hanna, una revisora de tranvía mayor que él de la que se enamora. La relación se mantiene con una condición: para continuar viéndola, él debe leerle fragmentos de obras literarias antes de cada encuentro amoroso. Así transcurre su adolescencia, hasta que un día ella desaparece.
   El reencuentro entre la pareja se produce años más tarde, aunque esta vez tiene lugar en el banquillo de un tribunal al estar Hanna acusada por su pasado nazi. A partir de este momento, la novela de Bernhard Schlink da un giro espectacular y plantea las grandes incógnitas que han rodeado la vida de Michael. Así, el contraste de afectos de juventud con realidades monstruosas y la convivencia del lado oscuro con el luminoso de la personalidad está magistralmente tratado en El lector, dentro de esta parte de la novela, que desempeña un papel preponderante en la trama.
    Schlink con lenguaje directo, conciso y sin adornos, nos despliega las grandes contradicciones que las generaciones posteriores tienen que soportar sobre su pasado reciente. 
Es breve, no le sobra ni una frase, los diálogos son directos y francos, invitando a la reflexión en todo momento.
   
   Esta novela contiene muchas preguntas y cuestiones que llevan a la reflexión sobre qué hacer o cómo sentirse ante el hecho de conocer el pasado de alguien a quién amaste y que en realidad no conocías. Un pasado que no te va a gustar nada y que te es difícil comprender, que quieres condenar, y no puedes olvidar, porque no sólo te afecta a ti sino a toda la humanidad. 
   Sentimientos encontrados que llevan a plantearte como debieron sentirse muchos alemanes en la posguerra y posteriormente, porque ellos vivieron con el amargo recuerdo del holocausto.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Bernhard Schlink

Un hombre de leyes 

   Sus libros llevan títulos como Culpabilidad del pasado y derecho actual o Derechos fundamentales derecho del Estado. Pero también se titulan El nudo gordiano, El lector o El fin de semana. Bernhard Schlink no sólo es profesor de derecho, sino también un exitoso autor de novelas.
   “Uno no quiere tener una sola vida“ declaró con ocasión de una entrevista habiendo sido preguntado por la importancia de escribir. En sus novelas se atreve a enfrentarse de forma concreta con temas de la historia alemana y obtiene con ello gran éxito.
    Bernhard Schlink nació el 6 de julio de 1944 en Bielefeld, hijo de un profesor de teología, se crió en Heidelberg. 
   Durante sus estudios universitarios en derecho realizó con el apoyo de una beca del DAAD (Servicio Alemán de Intercambio Académico) una estancia de un año en la Universidad californiana de Stanford.
"Tanto la estancia en Stanford en 1974 durante la cual investigué sobre la inteligencia artificial en la teoría y práctica jurídica como mi labor como profesor en la Universidad Humboldt, fueron experiencias enormemente enriquecedoras y estimulantes. Éstas se han visto plasmadas en publicaciones científicas", comenta Schlink. 
   En 1975 el jurista se doctoró en Heidelberg, y seis años más tarde en Friburgo accedió a una cátedra. Después impartió clases e investigó casí diez años como profesor de derecho en la Universidad de Bonn. Hoy ocupa allí la cátedra de Derecho Público y Filosofía del Derecho. El jurista además fue desde 1987 hasta 2005 juez en el tribunal constitucional del estado federal de Renania del Norte-Westfalia en Münster.
   Durante un semestre libre en 1987 en Aix-en-Provence Schlink escribió junto a su compañero y amigo Walter Popp su primera novela policíaca. La justicia de Selb es la primera parte de una triología y relata la historia de un fiscal jubilado, detective con un pasado nazi. Siguieron otras novelas policíacas. El nudo gordiano, que fue galardonada en 1989 con el premio Glauser de literatura policíaca alemana,  El engaño de Selb en 1993 y cerrando la triología, El final de Selb (2002).
   Pero, sin embargo, la obra de más éxito de Schlink es El lector (1995), su primera novela fuera del género negro. Una novela parcialmente autobiográfica sobre un adolescente que tiene un romance con una mujer mayor que él que desaparece súbitamente y  la reencuentra siendo estudiante de abogacía en un juicio a los criminales de la segunda guerra mundial. Bernhard Schlink recibió numerosos premios por esta novela, el Hans Fallada, Ehrengabe y Welt (los tres en Alemania), Grinzane Cavour y Laure Bataillon en Francia y Grinzane Cavour en Italia.
  La novela, traducida a 39 idiomas, fue el primer título alemán que ocupara el puesto número 1 en la lista de superventas del New York Times. 
  En 2008 fue adaptada al cine por el director Stephen Daldry, teniendo como protagonistas a Ralph Fiennes y a la actriz británica Kate Winslet, que consiguió varios premios por su interpretación.
    En 2011 publica El fin de semana, durante tres días unos personajes se verán confrontados con el olvido y el recuerdo, el odio, la amistad, la hipocresía y el perdón. Una vez más, Schlink explora la memoria colectiva alemana en una novela que, probablemente, plantea más preguntas que respuestas.
 Su último libro publicado es Mentiras de verano (2012), siete relatos en prosa  ligeros y elegantes, con unos diálogos intensos y coherentes desde el punto de vista psicológico.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Próxima reunión Martes 6 de Noviembre (18.00 horas) en la Biblioteca Mercedes Mendoza

