jueves, 29 de octubre de 2015

Ana María

La Matute
      Ana María Matute fue sin duda la escritora de mayor prestigio de las letras españolas. De su pluma trajo la magia a la literatura española sin dejar de dar testimonio de la dureza de la posguerra. Galardonada con premios como el Nacional de las Letras o el Cervantes, fue, además, académica de la RAE. Desde la publicación de Los Abel aunó el elogio de la crítica y el favor del público.  
    Ana María Matute Ausejo nació en Barcelona el 26 de julio de 1925 en el seno de una familia acomodada. Padre catalán y madre castellana. Su padre poseía una fábrica de paraguas. 
Al estallar la guerra civil todo cambia. Es la segunda de 5 hermanos y se queja de falta de cariño materno, quizás suplido por el afecto de su padre, el cual, tras sus viajes a Berlín o Londres le cuenta a la pequeña Ana María historias fantásticas. En uno de esos viajes le trae a Gorogó, un muñeco negro que le servirá de personaje en Primeras memorias. Parece así heredar la afición por los viajes y la fantasía de su padre.
 
   A los 4 años está a punto de morir por una infección de riñón y al año siguiente escribe su primer cuento, ilustrado por ella misma. Ya con 8 años vuelve a pasar por otra enfermedad grave por lo que la envían a Mansilla de la Sierra, Logroño, con sus abuelos. Vivió también en Barcelona, Castilla y Mallorca. Educándose finalmente en un colegio religioso en Madrid. 
   Su primera novela, Pequeño teatro la escribe a los 17 años. Ignacio Agustí, director de la editorial Destino, le ofrece un contrato de 3.000 pts que acepta. Sin embargo, Pequeño teatro no se publicará hasta 8 años después. 

   En 1949 escribe Luciérnagas y queda semifinalista del Premio Nadal, pero la censura le impide publicarla. Aparece en 1955 una revisión de esta obra llamada En esta tierra, pero en 1993 recuperará la versión original y esta será la que publique rechazando la segunda versión.
   
   En 1952 se casa con el escritor Eugenio de Goicoechea, tienen un hijo, Juan Pablo. Se separan en 1963, perdiendo ella la custodia de su hijo al que no pudo ver durante años. El 6 de enero del 1959, cuando ganó el premio Nadal con Primera memoria, ya había publicado Los Abel, Fiesta al Nordeste, Pequeño teatro, En esta tierra y Los hijos muertos y escribía cuentos semanales para la revista Garbo con su hijo Juan Pablo de pocos años en las rodillas.
   Comienza así su trilogía Los mercaderes en 1960 con Primera memoria, la continuará con Los soldados lloran de noche y la termina con La trampaDe 1965 a 1966 va como lectora a Bloomington (Indiana) y en 1968 a Norman (Oklahoma).   
  

 
   Cuando nadie se interesaba por la Edad Media, es cuando su ópera magna, Olvidado rey Gudú ve la luz en 1996 y devuelve a la escritora a la merecida actualidad literaria tras veinte años de silencio. Llevaba escrita una gran parte de la novela, hasta que pilló una depresión brutal y el manuscrito se quedó sin terminar:
"Yo pensaba que aquel libro iba a caer en el vacío porque contiene mucho 
elemento mágico. ¡Me adelanté veinticinco años!..." Por aquel entonces el público español no estaba tan predispuesto como ahora con «El señor de los anillos». La Matute matizaba que su trilogía Aranmanoth, La torre vigía y Olvidado rey Gudú tenía más que ver con el Rey Arturo que con Tolkien.
   Ana María Matute es calificada como mejor novelista de la posguerra. Su calidad de escritora está a la vista en sus obras, que además han sido premiadas en numerosas ocasiones. 
    Ingresa en la Real Academia Española de la Lengua en 1996. El 18 de enero de 1998 lee su discurso y ocupa el asiento K anteriormente ocupado por Carmen Conde, siendo así la tercera mujer en ingresar en 300 años.
   
   

   En 2007 recibe el prestigioso Premio Nacional de las Letras, otorgado por el Ministerio de Cultura. Ese mismo año visita Molina de Segura y participa en el primer encuentro de Escritores en su tinta celebrado en la Biblioteca Salvador García Aguilar. En 2010 se convierte en la tercera mujer en obtener el Premio Cervantes otorgado por el Ministerio de Cultura.
   En toda la obra de Ana María Matute pervive esa mirada protagonista infantil o adolescente que marca un distanciamiento afectivo entre realidad y entendimiento. Son obras que se inician con gran lirismo y poco a poco se sumergen en un gran realismo. Las novelas de Ana María Matute no están exentas de compromiso social, si bien es cierto que no se adscriben explícitamente a ninguna ideología política. Su obra resulta así ser una rara combinación de denuncia social y de mensaje poético, ambientada con frecuencia en el universo de la infancia y la adolescencia de la España de la posguerra.
   El 25 de junio de 2014 fallece a los 88 años, dejando un libro póstumo: Demonios familiares.

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