lunes, 28 de febrero de 2022

Entre visillos

Mujeres que anhelan que pase algo asomadas a la ventana


En 1957, una joven Carmen Martín Gaite ganaba el Premio Nadal con Entre visillos, una sutil y lúcida denuncia de la situación de la mujer en la España de la posguerra de los años cincuenta. Una mirada a través de las andanzas de un grupo de jóvenes en donde los personajes femeninos son los que sin duda mantienen el peso de la trama. Esta clásica novela que, a pesar de estar teñida por la tristeza y el desasosiego de una generación condenada a vivir con unas convenciones sociales muy estrictas, abría también el camino a los jóvenes y las jóvenes que no querían seguir limitados por sus papeles de dominadores y sometidas.

Para desgranar la vida de las protagonistas, Martín Gaite crea el personaje de Pablo Klein, un joven profesor de alemán que vuelve a la ciudad de provincias donde pasó su infancia. Pablo se convierte en el engranaje que ayudará a visualizar las frustraciones, los miedos, los intereses de estas jóvenes que lidian con su sino.

Vidas de mujeres subyugadas a una sociedad que hunde cualquier inquietud o aspiración. Deseos con los que solo se puede fantasear a través de las ventanas. La carga simbólica de la ventana es innegable. Más allá de la función poética que evoca, es el medio desde donde proyectar sueños e ilusiones y donde sentirse libres de la presión. Es un elemento que, además de encuadrar la realidad, marca el límite entre su mundo interior y su relación con la sociedad.

La rutina, el conservadurismo, la hipocresía de la vida cotidiana son analizadas a través de las ocupaciones cotidianas de unas jóvenes carentes de ilusión mediante la naturalidad de la prosa, sencilla y precisa, de Martín Gaite. Así exponen sus ilusiones y decepciones, casi todas relacionadas con el noviazgo y la posibilidad de casarse, de manera entrecruzada. Un ámbito marcado por la presión ejercida por los estamentos sociales, la religión y la familia. De la misma forma define con absoluto realismo la supremacía del hombre a la mujer a todos los niveles y en todos los grados. Entre medias, los jóvenes van al baile, al casino, al cine o a la iglesia... Todo lo que está bien visto en este mundo opresivo y convencional.

Martín Gaite experimenta con distintos puntos de vista, introduciendo capítulos que están narrados en primera persona por Pablo Klein y la presencia de personajes que adquieren además la condición de “chicas raras”, como son Elvira y Natalia, un perfil habitual en su narrativa, porque muestran otras aspiraciones y se rebelan, de forma más o menos consciente, contra el entorno plomizo que las reprime.

Precisamente, porque en la década de los 50 estaba socialmente asumido el hecho de que las mujeres estuvieran en un segundo plano, no había sospecha acerca de la crítica subyacente que lanzó la escritora. Sin embargo, desde una perspectiva actual se capta cómo la autora más allá de describir, utilizando a uno de los personajes, Natalia, como un contrapunto para dar una visión rompedora.

En 1974, en el espacio Novelas de Televisión Española, se emitió la serie Entre visillos, adaptación con guion de la propia Martín Gaite y de Esmeralda Adam, dirigida por Miguel Picazo y protagonizada por Charo LópezInma de SantisAlicia HermidaAmparo Pamplona, Victoria Vera y Ángel Aranda, entre otros.

Las actrices Victoria Vera e Inma de Santis
 en la serie de TVE, Entre visillos

Sin duda alguna, la autora es una revolucionara de su tiempo que sabe transmitir las inquietudes que se planteaban para las mujeres entonces. Es muy probable que esto haya estado marcado por su estancia en el instituto femenino de Madrid durante la guerra civil.

Para Carmen Martín Gaite, «El testimonio de las mujeres es ver lo de fuera desde dentro. Si hay una característica que pueda diferencia al discurso de la mujer es su encuadre.»

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