El ultimo encuentro de Sándor Márai

   Un pequeño castillo de caza en Hungría, al pie de los Cárpatos, donde alguna vez se celebraron elegantes veladas y cuyos salones decorados al estilo francés se llenaban de la música de Chopin, ha cambiado radicalmente de aspecto.
   El esplendor de antaño ya no existe, todo anuncia el final de una época. Dos hombres mayores, que de jóvenes habían sido amigos inseparables, se citan a cenar tras cuarenta años sin verse. Uno ha pasado mucho tiempo en Extremo Oriente, el otro, en cambio, ha permanecido en su propiedad. Pero ambos han vivido a la espera de este momento, pues entre ellos se interpone un secreto de una fuerza singular.
   La búsqueda de la verdad como fuerza liberadora está en el centro de esta novela magistral, que tras permanecer en el olvido durante más de cincuenta años fue rescatada por la prestigiosa editorial italiana Adelphi y se colocó rápidamente en el primer puesto de las listas de libros más vendidos de Italia.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Escritores suicidas, la terrible decisión

   Escritores suicidas, la terrible decisión
  
   De Sócrates y Séneca a David Foster Wallace, la lista de escritores que decidieron poner fin a su vida antes de hora  es inmensa.

Ernest Hemingway
    Stefan Zweig, Hemingway, Virginia Wolf, Guy de Maupassant, Jack London, Ambrose Bierce, Paul Celan, Alejandra Pizarnick, Larra, Sandor Marai, Alfonsina Storni, José Asunción Silva, Yukio Mishima, Jacques Rigaut, Horacio Quiroga, Anne Sexton, Vladimir Maiakovski, Cesare Pavese, Sylvia Plath, Malcom Lowry, Dylan Thomas, John Kennedy Toole y Gabriel Ferrater, por citar algunos de los más conocidos, sucumbieron a la tentación de dejar de existir. Unos lo hicieron por desesperación y dolor; otros por convicciones indescifrables; algunos lo intentaron varias veces a lo largo de sus vidas; otros sólo una vez, la definitiva.
   Aunque la práctica se remonta a la noche de los tiempos, el Romanticismo marca un punto candente en el suicidio literario. Este movimiento cultural supuso una ruptura crítica con el pasado racionalista, ruptura que coincide con la crisis de la conciencia europea. Un ejemplo: el poeta y dramaturgo alemán Heinrich von Kleist (1777-1811), autor de El príncipe de Hamburgo, un alma ardiente arrastrada por una irrefrenable pasión por lo absoluto. Según cuentan sus biógrafos, nunca se mostró más alegre que cuando anunció a su prima que iba a matarse.    
Mariano José de Larra
   Del romanticismo alemán al español. Los artículos que Mariano José de Larra (1809-1837) firmaba con el seudónimo Fígaro son una sátira ingeniosa de las costumbres de su época, una joya de la literatura castellana del siglo XIX. Su tumultuosa relación con Dolores Armijo hizo que el anochecer del 13 de febrero de 1837, tras mantener una entrevista con ella, pone fin a su vida disparándose un tiro en la sien. Ella había decidido abandonarle por su marido, al cual le esperaba un alto cargo en Manila.
   El suicidio no sabe de geografías. En Portugal podrían citarse igualmente muchos casos: Antero de Quental, Camilo Castelo Branco o Mario de Sá-Carneiro, el gran amigo de Fernando Pessoa, que tuvo una muerte que reviste los rasgos de una pesadilla. El surrealismo, especialmente en Francia, también es otro momento álgido. En el segundo número de la Revolution surréaliste (1925) se planteó esta encuesta: “¿Es una solución el suicidio?” Sea solución o no lo sea, los nombres de Jacques Vaché (1896-1919), gran amigo de André Bretón, entronizado por éste como uno de los protomártires del surrealismo y que murió de una sobredosis de opio en el Hotel de France de Nantes; Jacques Rigaut (1899-1929) y René Crevel (1900-1935) ocupan un puesto en ese singular final.
Casos más conocidos

