Los extras de Matías
Ensayo del que nos habló Matías “La mujer en Pedro Páramo: Los personajes, su esencia, y su simbolismo”, cuyo autor es Shelley Findley.
SPAN 566
Prof. Elia Hatfield
Ensayo 1
10/24/2013
La
novela Pedro Páramo, publicada en
México en el año 1955 y escrita por el mexicano Juan Rulfo, es una obra que se
considera un clásico de la lengua española.
A través de una narración compleja y variada, y junto con elementos
destacados del realismo mágico, Pedro
Páramo pinta la historia trágica de un hombre, su pueblo, y el hijo quien
lo busca. Llamada “una de las mejores
novelas del siglo pasado” (Jorge Volpi), Pedro
Páramo trata de la delgada línea entre la vida y la muerte, la vida
mexicana durante y después de la época de la revolución, la distancia entre el
amor y el odio, y el abuso del poder y la sumisión ante ello. Uno de los temas más importantes de la obra
es el de la mujer, ya que son varias en el libro y todas juegan un papel
importante no solamente en el desarrollo del argumento sino también en
representar a los personajes masculinos.
También sirven para narrar la historia y ayudarles a los lectores a
entender lo que pasó en el pueblo Comala.
Sin duda, la mujer en Pedro Páramo
juega un papel esencial y central en la obra, guiando e influyendo a los
personajes principales para determinar su destino. Para entender la importancia de la mujer en Pedro Páramo, es necesario primero
analizar la perspectiva del autor, Juan Rulfo, en cuanto al papel de las
mujeres en su literatura y dentro de la sociedad, segundo, identificar a los
personajes femeninos, sus características y su simbolismo y evaluar cómo sirven
para desarrollar el argumento de la novela; y tercero, comparar el tratamiento
de las mujeres de Pedro Páramo con el
tratamiento de las mujeres de otras obras de la misma época.
Nacido en mayo 1917, Juan Rulfo
creció entre la casa de sus abuelos y un internado en Guadalajara después de la
muerte de sus padres. Aunque no asistió
a la universidad como estudiante oficialmente registrado, pudo tomar clases de
literatura mientras trabajaba en la Universidad Autónoma de México, donde fue
influido por su amigo Efraín Hernández.
Rulfo se casó en 1948 y tuvo cuatro hijos. Rulfo es conocido por sus obras El Llano en llamas del año 1953 y Pedro Páramo. El Llano
en llamas es una colección de cuentos cortos cuyos temas varían. Aunque no se podría llamar feminista a la
literatura de Juan Rulfo, en algunas de sus obras la mujer juega un papel
importante, y sus obras escritas representan, de una forma muy clara y directa,
la posición de la mujer dentro de la sociedad de aquella época.
En su análisis del arquetipo
femenino en las obras de Rulfo, Francisco Antolín llama atención a la opinión
de algunos críticos, quienes dicen que “la obra de Rulfo está recorrido por un
machismo urgente que va desde Pedro Páramo hasta Euremio padre, pasando por
Anacleto Morones, el narrador de Talpa y
Miguel, hijo de Pedro Páramo” (399).
Mientras que es verdad que Rulfo no siempre presenta a las mujeres de
sus obras de una forma muy elogiosa, no es cierto que no tengan importancia, ni
siquiera que su literatura sea machista.
De hecho, en su biografía de Juan Rulfo, Roffee nos comparte esta cita
del autor acerca del personaje femenina de Susana San Juan: “Susana San Juan
fue siempre el personaje central. Susana
San Juan era una cosa ideal, una mujer idealizada…” (citado en
Marchiselli). Hay muchos instantes
dentro del argumento de sus obras en los cuales las mujeres se destacan por su
fuerza, sexualidad e independencia.
