Lo policial, la lógica y la filosofía del lenguaje son los ingredientes de la obra del autor y matemático argentino Guillermo Martínez (Bahía Blanca, 1962)
Sus comienzos literarios vinieron de la mano de un libro de cuentos, Infierno grande (1982) con el que obtuvo el Premio del Fondo Nacional de las Artes. A su primera novela, Acerca de Roderer (1992), traducida a varios idiomas, le siguió La mujer del maestro (1998) donde entre el mundo del maestro Jordán y su aprendiz se encuentra Cecilia, su mujer.
De 1993 a 1995 vivió en la ciudad inglesa de Oxford como estudioso de las matemáticas. De aquella experiencia nació Crímenes imperceptibles (2004), una novela policíaca traducida a 40 idiomas y llevada al cine en 2008 por Álex de la Iglesia con el título Los crímenes de Oxford, el mismo con el que fue publicada en España por Destino. La obra consiguió el Premio Planeta de Argentina, así como el Premio Mandarache de Jóvenes Lectores de Cartagena en su primera edición de 2006. Este es seguramente el título más popular de este autor, aunque haya destacado en otros ámbitos como el ensayo, con Borges y la matemática (2003) o en la narración con voluntad experimental en Yo también tuve una novia bisexual (2011).
En 2007 publica La muerte lenta de Luciana B, la venganza metódica urdida contra una joven por el escritor a la que le dictaba sus novelas. Unas muertes rodean a Luciana y ninguna puede ser casual. Los cuadernos de notas de Henry James y una Biblia de Scofield serán claves ambiguas en un pasaje sin retorno a la región más primitiva del mal.
Siempre cercano a la divulgación científica y literaria, publica los libros de ensayo La fórmula de la inmortalidad (2005), Gödel para todos (2010), en colaboración con el también matemático Gustavo Piñeiro y La razón literaria (2016).
Con Una felicidad repulsiva gana en 2015 el I Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez. Su regreso al cuento, tras Infierno grande, con once relatos de temática familiar, erótica, fantástica y de horror que nos muestran cómo lo más querido está solo a un paso de volverse extraño, y cómo, en ocasiones, tocamos fondo sin saber muy bien por qué.
En 2019 llega el Premio Nadal para la continuación de Los crímenes de Oxford, Los crímenes de Alicia (Destino). Una novela que recupera los personajes de aquel gran éxito, el profesor Arthur Seldom y el estudiante argentino G. Ambos investigan, esta vez, una serie de asesinatos que parecen basarse en pasajes de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll.
No es la primera vez que las matemáticas se cruza con la literatura, el mismo Carroll era un lógico matemático. Incluso el primer premio Nobel de Literatura del mundo hispano fue para el español José Echegaray en 1904, que casualmente era matemático. Otros escritores como el chileno Nicanor Parra o el argentino Ernesto Sabato, por nombrar algunos, también eran amantes de las matemáticas y la física.
Guillermo Martínez utiliza un género híbrido que se basa en la filosofía por medio de reflexiones sobre el conocimiento humano, del lenguaje y, por supuesto, de la lógica matemática. Una marmita en donde todas las cosas pueden ser a simple vista de un modo y pero también de otro muy distinto.
Para plasmar todas estas ideas, el autor recurre a las escenas de una novela de la misma forma que una persona usa el lenguaje. Una manera distinta de exponer las posibilidades de la investigación en general y en particular la investigación policial. Un proceso complejo que acerca la literatura a la matemática ya que, a veces, tienen reglas, procedimientos y mecanismos similares.