"Una abuela de 99 años de Canadá me escribió que ella también soñaba con escaparse de su residencia, pero que no podía… porque estaba en un cuarto piso, no en el primero, como mi personaje. Celebró sus 100 años con mis editores canadienses, y yo le envié una edición especial del libro, dedicada. También me ha escrito otra abuela italiana, esta de 89 años, diciéndome que no piensa morirse hasta leer por lo menos mi segunda novela. Espero que ahora quiera la tercera. Como ve, leer alarga la vida de la gente."
Allan Karlsson, el día que cumple 100 años decide escaparse de la residencia donde se encuentra y a partir de ahí empieza una road movie con robos, muertes, equívocos por doquier y mucho sentido del humor. Es un trepidante relato directo que habla de las mentiras, del bien, de la soledad y del poco interés por la política. Agitado y no batido, es un cóctel que pasa la mar de bien, dejando un ligero gusto amargo en boca.
Una de las contradicciones de amar a Allan Karlson, según el autor, es que es un idiota político. Es un héroe para la novela pero no nos ayudaría, se debe quedar en el libro y que no salga de ahí, no nos hace falta. Una máquina de matar, un hombre sin moral, no es un hombre común. El autor deja que sea el lector el que decida si es bueno o malo aunque él cree que no es una buena persona.
Allan es el líder de una banda que va creciendo y es este grupo el que nos va dando perspectiva del viaje vital que hace el protagonista. Es un libro para hacer sentir bien.
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