También se puede notar la repetición de temas dentro de las obras
distintas de Juan Rulfo, y lo que hace Rulfo en su representación de la mujer
no es condenarla (aunque las mujeres en sus obras no siempre demuestren
características buenas) ni indicar que debe ocupar un cierto puesto dentro de
la sociedad, sino que representa la realidad actual de la época y destaca a
mujeres que no cumplen siempre con las expectativas de la sociedad. Algunos creen que las mujeres de las obras de
Rulfo son, cuando aparecen en las novelas, siempre las víctimas, o que “son
pasivas, dejan que el mundo en torno a ellas decaiga” (Antolín 399). Sin embargo, por lo general no parece ser que
el autor se ocupe de la victimización de las mujeres dentro de sus novelas; de
hecho, hay que reconocer que muchas veces es el hombre quien es “el sujeto de
la angustia o la violencia del acontecer” (Antolín 399), y que dentro de la
literatura de Juan Rulfo se puede encontrar muchos ejemplos de mujeres que
salen adelante a pesar de su victimización.
Muchas de las mujeres de El llano en llamas son fuertes: proveen
consuelo para su familia, guían a sus maridos y sus hijos, y hasta en algunos
casos, abandonan a sus familias en busca de una vida mejor. Por ejemplo, en “Luvina,” Agripina, la mujer
del hombre principal del cuento, e “imagen de la maternidad” (Ramírez 49), le
ayuda a su marido cuando se siente perdido.
“Es ella quien explora el mundo, es ella quien puede ayudar e interpretar
la realidad e, independientemente de que ella encuentre o no una respuesta, es
ella quien ve una alternativa en el acercamiento personal a la transcendencia,
posibilidad que suele negar el personaje masculino” (Ramírez 49). En “Talpa,” Natalia ofrece consuelo para los
demás y provee para su familia después de la muerte de su marido. “En ‘Luvina’ y ‘Talpa’… el lector queda con
la sensación de que son los hombres quienes quisieran ser consolados como
niños, consolar y no quedarse simplemente como espectadores” (Ramírez 50). En “El llano en llamas” y “La cuesta de las
comadres,” no son los hombres quienes se ocupan de sus familias, sino las
mujeres quienes toman esta responsabilidad.
De hecho, un tema frecuente en la literatura de Rulfo es la distancia
entre los hombres y sus hijos, algo que se puede notar en “Dile que no me
maten,” “Paso del norte,” “Nos han dado la tierra,” y “No oyes ladrar los
perros;” también es evidente en Pedro
Páramo, ya que el joven Juan inicia su viaje en busca del padre que nunca
conoció. El tratamiento del personaje
femenino en “Acuérdate” es interesante, porque entre los personajes de
Berenjena y “la Arremangada,” encontramos a mujeres que no cumplen con las
expectativas de la sociedad en cuanto al comportamiento “aceptable” de la
mujer. Berenjena no se puede considerar
la madre ideal y “la Arremangada” es una figura muy sexual debido a su
experiencia “jugando a marido y mujer detrás de
los lavaderos” (citado en Ramírez 53).
Para los lectores, la falta de carácter demostrada por parte de estas
mujeres no las hace menos importantes a pesar de sus “fallos.” Según Ramírez, “Ellas son tanto más
interesantes, cuanto más desbordan el esquema al que tradicionalmente se les
asocia, el esquema de abnegación materna o de cándida virginidad” (53). En lugar de ser siempre las víctimas, y de
existir solamente para apoyar a su marido y ayudar a sus hijos, las mujeres de
las obras de Juan Rulfo son muchas veces más dinámicas y complicadas, y rozan
los límites establecidas por la sociedad mexicana de su época. Como explica Ramírez,
Un aspecto que une la mayor parte de los
personajes femeninos [de Juan Rulfo] es que ellos suelen ser presentados como