   El entierro de Ernest Hemingway fue reservado a la familia y amigos íntimos. Hemingway, segundo de seis hijos de un médico de Oak Park (Chicago), buscó deliberadamente el peligro a lo largo de su vida: como corresponsal de guerra, cazando leones en África o corriendo delante de los toros en Pamplona. A finales de 1961, el corpulento y fanfarrón Hemingway es un anciano de cabellos grises y miembros enflaquecidos. Ingresado en la Clínica Mayo por una depresión que le han producido unos fármacos, es tratado con electroshocks. Pero la depresión se acentúa con manía persecutoria e intentos de suicidio. Finalmente, el domingo 2 de julio de 1962 Hemingway acierta y se quita la vida con un disparo.
    En 1911, agobiado por la pobreza y los problemas familiares, Emilio Salgari se abrió en vientre con un cuchillo de cocina, algo así como un harakiri gastronómico.


Sylvia Plath
     También de aire gastronómico fue el suicidio de Sylvia Plath: tras dejar las tostadas y la leche caliente preparada para sus hijos, selló las rendijas de la puerta de la cocina con trapos, abrió el gas, y metió la cabeza en el horno.
   Virginia Woolf saltó hacia las aguas del río Ouse en la primavera de 1941, con los bolsillos cargados de piedras. Artaud ingirió una sobredosis de láudano en 1948. Cesare Pavese se envenenó en el Hotel Roma de Turín, nada menos que con 16 sobres de somníferos, en agosto de 1950. Stefan Zweig se mató en Brasil junto a su secretaria Carlota Altman, con la que se había casado, huyendo de la persecución nazi. Paul Celan se arrojó al Sena el 30 de abril de 1970.

    Ya que son escritores y se les da bien lo de componer frases, es natural que los escritores suicidas acostumbren a dejar largas cartas de despedida, no en el caso de Plath, que sólo dejó una escueta nota en la que pedía que se avisara al doctor.

Austría-Hungría, la Monarquía Dual

Austría-Hungría, la Monarquía Dual

   El Imperio austrohúngaro (Österreichisch-Ungarische Monarchie en alemán) nacido en 1867, fue el estado europeo que reconocía al Reino de Hungría como una entidad autónoma dentro del Imperio Austríaco. Por ese motivo, el estado creado pasó a llamarse Imperio Austrohúngaro. Este comprendía los países europeos actuales de Austria, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Croacia y Bosnia y Herzegovina.

   Es conocido por ser una de las más grandes potencias económicas y culturales del siglo XIX en el marco internacional. Debido a la diversidad lingüística, religiosa y cultural, estaba compuesto por una gran variedad de grupos étnicos. En sus fronteras se hablaban 12 idiomas, había 15 nacionalidades y se practicaban 7 confesiones religiosas.
   Estaba formado por un gran número de poblaciones y nacionalidades sometidas (imperio multinacional), del que salieron 13 estados actuales. Hacia 1914 tenía 676.615 kilómetros cuadrados y su población cercana a los 53 millones de habitantes.
   Las principales ciudades del Imperio eran Viena, Budapest y Praga. Ahí estaba el poder político, industrial y cultural, siendo Viena la más importante, fue su época dorada, durante más de 50 años, la capital del mundo.
    El gobierno de Francisco José (1848-1916) estuvo marcado por los principios de la tradición y autocracia de la Habsburgo, muy cercanos al Antiguo Régimen.

Emperador Francisco José I
   Construyó un gobierno de centralización política basado en:
- Un lenguaje y eficiencia alemana.
- La abolición de la servidumbre.
- Favorecer la construcción de ferrocarriles y elementos de progreso material.
   Aunque sufrió la reacción enojada de las nacionalidades no germánicas, especialmente de los magiares o húngaros.
   El Ausleich o convenio entre los alemanes de Austria-Bohemia y los magiares de Hungría formó la monarquía dual. Fue desventajoso para los eslavos: el convenio significaba que cada pueblo (alemán o húngaro) gobernase a su propio modo a sus nacionalidades y a sus "bárbaros" eslavos.
   Supuso la creación de una Doble Monarquía, sin paralelo en Europa:
- Al oeste del río Leitha estaba el Imperio de Austria.
- Al este, el reino de Hungría.
   Cada reino tenía su propia constitución y su propio parlamento, ante el que, era responsable su respectivo gobierno. El idioma sería distinto en ambos espacios: alemán en Austria, magiar en Hungría.
   La unión no era personal, ya que existía un consejo de parlamentarios representantes de cada estructura, a modo de gobierno común, que se ocupaba de la hacienda, los asuntos exteriores y la guerra.
   El compromiso de 1867 englobaba dos estructuras políticas multinacionales oprimidas:
* el estado-nación alemán de Austria: alemanes, eslovenos, checos, polacos, rutenos e italianos.
* el estado-nación magiar de Hungría: eslovacos, croata, servios, rumanos.
La renovada amistad con Alemania supuso la formación de la Triple Alianza o unión de las potencia centrales. Era una forma de compensar la acentuación del problema de las nacionalidades, agudizado por el incremento de las tensiones sociales y desarrollar la expansión hacia los Balcanes, chocando con Rusia y convirtiéndose en el factorcoyuntural que provoca el estallido de la Primera Guerra Mundial a raíz del asesinato en 1914 del archiduque Francisco Fernando y su esposa Sofía Chotek a manos de un terrorista serbiobosnio. El Imperio Austrohúngaro le declaró la guerra a Serbia.
   El Imperio empezó a desintegrar a causa de la guerra y, sobretodo, a causa de la muerte del Emperador Francisco José I en el campo de batalla, tras ni más ni menos que 68 años de reinado y siendo prácticamente el único emperador de toda la historia del Imperio. El nuevo emperador, Carlos I, intentó negociar y conseguir la paz, pero en 1919 el Imperio se disolvió totalmente.

lunes, 22 de octubre de 2012

"El último encuentro" o la búsqueda de la verdad

"-¿Qué quieres de ese hombre? -preguntó de repente la nodriza.
-La verdad -respondió el general.
-Conoces muy bien la verdad.
-No la conozco -dijo él, en voz alta, sin preocuparse por el servicio, que había interrumpido abajo la colocación de las flores y miraba hacia arriba.Volvieron a bajar la mirada inmediatamente, con un gesto mecánico, y continuaron con sus quehaceres-. La verdad es precisamente lo que no conozco.
- Pero conoces la realidad -observó la nodriza, con un tono agudo, casi agresivo.
- La realidad no es lo mismo que la verdad -respondió el general."
   Conocemos a dos ancianos, Henrik y Konrad. Se reúnen en el mismo sitio en el que se vieron por última vez, hace cuarenta y un años cuando algo, que poco a poco descubriremos, los separó.
   El último encuentro es una novela, que tras permanecer en el olvido durante más de cincuenta años fue rescatada por la prestigiosa editorial italiana Adelphi y se colocó rápidamente en el primer puesto de las listas de libros más vendidos de Italia, que se sitúa en un pequeño castillo de caza en Hungría, al pie de los Cárpatos, donde alguna vez se celebraron elegantes veladas y cuyos salones decorados al estilo francés se llenaban de la música de Chopin, y que ha cambiado radicalmente de aspecto.
   El esplendor de antaño ya no existe, todo anuncia el final de una época. Dos hombres mayores se citan a cenar. Uno ha pasado mucho tiempo en Extremo Oriente, el otro, en cambio, ha permanecido en su propiedad. Pero ambos han vivido a la espera de este momento, pues entre ellos se interpone un secreto de una fuerza singular. Todo converge en un duelo sin armas cuyo punto en común es el recuerdo imborrable de una mujer.
   El libro Sándor Márai, que dicen que trata de la amistad, respira decadencia. Decandencia por la senectud de los protagonistas, por la época y el entorno y por la sensación de estar asistiendo a una suerte de últimas confesiones para terminar la vida en paz. Somos observadores privilegiados de la conversación mantenida por estos hombres, dominada por el carácter de uno que, casi en forma de monólogo va desgranando aquello que fué con palabras precisas. Estos hombres separados por un secreto inconfesable, se reúnen asfixiándonos con su secreto, que sabemos se acerca como un tren, imparable de la mano de sus recuerdos entre los que desfilan mujeres, guerras, emperatrices y viajes.
   Se necesita saber la verdad aunque esta no sea agradable. Por eso nos vamos angustiando al ver ese lento avance, apretando poco a poco hasta llegar a ella. El hombre no perdona realmente, porque, de hecho no olvida, y eso lo sabe bien Márai, y así nos lo enseña en un libro en el que no busca sorpresas, mucho antes de conocer la "verdad" ya la intuimos claramente. Pero se trata precisamente, de la confirmación de la verdad.
Márai, el burgués que se hizo escritor
  
