lunes, 7 de mayo de 2018

El pergamino de la seducción


Juana I de Castilla, Reina de Castilla, Reina de Aragón, Valencia, Mallorca, Navarra, Nápoles, Sicilia y Cerdeña, Condesa de Barcelona, Duquesa titular consorte de Borgoña


"Somos una familia de nómadas. Mis padres son reyes en guerra y la corte va de castillo en castillo. La corte se instala donde las necesidades militares lo demandan. Apenas tengo tiempo de jugar. (…). Si río a carcajadas, me dan de palos porque la experiencia enseña que el castigo físico es medicina para la locura de las niñas y que el dolor es saludable para la disciplina de nuestros cuerpos."


   El pergamino de la seducción (Seix Barral, 2005) es una novela de la escritora nicaragüense Gioconda Belli.
   El libro trata sobre la reina Juana de Castilla quien fue hija y madre de reyes, y es el personaje más fascinante de un período de España. En 1509 fue declarada loca y encerrada en Tordesillas, donde permaneció hasta su muerte en 1555. Era una mujer que se rebeló contra la represión de la época y los abusos.​

   Cuatro siglos más tarde, un historiador llamado Manuel buscará resolver si la reina fue una víctima de la traición y luchas de poder o simplemente enloqueció por amor, a través de la joven Lucía, de gran parecido con la reina, que se encuentra estudiando en un internado de monjas en España. En la obra, además, se resalta el erotismo ligado a los celos enfermizos de Juana por Felipe el Hermoso.

   Belli hace que el lector reflexione sobre el destino de Juana, con la represión de la que fue víctima y su permanencia en el rol de madre pese a la degradación moral y física.​ La reina era una persona que amaba con intensa pasión, anteponiendo sus sentimientos a los intereses de la monarquía, por ello fue fácilmente considerada loca.

   Gioconda Belli nos trae esta obra donde mezcla la historia de los supuestos descendientes de los carceleros de Juana de Castilla en el Madrid de los años 60, con la historia de esta reina, a través de un narrador-historiador y una huérfana centroamericana y adolescente.
   Juana fue vilipendiada y por fin acallada en un cautiverio que duró unos 47 años, en Tordesillas. Tantos años encerrada, posiblemente fantaseando con otros lugares, otros horizontes, ante el discurrir del Duero a sus pies. No todo el mundo está de acuerdo en que padeciera alguna locura. O quizá sí, quizá padecía un trastorno bipolar o algo similar… Siempre desde la duda y la imposibilidad de probarlo, aquí nos encontramos con otra lectura, la de una mujer de ideas modernas y mucho más liberales que las de la España de los Reyes Católicos. Una mujer que descubrió el amor en un matrimonio arreglado, una pasión de verdad, entorpecida siempre por el hecho de pertenecer y tener que actuar como reyes y reinas, en época convulsa.

   Sobre todo, Juana empezó a abrir su mente cuando empezó a recorrer los caminos que le llevaban a aquél amor.
Viajes que duraban meses, por tierra y mar, salvando tempestades, fríos y calores, sin los sistemas climatizadores de ahora, ni los modernos transportes, por supuesto. Viajó muchas veces, algunas embarazada, en esas condiciones.
   Desde esa posición privilegiada pudo observar y comparar cómo se vivía en unos y otros sitios. A veces incluso saliendo de incógnito con Felipe, conociendo de primera mano la vida popular en los mercados y tabernas.
   A través de la narración “redescubrimos” Fuenterrabía, Burgos, Zaragoza, Madrid, Toledo, Granada, Lerma… cerrando los ojos, podemos imaginar cómo eran entonces esas villas, la mayoría pequeñas pero bien dotadas con monasterios y conventos, además del castillo defensivo de rigor.
   De Flandes y sus encantos nos habla largamente. Una sociedad más abierta, culta, multicultural, tolerante, trabajadora y sobre todo emprendedora, que la oscura y maltrecha España que sin embargo empezaba a resurgir de sus cenizas con el “descubrimiento” de América. Ella misma recuerda cuando conoció a Cristóbal Colón y los indígenas que trajo con él, además de algunas muestras del oro que prometía.
   Juana fue educada como pocas mujeres lo fueron en aquel momento, y eso que ella se quejaba de la desatención que recibía de sus padres, en especial de él. Quizá por querer llamar su atención, se aplicó en sus estudios.

"Tendría doce años cuando la Latina me regaló por mi cumpleaños un libro que me absorbió. Se llamaba “Visión deleitable de la filosofía y las artes liberales”. Hasta que lo leí nunca había pensado cuán extraordinario era que nuestra especie hubiese llegado a deducir la existencia del alma, de las realidades externas e internas, ni me había percatado de lo insaciable y pertinaz que es la sed de saber de la que padecen nuestras mentes".
      
Juana de Castilla con sus hijos mayores, Leonor y Carlos, lienzo atriibuido a Nicolaus Alexander Mair von Landshut 
   Ella quería vivir más que gobernar, y por otro lado era capaz de discernir con mayor cordura entre el bien y el mal en las intrigas políticas que constantemente se sucedían a su alrededor. Y no se callaba. En muchas ocasiones se acogió al recurso de la huelga de hambre, dio la pista que necesitaban los demás para justificar apartarla del poder y dejar paso al hombre. O realmente así lo creían, realmente estaban convencidos de que no era una mujer en sus cabales, porque ninguna otra osaba hacerlo… o si lo hacía, no duraba mucho antes de ir a la hoguera.

   Los hombres no podían dejar que una mujer les gobernara. Su propio marido, Felipe, quien también la amaba locamente, no podía dejar que ella le superase. Su propio padre lo impidió mientras pudo. Su propio hijo Carlos se encargó de rematar la jugada, asegurándose de que nunca saliera de Tordesillas. Allí no sólo fue aislada del exterior y acallada, sino que también fue maltratada.

…Ciertamente que cualquier mujer nacida con su gran talento en el s. XVI se habría vuelto loca, se habría suicidado o habría terminado sus días en una cabaña aislada, apartada del pueblo, medio bruja, medio maga, temida y objeto de escarnio. 

Virginia Wolf, “Una habitación propia”.

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