mujeres que toman la iniciativa, aunque ésta quede enmascarada en el abandono o
la sumisión. Sea Agripina o la anónima
mujer del Pichón, sea porque abandonan a su marido o porque están insertas en
núcleos familiares relativamente sólidos, el asunto radica en que se trata de
personajes emprendedores que no se resignan a una situación… (52)
Mientras que El llano en llamas no se trata tanto del
tema de las mujeres, a pesar de que haya algunas destacadas, Pedro Páramo es una obra distinta. “La novela multiplica el ámbito
femenino. Las principales figuras
femeninas se caracterizan por: a) su vida está más desarrollada, b) son
portadoras de valores simbólicos, c) algunas son narradoras principales y d)
coinciden con mujeres de El llano en
llamas en su cultura rural, en su papel familiar, en las creencias
religiosas y en su comportamiento sexual” (Galindo 212). Hay varios personajes femeninos importantes
en Pedro Páramo; algunos de los más
destacados son Dolores Preciado, Susana San Juan, Dorotea, y Eduviges
Dyada. Son personajes importantes en la
obra no solamente porque narran la mayoría del texto sino también por la forma
en que Rulfo las representa. Según
Barrera, “Estos personajes retratan mujeres que transgreden de diversas formas
aquel modelo femenino, si bien sus conductas disruptoras son siempre parciales
y/o pasivas. En algunas situaciones,
porque reniegan momentáneamente del sometimiento o se resisten a él… en otras
porque no asumen como propios ciertos roles, actitudes o parámetros morales
atribuidos al “ser mujer” (266). Filer
reitera la distinción que hace Rulfo entre las mujeres de Pedro Páramo y la mujer típica de la época: “Los personajes
femeninos se constituyen, en contraste con los masculinos, el discurso más
radicalmente subversivo de la novela.
Estas figuras, por las que el texto remite a las condiciones históricas de
sometimiento sexual y económico de la mujer, son al mismo tiempo las voces más
rebeldes y transgresoras que crea la novela” (Filer).
Para empezar el texto, es la
madre de Juan Preciado, Dolores, quien le motiva a empezar su viaje, ya que en
el lecho de muerte pide a su hijo que vaya a Comala en busca de su padre, y que
“le exige” lo suyo, “lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio” (5). Evidentemente, Dolores debería haber sabido
que pedía mucho de su hijo, y que dejaba que el deseo de vengarse del padre de
Juan le empujó a ponerle en peligro a su único hijo. Antolín la llama “la mujer vengada y cruel,”
y “un rencor vivo, lo mismo que Pedro Páramo” (401). “Es cierto que Dolores sufrió mucho al lado
de un marido que exclusivamente se casó con ella para despojarle de sus
tierras. Dolores será la mujer engañada
como tantas otras en Comala, pero no la madre de los dolores, ni siquiera la
madre buena. No se muestra muy maternal
al encomendar a su hijo una misión peligrosa” (Antolín 401). Es interesante notar que no es que Rulfo no
represente personajes femeninos quienes valoran el puesto de “madre,” como por
ejemplo el personaje de Dorotea, sino que en el discurso de Dolores, “no se
exalta la condición de madre…Con Juan Preciado no es tampoco tierna, dulce o
suave; aunque se encarga de criarlo, se deduce que su embarazo es sólo
consecuencia del matrimonio con Pedro Paramo.
Dolores es madre porque toda mujer casada ha de serlo” (Barrera
245). Aparte de jugar el papel de madre
aunque no sea una mujer materna, Dolores también demuestra su rebeldía. Descubrimos a través de la narración que
Dolores deja para siempre a su marido, Pedro Páramo, y se va a vivir con su
hermana, dejando a su marido y buscando una vida mejor para sí misma.
Como ya se ha mencionado, el
personaje de Susana San Juan es, para el autor, uno de los personajes más
importantes de la obra. La primera vez
que los lectores conocen a Susana San Juan es a través de un recuerdo de Pedro
Páramo, y se nota inmediatamente que es una mujer importante para él; de hecho,
las únicas veces que tenemos conocimiento de la humanidad de Pedro Páramo son
cuando habla de Susana San Juan. Su amor
para Susana San Juan es lo que lo motiva durante toda su vida, y también la
razón por qué decide “cruzarse de brazos” (124) y dejar que Comala se muera de
hambre, porque los ciudadanos montan una fiesta a pesar de que ella está recién
muerta. El deseo de poseerla también le
frustra a Pedro Páramo, ya que no llega a dominarla. De este modo, Juan Rulfo hace que Susana San
Juan sea más fuerte y poderosa que Pedro, porque aunque Pedro convence a su
padre para llevarla a Comala y llega a casarse con ella, nunca llega a
controlarla ni recibir su amor. Según
Galindo, “Susana es el único personaje que no es eco de Pedro sino que él, como
enamorado es eco de Susana” (214). En
cuanto al poder de Susana San Juan, Loisel escribe, “Si Pedro Páramo es
paradigmático del abuso patriarcal, Susana San Juan es modelo de una
subversividad femenina que rescata lo más profundo de la mujer: su propio deseo
y voluntad. Lo que es más, Susana logra
neutralizar el poder de Pedro al no darle lo que más anhela: conocer su mundo,
su alma, deseo y voluntad” (160). Aunque
está físicamente presente, Susana San Juan ya no experimenta las injusticias a
mano de los hombres cuando vuelve a Comala y está loca, pensando solamente en
su marido muerto. Como explica
Loisel:
La locura, pues, es una estrategia de
auto-defensa del yo o del ser de Susana.
Es un refugio de la vida…Es un amparo de las injusticias que ejercen los
hombres, Pedro Páramo, Bartolomé San Juan y el padre Rentería, tanto como de
‘otros’…quienes murmuran sobre su estado emocional/mental… Lo que logra el
mente de Susana San Juan es hacerla agente de su destino y no un pobre ser
condenado al uso y abuso de los demás. (160)
Susana San Juan es tratada como
un objeto de deseo de Pedro Páramo, y este deseo es lo que le motiva a
Pedro. Pero Susana San Juan se destaca
entre todas las mujeres representadas por Juan Rulfo, porque su fuerza de ser
es insuperable, y porque ha sido “el único personaje que ha conseguido dominar
al cacique en lo más íntimo” (Marchiselli).
Según Peralta, “Es la única que lleva su rebeldía hasta el fin… no
acepta las imposiciones de la sociedad pueblerina, rechaza la mecánica del
culto y las imágenes aterradoras del padre Rentería…y afirma la estimación de
su cuerpo, amado y acariciado en otro tiempo” (citado en Antolín 403).
Dorotea y Eduviges Dyada son
otros personajes femeninos importantes; Medrano les presenta como “el binomio
fértil-infértil, en un proceso de conjunción-disyunción propio del pensamiento
simbólico” (69). Dorotea representa la
mujer siempre infértil, y Eduviges es “inminentemente fértil” (Medrano
70). Como María Dyada le explica al
padre Rentería, “Ella sirvió siempre a sus semejantes. Les dio todo lo que tuvo. Hasta les dio un hijo, a todos. Y se los puso enfrente para que alguien lo
reconociera como suyo, pero nadie lo quiso hacer” (Rulfo 33). La vida no trata bien a Dorotea, se
caracteriza por una sexualidad inmoral y la ayuda que le ofrece a Miguel Páramo
cuando éste busca mujeres. Nunca
consigue su último deseo de tener un hijo, aunque durante un rato cree que
tiene uno: “Y mientras viví, nunca dejé de creer que fuera cierto; porque lo
sentí entre mis brazos” (Rulfo 64). Sin
embargo recibe su reivindicación cuando se encuentra al lado de un hijo
sustito, Juan. De hecho, se podría decir
que ocupa el papel de madre protectora de Juan mejor que su propia madre. Aunque no pudo guiar a nadie durante su vida,
Dorotea es la que le ayuda a Juan a entender todo lo que pasó en Comala. Así ella también se rebela contra alguna
fuerza, en este caso, contra la crueldad de la vida, que le niega un hijo
durante su vida. Como le dice a Juan,
“El cielo para mí, Juan Preciado, está donde estoy ahora” (Rulfo 70). Eduviges es la primera mujer a quien Juan
conoce después de llegar a Comala.
Eduviges es también conocida por su promiscuidad; según Barrera, “Eduviges
Dyada pertenece al rubro de los personajes femeninos de Pedro Páramo que no ejercen como tales los dos roles de la
sexualidad femenina permitida… Elle presenta una transgresión de los valores
sexuales dominantes que refleja, al mismo tiempo, una cierta negación de la
represión sexual femenina y un sometimiento absoluto a la dominación masculina”
(251). Le explica a Juan Preciado que
accedió a tener relaciones sexuales con Pedro Páramo en la noche de su boda con
Dolores. A través de la novela descubrimos
más sobre la promiscuidad y sexualidad de Eduviges, dos características que no
se consideran “comunes” para la mujer mexicana de la época.
Aunque no juegan papeles tan
importantes como las mujeres ya mencionadas, hay otras mujeres que viven en
Comala y quienes sufren de la mano de los hombres. Como lectores, podemos imaginar que la
representación de los maltratos contra las mujeres viene del deseo de Rulfo de
sacar a la luz las verdades de la sociedad mexicana, junto con sus abusos. Ana, la sobrina del padre Rentería, por
ejemplo, sufre el abuso sexual de Miguel Páramo; Galindo la llama “el símbolo y
compendio de las mujeres violadas de Comala…es utilizado por Rulfo para
insistir en la imposibilidad humana de conocimiento” (216). También la hermana de Donis, quien no tiene
nombre en la novela, sufre a la mano de un hermano abusivo quien le obliga a
participar en pecados sexuales, y llega a creer que es permanentemente
manchada: “¿No me ve el pecado? Por dentro estoy hecha una mar de lodo” (Rulfo 55). La narración de Pedro Páramo está llena de muerte y de sufrimiento; no son
experiencias reservadas exclusivamente para las mujeres de la obra. Sin
embargo, dentro de la novela se puede notar muchas instancias de la superación
de los obstáculos por parte de las mujeres.
Como explica Loisel, “Cierto es que cada personaje en esta novela es
víctima de un juego de poder: hasta el responsable eclesiástico del pueblo, el
padre Rentería, actúa desde una posición de vulnerabilidad…Las mujeres de la
novela hacen uso de distintas estrategias para obtener para sí algún retazo de
poder o control” (154).
El tema del papel de la mujer
dentro de la sociedad mexicana se puede ver entre las obras de varios autores
de la época de Juan Rulfo. Por lo
general, podemos notar un tratamiento común de la mujer, y esto se debe al
machismo de la sociedad. “En sociedades
machistas- la mexicana lo es- y especialmente en la sociedad rural, que es la
que retrata Juan Rulfo, el hombre es el eje sobre el que gira la vida y la
mujer no es sino un elemento subsidiario” (200). Como escribió más tarde Octavio Paz, “la
mujer vive presa en la imagen que la sociedad masculina le impone… su feminidad
jamás se expresa, porque se manifiesta a través de formas invitadas por el
hombre… Nunca es dueña de sí…porque simplemente no tiene voluntad” (citado en
Antolín 399). Lo que vemos en la
literatura mexicana de esta época es la mujer jugando uno o dos papeles:
cuidando a su marido como esposa, o criando a sus hijos como madre, y las
expectativas de la sociedad son obvias en cuanto al comportamiento de la mujer:
“La sumisión, la abnegación, la obediencia, el pudor, la suavidad, la humildad,
la ternura, la dulzura, la quietud.
Todas simbolizan la debilidad de las mujeres, eje central de los
conceptos discursivos que definen la belleza del carácter femenino” (Barrera
236).
Hay algunas novelas
latinoamericanas, publicadas alrededor de la época de Juan Rulfo, que también
representan la situación de las mujeres.
En algunas las mujeres se destacan por su fuerza y rebeldía, como las
mujeres de Pedro Páramo. Una de las obras más importantes de la
literatura latinoamericana, escrita por una mujer, es Aves sin nido. Escrita por
Clorinda Matto de Turner en el año 1889, Aves
sin nido trata del maltrato y opresión de los indios y también las
injusticias sufridas a mano de un gobierno corrupto. Sin embargo, la mujer juega un papel
importante en esta obra. Según Guardia:
Los personajes femeninos constituyen las
figuras protagónicas del relato. Son
ellas las que se erigen en defensoras de la justicia transgrediendo el discurso
patriarcal hegemónico de fines del siglo XIX donde las mujeres aparecen
indefensas, como personas que requieren de apoyo y conducción para
desenvolverse en la esfera pública. Son
ellas las que designan a sus aliados, las que condenan a los opresores, y la
clave de la relación entre mujeres y hombres, entre indios y blancos.
