sábado, 1 de diciembre de 2018

Viento del este, viento del oeste

Habla una mujer china   
   
   Primera novela de Pearl S. Buck y una de sus grandes obras. Publicada en 1930, nos introduce con gran maestría en la sociedad china de los primeros años del siglo XX, aunque lo cierto es que éste último dato el lector se lo tendrá que imaginar, ya que no hace ninguna referencia a fechas ni acontecimientos importantes a lo largo de todo el libro. Buck centra su argumento en la dicotomía cultural entre Oriente y Occidente; dos mundos opuestos que intentan encontrar un punto común en la vida de los protagonistas. También explica el conflicto intergeneracional en una sociedad milenaria y cerrada, y sus grandes diferencias con la sociedad americana mucho más abierta y avanzada. 
   Una obra que defiende las tradiciones y también la evolución de otras culturas, a través de una descripción intensa y elegante.
   Narrado en primera persona, en un falso epistolar,  por su protagonista principal, Kwei-Lan, nos cuenta la conmovedora historia de una mujer nacida en el seno de una familia distinguida que desde el primer momento es prometida en matrimonio tal y como marcan las normas y tradiciones, tanto de su país como de su familia. Y para eso será educada y preparada, para servir fielmente a su esposo según las costumbres orientales y llegar a ser la perfecta esposa que todos esperan. Su futuro marido, al que no ha conocido hasta el día de su boda, por el contrario recibe una educación totalmente diferente, ya que se trasladará a vivir a Estados Unidos para estudiar Medicina. 
   Un mundo totalmente diferente se abrirá ante ellos, pero en especial para ella.
 
"Pies de Loto", la dolorosa costumbre del vendado de pies en China

   Cogida entre dos mundos totalmente diferentes, una lucha interna de sentimientos enfrentados se iniciará en el interior de Kwei-Lan, debiendo librar esa batalla en soledad.

   “Todo lo que decía mi marido era nuevo y estaba lleno de interés. No me cansaba nunca de oírle hablar de los extranjeros y sobre todo de sus maravillosos inventos: de los grifos de donde sale agua fría o caliente, de las estufas que funcionan sin combustible, de las máquinas que van por el agua y de otras que navegaban bajo el agua. Y, en fin, ¿qué decir de esos aparatos maravillosos que vuelan?”
   Su marido, contrario a cualquier tipo de costumbre ancestral no apropiada, será su mayor apoyo en esta gran lucha interior. Unas barreras infranqueables que irán desmontando poco a poco. En oposición a su madre, que encarna los valores más tradicionales de la cultura china, se enfrentará a todo lo establecido desde que era niña.   
   Pearl S. Buck le otorga a la mujer, a todas las mujeres, la capacidad de aprender de las situaciones, de adaptarse a la violencia que se sacude a su alrededor. Las mujeres en esta novela son las únicas que median entre ambos mundos sin perder en ningún momento la percepción de la realidad. 
   La figura de las concubinas en Viento del este, viento del oeste es especialmente ilustrativa ya que materializa la necesidad de complacer de las mujeres a un hombre poderoso. Las que tienen un estatus elevado deben vivir con moderación pero todas ellas valen lo mismo, mientras dure su belleza y puedan otorgarle a su protector un bebé varón.
   Pero al final, los personajes que muestra Pearl S. Buck acaban siendo realmente ambiguos en todos los sentidos. El marido de la protagonista que siempre ha simbolizado la oposición a las tradiciones chinas no duda en oponerse al matrimonio del hermano de Kwei-lan con una mujer americana. Al mismo tiempo, la protagonista, que debería de representar las tradiciones chinas, acepta llevar un nuevo tipo de vida solo para complacer a su marido. Esta línea tan difusa entre la tradición y la modernidad es lo que realmente hace brillante Viento del este viento del oeste.
   Acompañada de una ambientación exquisita, esta novela conserva cierta actualidad en todo lo relacionado con el choque de culturas, con la intolerancia hacia otras formas de vida, con la aceptación de lo diferente. Aunque hayan pasado muchos años desde su publicación, la historia permite esa mínima identificación del lector que tan necesaria es en literatura.

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