   El escritor húngaro fue un autor de éxito. Aunque en España sus obras sólo se han conocido desde la publicación de El último encuentro, Sándor Márai (1900-1989) fue un intelectual burgués y humanista, no fue un marginado social desconocido o un mártir político; al contrario, fue un señor consciente de su ascendencia burguesa y dedicado en cuerpo y alma a la tarea que le gustaba y que sabía desempeñar a la perfección: la literaria. En ella volcaba su habilidad y su mucha sabiduría, nacida de la atenta observación de los sentimientos y las relaciones humanas.
Sándor Marai con su esposa,  Lola Matzner
   Desde muy joven, siempre fue mal estudiante por demasiado curioso y avispado, lo sedujeron la lectura y el periodismo. Su padre, un gran abogado de la ciudad húngara de Kaschau (hoy en Eslovaquia con el nombre de Kosice), le permitió salir al extranjero en cuanto tuvo edad de estudiar. Hasta los 23 años, cuando se casó con una mujer judía y de acaudalada familia burguesa, "Lola", a la que amó intensamente y con la que convivió hasta la muerte de ella, sesenta años después.
Con Thomas Mann en 1934
    Márai residió en Budapest y en varias ciudades alemanas (su lengua materna era el húngaro, pero dominó desde pequeño el alemán), Leipzig, Weimar, Múnich y Berlín, que fueron sus escuelas de vida y sabiduría.
   Allí pasó unos años de aprendizaje bohemio, entre escritores y cafés de artistas, ganándose el sustento con la escritura de artículos periodísticos, crónicas, prosas breves y poemas. Unos años en París, durante la dictadura de Horthy, lo hicieron popular en Hungría gracias a las crónicas que enviaba desde el extranjero. En los años treinta se estableció en Budapest y, obsesionado por el trabajo, comenzó a producir novela y teatro, de modo que en los cuarenta gozaba ya de fama extraordinaria, casi comparable a la de Thomas Mann o Stefan Zweig.
Casa de Sándor Márai
   Cuando el nazismo comenzó su escala fue firme opositor y, tras un breve período en que su fama lo protegió terminó por caer en declive y huyó a Italia. No fue fácil y tampoco pudo quedarse ahí, llevándo su viaje a esta pareja a Estados Unidos (San Diego, California), donde se instalarían para pasar sus últimos años. Esta vida le fue pasando factura durante los últimos años cayendo en un estado de aislamiento y depresión. Ni siquiera con el cambio de régimen en su país y su reconocimiento como autor consiguió volver a sentirse bien. Su vida terminaría con su suicidio de un disparo en la cabeza al verse incapaz de valerse por sí mismo apenas unos meses antes de la caída del Muro de Berlín.
   Divorcio en Buda (1935), La herencia de Eszter (1939), La amante de Bolzano (1940), A la luz de los candelabros (1942), El último encuentro (1942), La mujer justa (1949), ¡Tierra, tierra! (1972),  así como su autobiografía Confesiones de un burgués (1934)  cautivan a un publico variado en virtud de algo que las caracteriza: la magia que sólo tiene la "gran literatura". De estructuras similares -extensas conversaciones y largos monólogos-, densas y cuajadas de pensamientos brillantes; teatrales, "psicológicas", de escasa acción y peripecia, y hasta de tono melodramático y sentimental, las novelas de Márai son, con todo ello, absorbentes y difíciles de soltar una vez que nos sumergimos en sus páginas y nos dejamos atrapar por sus meandros.

jueves, 4 de octubre de 2012

Nueva temporada del Club de Lectura

Reunión del día 2 de Octubre

   Hablamos del libro del escritor murciano José Emilio Iniesta, La risa de las mujeres muertas. La reunión la hicimos en la Cafeteria de Francis enfrente de la biblioteca al que agradecemos su trato al recogernos en su apacible terraza. Un rato sin duda muy agradable. Ah, también recibimos la visita de un ser inquietante...

