“Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad”.
Esta es una de las muchas citas famosas de la escritora y Premio Nobel de Literatura, Pearl Comfort Sydenstricker Buck (Estados Unidos, 1892-1973).
Conocida por Pearl S. Buck, pasó los primeros 40 años de su vida en China ya que sus padres eran misioneros. Allí encontró la inspiración en su cultura milenaria para escribir sus historias. En ellas, retrata a sus gentes y su sabiduría de una manera delicada y amable. Desde su segunda obra La buena tierra, ganadora del premio Pulitzer, que ambientó en China, las siguientes las situó en países como India, Corea o Estados Unidos. Muchas de sus historias se refieren a la lucha de la gente común contra la pobreza, la corrupción política y personal, los malos gobiernos y los conflictos morales de siempre. Ella era una firme defensora de los derechos de las mujeres y por los derechos de las minorías, siendo sus obras siempre muy accesibles y legibles.
Cultivó el relato, la poesía, la dramaturgia, la literatura infantil, la biografía, guiones para cine y hasta escribió un libro de cocina. Publicó dos autobiografías en 1954 y 1962. Sus escritos fueron primero publicados en revistas como Nation, Asia o Atlantic Monthly, para ser luego distribuidos por editoriales. Obras como Viento del este, viento del oeste (1930), El ángel luchador (1936), La estirpe del dragón (1942) o su libro de memorias China, como la he visto (1970), cargadas de sentimentalidad y buenas intenciones, pero con una poderosa capacidad para conectar con los lectores, forman parte de su extensa bibliografía que cuenta con más de 80 títulos.
En 1938 llegó el Nobel. Todo eso la llevó a convertirse en una especie de Nobel prodigio: el escritor que con solo nueve años de estar publicando obtuvo el galardón y se convirtió en uno de los más jóvenes en recibirlo con 46 años. Un galardón, el de Buck, que todavía se utiliza como arma arrojadiza para desacreditar un premio que ninguneo a Borges, Nabokov o Joyce y que puestos a elegir a una gran escritora prefirió a la complaciente Buck en detrimento de Virginia Woolf. Pero las críticas adversas a su trabajo por parte de los críticos profesionales o académicos le hicieron comprender que el público lector era el árbitro final de su trabajo. El público amaba sus obras cuando estaba viva y miles de personas, jóvenes y viejos, todavía la leen y admiran.
Durante los años 30 fue una de las autoras estadounidenses más leídas. En España, ya con la difusión de sus adaptaciones al cine, sus novelas fueron el obligado fondo de armario de las bibliotecas familiares en los años 50 y 60.
Se casó dos veces y, tras morir una hija biológica, adoptó a 7 niños, ya viviendo en Estados Unidos. En su país de origen, se sumó al activismo por los derechos humanos civiles y de la mujer. Su experiencia en Oriente la animó a fundar las asociaciones East and West, por el intercambio cultural entre Occidente y Oriente y Welcome House, una agencia de adopción de niños asiáticos. Con su Fundación Pearl S. Buck también ayudó a huérfanos asiáticos que no podían ser adoptados.
En 2014 se recuperó El eterno asombro (Ediciones B), su última novela que escribió con 80 años, ya próxima a su muerte, y cuyo manuscrito perdido y al parecer robado apareció por sorpresa en 2012 en Tejas, en un trastero de alquiler. Las 300 páginas manuscritas y su correspondiente copia a máquina pudieron ser adquiridas por la familia.
Casi en la ruina, así acabó sus días la escritora que acercó China y otros países asiáticos a los lectores de su país y de Occidente, que abogó por los derechos civiles, de la mujer y de las minorías y fundó la primera agencia de adopción que aceptaba niños orientales y mestizos. Toda una vida dedicada a luchar por la igualdad y contra los prejuicios.
En 2014 se recuperó El eterno asombro (Ediciones B), su última novela que escribió con 80 años, ya próxima a su muerte, y cuyo manuscrito perdido y al parecer robado apareció por sorpresa en 2012 en Tejas, en un trastero de alquiler. Las 300 páginas manuscritas y su correspondiente copia a máquina pudieron ser adquiridas por la familia.
Casi en la ruina, así acabó sus días la escritora que acercó China y otros países asiáticos a los lectores de su país y de Occidente, que abogó por los derechos civiles, de la mujer y de las minorías y fundó la primera agencia de adopción que aceptaba niños orientales y mestizos. Toda una vida dedicada a luchar por la igualdad y contra los prejuicios.
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