sábado, 3 de octubre de 2015

Brooklyn

El barrio que mola
  

   Para el escritor Paul Auster, Brooklyn solía ser una broma en los Estados Unidos. Siempre fue considerado un lugar pobre y estúpido para vivir. Decayó tras la Segunda Guerra Mundial, pero después de los 50 y después de haber sido un lugar muy pobre, muy sucio y peligroso, se transformó. Había muchas casas y edificios encantadores allí, entonces, a mediados de los 60, un montón de jóvenes que no querían vivir en la ciudad, que no tenían dinero para radicarse en Manhattan, empezaron a comprar viviendas en estos edificios a un precio irrisorio. Las casas se arreglaron y ahora Brooklyn es el barrio más chic de Nueva York.
   Es un lugar que tiene una atmósfera muy especial. Es un inventario del universo y tiene la peculiaridad de que mientras que en todas partes las diferencias étnicas y religiosas son una fuente potencial de conflictos, aquí se convive en armonía. 

"Yo me vine a vivir por razones prácticas, porque los alquileres eran más baratos y llevo 19 años aquí. Cuando me casé con Siri, ella dejó Manhattan para venirse a Brooklyn, y cuando decidimos comprarnos una casa le dije que no tenía por qué ser aquí, y ella, que había venido un poco a regañadientes, dijo que no, que no quería irse de Brooklyn", comenta Auster.
  
Brooklyn hasta 1898 fue una ciudad independiente, año en que fue incluido como un distrito más de la actual ciudad de Nueva York, formada además por Manhattan, Queens, el Bronx y Staten Island.
   Su nombre es un homenaje a la ciudad neerlandesa de Breukelen, es que esta zona antes fue un asentamiento holandés, al igual que todo Nueva York que primero fue Nueva Amsterdam. El nombre vendría a significar algo así como "pequeña marisma".

   El borough (o distrito) está unido a Manhattan a través de tres puentes: Brooklyn Bridge, Manhattan Bridge y Williamsburg Bridge.   
Brooklyn Bridge


    Caminando hacia el sur a través de Atlantic Avenue, se va avanzando por un par de espacios interesantes, tranquilos, con alma de barrio del pasado lleno de tiendecitas, negocios familiares y un buen número de restaurantes, anticuarios, boutiques o librerías. La arquitectura de nuevo atrapa la atención del paseante en las calles residenciales de los laterales.   
   Varios han sido los escritores que han vivido en sus calles empezando por Walt Whitman, quizás el más célebre de todos. Más recientemente tenemos a los dos Miller, Arthur y Henry. También Thomas Wolfe vivió en Brooklyn durante un tiempo. Un grupo de escritores compartió una casa en Brooklyn Heights,  W. H. Auden, Langston Hughes, Carson McCullers. También la novelista Bessie Smith, la autora de Un árbol crece en Brooklyn, Norman Mailer, Truman Capote... Si nos trasladamos a la actualidad es un delirio la cantidad de poetas y novelistas que viven aquí. Son innumerables.
   Y no están solos. Hay artesanos metidos a diseñadores, traficantes de muebles vintage, restauradores que aman la fusión, músicos indies de cartera abultada... Y, por supuesto, mucho hipster: esa tribu urbana que, de ser tan moderna, ha dejado de serlo hace un rato.
   Manhattan tiene quien le haga sombra. Sin rascacielos, sin museos enciclopédicos, sin marcas de lujo apelotonadas en un par de manzanas, este barrio neoyorquino despunta como lugar de peregrinación de cazatendencias y amantes de lo último.

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