Ser inquietante al fondo...


lunes, 1 de octubre de 2012

Próxima reunión Martes 2 de Octubre (18.00 horas)

"La risa de las mujeres muertas" de José Emilio Iniesta.

Los Reales Alcázares de Sevilla

Puerta del León


     Un alcázar es un castillo español. La palabra viene del árabe القصر al qasr que significa 'fortaleza', y que en latín es castellum (castrum). La particularidad del alcázar es que es un palacio fortificado. Varias ciudades españolas tienen alcázar, siendo entre los más característicos el de Sevilla, el de Córdoba o el de Toledo. El Alcázar de Sevilla ha sido utilizado como lugar de alojamiento para los miembros de la Casa Real y altas personalidades que visitan la ciudad. Se compone de diversos edificios de diferentes épocas. 
Patio de las Doncellas
    La fortificación original se edificó sobre un antiguo asentamiento romano y más tarde visigodo. Posteriormente pasó a ser una basílica paleocristiana (San Vicente Mártir), donde fuera enterrado San Isidoro.
    Los Reales Alcázares empiezan a tomar su aspecto actual tras la toma de la ciudad por los
árabes en el año 713. Éstos utilizaron sus dependencias como residencia de sus gobernantes desde el 720. En 884 la fortaleza contribuyó a evitar la invasión vikinga de la ciudad.

Restos de los Almohades

   En un principio se componía de varios recintos, como la Casa de los Príncipes, viviendas que en el siglo IX iban desde la Plaza del Triunfo hasta el Barrio de Santa Cruz.
   Uno de los palacios que rodea dos patios es de la misma época que la
Alhambra de Granada. Para llevar a cabo la obra, fueron enviados por el rey nazarí Mohamed V importantes artesanos toledanos granadinos, así como locales. Se amplió con la vivienda de los emires en el siglo XI, también en el siglo XII se siguió fortificando y añadiéndole estancias como el Alcázar o Palacio de las Bendiciones, y un siglo después los almohades le añadieron más patios y palacios.
   Tras la
Reconquista de la ciudad, en 1248, los Reales Alcázares fueron alojamiento del rey Fernando III, tomándose por costumbre ser hospedaje de los sucesivos monarcas.    
Salón de Embajadores
    Alfonso X el Sabio hizo las primeras reformas creando tres grandes salones góticos. Posteriormente Pedro I el Cruel, en 1364, decidió construir el que se convirtió en el primer palacio de un rey castellano que no estaba protegido tras los muros y defensas de un castillo, y logrando su definitivo aspecto mudéjar que hoy conserva y que aún asombra por su esplendor. Se levantó la Capilla Gótica, el apeadero, el Patio de la Montería y los Grutescos de los jardines. El Palacio de Pedro I es considerado el más completo ejemplo de la arquitectura mudéjar en España.
    Se conservan todavía restos del antiguo Palacio Islámico como el Patio del Yeso, de época previa a la Reconquista. Las obras iniciadas por Pedro I impulsaron a realizar más transformaciones a otros reyes posteriores como los
Reyes Católicos. Aquí Carlos I (V de Alemania) celebró su boda con Isabel de Portugal el día 11 de marzo de 1526. En una de sus estancias nació en 1848 la infanta Isabel, nieta de Fernando VII. Alfonso XIII, gran enamorado de la ciudad, también realizó diversas reformas.
  Declarados
Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1987, también ha sido escenario de varias películas, como Rojos (1981) de Warren Beatty, El Reino de los Cielos (2005) de Ridley Scott, o Alatriste (2006) de Agustín Díaz Yanes.
Para más información: http://www.patronato-alcazarsevilla.es/

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Buthayna, el Zahir de Julio Petrel

    "El Zahir es una metáfora de nuestras obsesiones. A veces esas obsesiones nos eligen, y no podemos evitarlo. Mi novela surge de mi obsesión por la princesa Buthayna, mi necesidad de escribir sobre ella tras leer su biografía. Escribí la novela para liberarme de esa obsesión, o quizás para convertirla en algo creativo."
                                        José Emilio Iniesta


