"Cuando vi las fotos de aquellos quinquis muertos, algunos de los cuales podían haber sido mis vecinos, me pregunté: ‘¿Por qué ellos y no yo?". Esta cuestión se la plantea el escritor Javier Cercas, una mañana de final de agosto en el Café Royal de Girona.
Esta reflexión forma parte del argumento de su novela, Las leyes de la frontera (Mondadori, 2014). Una historia absorbente, a ratos dura y a ratos romántica, centrada en las relaciones de tres personajes: el Zarco, un quinqui atracador de bancos que tiene su momento de esplendor en los años 70 y primeros 80 y luego entra en un declive de cárcel y toxicomanías; el Gafitas, un estudiante que se acerca al Zarco en su adolescencia y luego, cuarentones ambos, vuelve a reencontrarlo como abogado, y Tere, la joven que bascula entre uno y otro, independiente, guapa y ceñuda, misteriosa hasta el final. El escenario es Girona, hoy pequeña joya urbana impecablemente restaurada que recibe cada año cientos de miles de turistas, pero que cuando arranca la acción de la novela es una destartalada ciudad de provincias que intenta sacar cabeza en el primer posfranquismo.
En ese verano de 1978, cuando España no ha salido aún del franquismo y no termina de entrar en la democracia y las fronteras sociales y morales parecen más porosas que nunca.
Un adolescente llamado Ignacio Cañas conoce por casualidad al Zarco y a Tere, dos delincuentes de su edad, y ese encuentro cambiará para siempre su vida. Treinta años más tarde, un escritor recibe el encargo de escribir un libro sobre el Zarco, convertido para entonces en un mito de la delincuencia juvenil de la Transición, pero lo que el escritor acaba encontrando no es la verdad concreta del Zarco, sino una verdad imprevista y universal, que nos atañe a todos.
"Jugaba al baloncesto con los chicos del barrio, y un amigo me llevó un día a los albergues provisionales, creados en los 60 para acoger a inmigrantes sin recursos. Me impresionó la miseria que existía tan sólo a cien metros de donde nosotros vivíamos, simplemente cruzando el río Ter. De allí salieron muchachos como los quinquis de mi novela”. A Cercas le sorprendió constatar que, al otro lado de la política, tan predominante en aquella época, siempre aparecían los quinquis. Cogías la revista Interviú y al lado de los debates de la Constitución surgía una historia de sus atracos. Los quinquis salían en la prensa y en el cine, parecía que estaban en todos lados, lo suyo fue un boom. Un tema que se explotó hasta la saciedad y que luego se agotó instantáneamente.
En Las leyes de la frontera, la trama fluye a través de cuatro largas entrevistas: dos con el Gafitas y otras dos con un policía y un director de cárcel, “y me ha llamado la atención que a ninguna de las personas que han leído el libro esta estructura le haya parecido extraña”.
Poco después de la publicación de Anatomía de un instante (2009), apareció el libro de Carles Monguilod Vint-i-cinc anys i un dia. Monguilod es un abogado, al que Cercas conoció, y en la obra rememora sus vivencias como abogado de Juan Moreno Cuenca, el Vaquilla, que de joven había pasado una temporada en los albergues, y ya de mayor en la cárcel de Girona. A Cercas le impacto mucho la historia.
Para documentarse durante la redacción de Las leyes de la frontera, “fui varias veces a la cárcel de Girona, donde está encerrado el Zarco. Una de las primeras cosas que vi fue a una chica de 19 años llorando. No sabía una palabra de español y estaba allí porque había robado un bolso. Pienso que una visita a las cárceles debería ser obligatoria en la enseñanza secundaria. También fui a las de Figueres y Quatre Camins, donde participé en unas charlas sobre literatura con los reclusos”.
Por lo que respecta a la policía, “tengo un asesor extraordinario, un hombre al que conocí casualmente porque había leído mis libros. Se llama Francisco Pamplona y me ayudó a reconstruir una atmósfera que había conocido al dedillo. Mi historia transcurre en Girona, aunque podía haber pasado en cualquier otra ciudad, ya que el fenómeno tuvo lugar en todas partes de España”.
Cercas cuenta que ha pretendido “una desmitificación del delincuente juvenil, de la supuesta búsqueda de la libertad que cantaban Los Chichos en su versión romántica. El Zarco se convierte en un mito de la democracia española debido al uso que hacen de su personaje los medios de comunicación. Un mito de cartón piedra que obedece a determinados intereses. La democracia necesita mitos, y este, en la segunda parte de la novela, se derrumba”.
La adaptación cinematográfica de la novela fue dirigida por Daniel Monzón en 2022 y fue galardonada con 5 premios Goya (incluyendo mejor guion adaptado).
La novela, que fue Premio Mandarache 2014, no concede un instante de tregua, escondiendo su extraordinaria complejidad bajo una superficie transparente, la novela se convierte en una apasionada pesquisa sobre los límites de nuestra libertad, sobre las motivaciones de nuestros actos y sobre la naturaleza intangible de la verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario