En 1995 el periodista deportivo Mitch Albom descubre que su profesor de sociología, Morrie Schwartz, con quien tuvo una estrecha amistad en sus días de estudiante, estaba enfermo de una enfermedad mortal. En su época de estudiante Albom desarrolló una relación muy especial con su profesor, incluso le llamaba “Entrenador” a lo que su profesor contestó: “Y tú serás mi jugador”.
Al sentirse culpable por no estar en contacto con su profesor, Albom comenzó a verlo muy a menudo. Mitch le confiesa encontrarse en un momento de su vida de desasosiego. Lo ha conseguido todo pero en realidad, tiene la sensación de no tener nada. Schwartz nunca fue un profesor ni una persona cualquiera. Enseñaba aquello que no viene en los libros y así inspiró a su alumno en sus años de universidad. Ahora volverá a hacerlo. Ambos acuerdan verse todos los martes para una última lección. Morrie le mostrará a su alumno otra perspectiva sobre la vida y le invitará a vivir la vida sin miedo a la muerte. Porque “cuando aprendes a morir, aprendes a vivir”
Estas visitas regulares y su discusión con respecto a la vida y la muerte dieron a Albom la idea de escribir un libro sobre sus visitas con el objetivo de pagar las facturas médicas de su profesor. Aunque la idea recibió muchos rechazos de varios editores, sin embargo, finalmente fue comprado por Doubleday poco después de la muerte de Schwartz.
El resultado fue Martes con mi viejo profesor, publicado en 1997 y seis meses después, número 1 en la lista del New York Times best seller. Hoy en día el libro ha vendido más de 14 millones de ejemplares y ha sido traducido a 41 idiomas. En él, Mitch recibe las mejores lecciones de vida de su antiguo profesor, que en el tránsito hacia su muerte por enfermedad se revela como un maestro existencial. Este libro narra los acontecimientos del presente intercalando recuerdos del ayer del viejo profesor. En el transcurso del libro vemos cómo su salud va empeorando, pero no la sabiduría, pues esta última va a más.
Los martes son los días elegidos por ambos para reunirse a tomar clases de una asignatura denominada “la vida”. Cada capítulo del libro trata sobre un tema sobre el cual ambos dialogan y exponen sus puntos de vista. Catorce martes en los que se habla de:
* El mundo.
* El sentimiento de lástima por uno mismo.
* Los arrepentimientos.
* La muerte.
* La familia.
* Las emociones.
* El miedo a la vejez.
* El dinero.
* El amor.
* El matrimonio.
* La cultura.
* El perdón.
* El día perfecto.
* El adiós.
“-El otro día oí un cuentecillo bonito- dice Morrie. Cierra los ojos durante un momento y yo espero.
<<Bueno. El cuento es de una olita que va saltando por el mar y lo pasa muy bien. Disfruta del viento y del aire libre, hasta que ve que las demás olas que tiene delante rompen contra la costa.
-Dios mío esto es terrible –dice la ola-. ¡Mira lo que me va a pasar!
Entonces llega otra ola. Ve a la primera ola afligida y le dice: ¿Por qué estás tan triste?
La primera ola dice: ¿Es que no lo entiendes? ¡Todas vamos a rompernos¡ ¡Todas las olas nos vamos a deshacer! ¿No es terrible?
La segunda ola dice: “No, eres tú la que no lo entiende. Tú no eres una ola; formas parte del mar.
Sonrío. Morrie vuelve a cerrar los ojos.
Lo veo respirar, inspirar y espirar, inspirar y espirar.”
Así fue, todos los encuentros estaban cargados de comida que le llevaba Mitch y lo más importante, de enseñanzas, lecciones, y sobre todo, de emociones.
Puede ser un libro de autoayuda pero muchos libros sin serlo, terminan siéndonos de gran ayuda. Martes con mi viejo profesor es una lección sobre cómo ver el vaso medio lleno, aún en las peores circunstancias de la vida. Un viejo profesor en el ocaso de su vida que termina por ‘salvar’ a un ex-alumno perdido.
Un libro que, como asegura la crítica, ha pasado de best-seller ha convertirse en un libro de culto.
La historia fue adaptada en 1999 por Thomas Rickman en una película de televisión, dirigida por Mick Jackson y protagonizada por Jack Lemmon y Hank Azaria.
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