   Estamos en el Real Alcázar de Sevilla, justo cuando el reconocido concertista de guitarra Julio Pretel acaba de interpretar una escogida muestra de Joaquín Rodrigo y de Bacarisse. La atmósfera ha quedado impregnada por la suavidad de la música y por el hechizo de la belleza. Pero unos instantes después el intérprete sufre un pequeño mareo y debe retirarse al interior del edificio. Es justo ahí cuando comienza la auténtica novela: Julio Pretel escuchará la voz asustada de una mujer árabe, hermosa y joven, vestida a la usanza de siglos atrás, que parece reclamar su ayuda con angustiosos aspavientos; pero antes de que pueda entender realmente lo que le quiere decir, ésta se evaporará como por arte de magia.
   A partir de ese instante José Emilio Iniesta, el autor de esta narración, irá desarrollando en paralelo dos acciones de la misma intensidad: de un lado, nos mostrará los años finales de la princesa Buthayna, hija del poderoso y exquisito Al-Mótamid, que sufrirá la persecución, la esclavitud y el desgarro de verse separada de los suyos; y de otro, nos embarcará en el camino que emprende Julio Pretel, obsesionado con la imagen de la chica y deseoso de saber qué le dijo cuando lo vio en el patio del Alcázar.

      Personajes como Odette (una antigua amante de Julio), los parapsicólogos Carlos y Francisco Manuel (propietarios de la librería Kenningar y expertos en psicofonías), el subinspector Albero o el profesor egipcio Mustafá Alí Sharkí, personaje que existe en la realidad, así como, Latifa Gamal-Addin (descendiente de Buthayna), se irán cruzando ante los ojos de los lectores, quienes irán observando cómo componen con sabia lentitud el tejido multicolor de la novela.
   También José Emilio Iniesta facilita, intercalados a lo largo de la obra, fragmentos escogidos de libros y reseñas que se relacionan con el tema de la novela.
   En el Real Alcázar de Sevilla, por alguna razón dificil de explicar, personas semejantes en diversas épocas habían visto la misma imagen: una bella y aterrorizada joven que parece pedir ayuda en un probable árabe de otra época...

Yayyí Almorabitún!
… ¡Que vienen los Almorávides! …
José Emilio Iniesta, un murciano andalusí

   Filólogo, escritor y catedrático de Lengua Castellana y Literatura, José Emilio Iniesta González (Murcia, 1953) ha colaborado con revistas culturales y enseñado teatro en varios centros de secundaria. Además, Iniesta González es un experto en el mundo de Al-Andalus, tema al que ha dedicados numerosos artículos y ensayos.
   Su interés por la civilización que floreció en Al-Andalus le ha llevado a estudiar árabe, obteniendo la diplomatura de dicha lengua en la EOI de Alicante.
   Ha colaborado con va­rias revistas de variado carácter cultural, tales como “La Sierpe y el Laúd”, “Monteagudo”, “Cangilón”, “Algarabía”, “Crónicas Azahar”, “Re­vista del Instituto egipcio de estudios islámicos”, “Postdata”, etc. Su labor como profesor de teatro en institutos de secundaria lo ha llevado a escribir obritas teatrales (adaptaciones de cuentos y leyendas en su mayoría) para ser representadas por los jóvenes. Dos relatos suyos han sido in­cluidos en la “Antología de narradores murcianos II” y en “Cuento, luego existo”, respectivamente.

   En 2006 apareció publicada su primera novela “Si Vivaldi aprendiese solfeo”. En 2009 publicó su segunda novela, "La risa de las mujeres muertas “, ambientada en la Sevilla medieval. En 2010 , su última publicación, “La pintura del monstruo”.
   Sus referencias literarias, sus autores de cabecera,  Cervantes y Galdós. Edgar Allan Poe llenó de fantasías terroríficas su adolescencia. Le encanta perderse (y encontrarse) en la prosa de Borges y García Márquez.
   En sus propias palabras, Iniesta dice que escribe por "la necesidad de expresarme, de decir cosas que puedan interesar a los demás. Escribo para crear mundos reales e imaginarios a la vez. Me emociona la belleza, los sentimientos, el Arte, la Literatura… Me emociona que el ser humano, a pesar de sus monstruosidades y miserias, sea capaz a veces de hacer cosas nobles".
   Y una cita que lleva siempre en la memoria:
"El valiente muere una sola vez, el cobarde muere muchas veces" de William Shakespeare.