(Guardia)
En
1893 se publicó en Bolivia otra novela importante, también escrita por una
mujer. Cuidado con los celos por Lindaura Anzoátegui se pareció mucho a Aves sin nido en que trataba del
maltrato de la gente indígena de la región, pero también “cuestionó la
situación de la mujer” (Guardia). Como
explica Guardia, “En su novela las mujeres y los marginados adquieren
identidad, y llegan a ser ellos mismos cuando se sacrifican” (Guardia). En su obra teatral ¡Esos hombres!, publicada en 1927, Catalina D’Erzell también se
esforzó en representar la condición de la mujer mexicana de la época.
Aún más cerca de la época de
Juan Rulfo, María Luisa Bombal publicó dos novelas en las cuales se puede
encontrar el tema de la mujer. En 1935
se publicó en Chile La última niebla,
en la cual el protagonista es “el mundo de la mujer” (Marchiselli). Marchiselli compara a la protagonista de
Bombal con
Susana San Juan de Pedro Páramo ya que “las dos mujeres
sufren grandes frustraciones y se refugian en el consuelo del sueño”
(Marchiselli), como se ve en las palabras de la protagonista de Bombal: “Todo a
mi alrededor estaba saturado de mi sentimiento, todo me hacía tropezar contra
un recuerdo” (citado en Marchiselli). La
protagonista de Bombal es una mujer cuyo marido ya no le hace caso, solo la
compara con su primera esposa. En lugar
de aceptar una vida sin amor y deseo, ella piensa en la posibilidad de tener
una aventura con otro. Sin embargo, al
final no hace nada para seguir con la aventura.
A pesar de eso, lo importante en este caso es que Bombal nos esté
presentando a una mujer que considera, aunque sea por poco tiempo, la
posibilidad de romper las expectativas de la sociedad y el control de su marido,
en busca de la satisfacción sexual y su propia felicidad. En otra obra por Bombal, La amortajada, vemos algunos temas parecidos, aunque el estilo de
escribir es muy distinto. Como explica
Marchiselli, “Ana María (la protagonista de La
amortajada), al igual que la protagonista de La última niebla, es una mujer frustrada en el amor… Lo que
sobresale de las protagonistas de Bombal es la búsqueda de la libertad sexual
negada mediante la contemplación del cuerpo y la realización del deseo
femenino…. Es el mismo amor carnal que retuerce a Susana San Juan en su cama”
(Marchiselli). Por lo general, las
protagonistas de estas tres novelas sufren de matrimonios y vidas infelices,
algo que deben soportar en silencio, ya que los derechos y la felicidad de la mujer
no se consideraban una prioridad en aquella época. Para todas estas mujeres, “la infidelidad
femenina, real o imaginaria, parece ser la única solución para escaparse de un
matrimonio desgraciado” (Marchiselli).
Marchiselli concluye su análisis de las mujeres en las novelas de Bombal
y Rulfo con escribir:
En las novelas…las protagonistas aparecen
como seres frustrados y sin posibilidad de experimentar la felicidad. Desatan anhelos autodestructivos como
consecuencia de una vida rutinaria y carente de amor. Sería fácil concluir que las mujeres vuelven
otra vez a ser representadas como víctimas de un esquema social patriarcal que
no ofrece salidas. En realidad, empiezan
a mostrar sus exigencias y sus deseos intentando cumplirlos a pesar del fracaso
final. (Marchiselli)
Pedro Páramo es una experiencia literaria
inolvidable. Su estilo original, sus
temas reales, y su mágica hacen que sea una de las obras más importantes de la
literatura latinoamericana de los últimos siglos. Jorge Volpi, en su introducción a la novela,
escribe:
Pedro Páramo es una respuesta evidente y aún
más: una liquidación y una puerta abierta- a la novela de la Revolución
mexicana, de Azuela a Guzmán, y a la novela cristera, pero también representa
un diálogo igualmente fructífero con Kafka, Hamsun o Faulkner. Y, por encima de
ello, la propia novela no se plantea esta cuestión: todo aquel que se atreve a
leerla, como todo aquel que decide adentrarse en Comala, no sale indemne de la
experiencia. Tras haberla leído, tras haberla escuchado, ahora nosotros también
estamos contaminados con la muerte y ello, acaso, nos otorga una nueva vida.
(Volpi)
Entre la representación de un
pueblo devastado tras la revolución mexicana, la búsqueda de un padre ausente
por parte del hijo joven, y el abuso de poder de un “cacique,” encontramos el
tema subyacente de la mujer. Muchas de
las obras de Juan Rulfo representan a la mujer mexicana, tanto como obras
escritas por otros autores durante la misma época. Sin embargo, en Pedro Páramo vemos a la mujer, por primera vez, como personaje
principal, como narradora, como madre e hija, como sujeto y objeto, como
víctima y heroína. Las mujeres de Pedro Páramo se destacan entre otras
mujeres ficcionales de la época porque son bien descritas y formadas y porque,
por lo general, no se limitan a seguir las normas femeninas mandadas por la
sociedad. Si Volpi tiene razón en su
análisis de la novela, y los lectores de Pedro
Páramo salen contaminados y cambiados tras haber leído el cuento de Juan
Preciado y su viaje a Comala, entonces deben también quedarse con una nueva
imagen de la mujer mexicana.
Bibliografía
Antolín, Francisco. “Arquetipos Femeninos en la obra de Rulfo.” Centro Virtual Cervantes. 1992):
399-407. Web. 3 Oct. 2013.
Barrera, Dulce Isabel Aguirre.
“Esposas y madres: La sexualidad femenina en Pedro páramo.” La Ventana. 3.28
(2008): 233-269. Web. 3 Oct. 2013.
Filer, Malva E. “Sumisión y
rebeldía en los personajes de Pedro
páramo.” Revista de literatura
hispánica. 13.9 (1981). Web. 3 Oct. 2013.
Galindo, Luis Ortega. “El femenino
en la obra de Juan Rulfo.” Mar Oceana.
1 (1994): 197-217. Web. 2 Oct. 2013.
Guardia, Sara Beatriz. “Literatura y escritura femenina en América
Latina.” Seminario Mulher. (2007).
Web. 22 Oct. 2013.
Loisel, Clary. “Pedro páramo desde una perspectiva
feminista psicológica.” Escritos, Revista
del Centro de Ciencias del Lenguaje. 31 (2005): 153-162. Web. 4 Oct. 2013.
Marchiselli,
Antonella. “Un análisis comparativo: Los personajes femeninos de La última niebla y La amortajada de María Luisa Bombal y Susana San Juan de Juan Rulfo.” Espéculo,
Revista de estudios de Universidad Complutense de Madrid. (2008). Web. 2
Oct. 2013.
Medrano, Jorge Murillo. “La
Homogeneidad simbólica del universo femenino en la novela Pedro páramo, de Juan Rulfo.” Revista
de Filología y Lingüística. 28.2 (2002): 63-73. Web. 8 Oct. 2013.
Ramírez, Hugo Hernán. “El
personaje femenino en los cuentos de Juan Rulfo.” Iberoamericana. 8.30 (2008): 47-63. Web. 15 Oct. 2013.
Rulfo, Juan. Pedro páramo. Mexico: Editorial RM & Fundación Juan Rulfo,
1955. Print.
Volpi, Jorge. Pedro páramo: Prólogo de Jorge Volpi. Barcelona: El Mundo, 2001. Web. 18 Oct. 2013.
Volpi, Jorge. Pedro páramo: Prólogo de Jorge Volpi. Barcelona: El Mundo, 2001. Web. 18 Oct. 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario