Maldita o excéntrica
Soledad Alegría está obsesionada por el sentido de la vida y el sinsentido de la muerte. "A lo largo de la novela se va descubriendo qué tipo de complejísimo personaje es Soledad, las carencias, los fantasmas que persiguen" a esta mujer "desgarrada entre dos polos, que tiene tanto miedo de la vida como de la muerte".
En La carne (Alfaguara, 2016), la protagonista contrata a un gigoló para que le acompañe a la ópera y así poder dar celos a un examante. Pero un suceso violento e imprevisto lo complica todo y marca el inicio de una relación inquietante, volcánica y tal vez peligrosa. Ella tiene sesenta años; el gigoló, treinta y dos.
"El título tiene que salir de las entrañas del libro y eso pasó con esta novela", asegura Montero, en la que explica cómo habla en ella "de la carne": "de la que nos envejece, nos aprisiona y nos acaba matando", pero al mismo tiempo "de la que es nuestro salvador, la magia y la gloria", el estallido de la sensualidad y el sexo.
Desde el humor, pero también desde la rabia y la desesperación de quien se rebela contra los estragos del tiempo, el relato de la vida de Soledad se entreteje con las historias de los escritores malditos de la exposición que está organizando para la Biblioteca Nacional. Montero acerca al lector ejemplos de autores y autoras que se perdieron por amor de una forma "catastrófica" hasta llegar al suicidio, al asesinato o a amputarse partes del cuerpo. Todos reales, excepto una/uno que la autora se permite la licencia de crearlo.
La carne es una intriga emocional que nos habla del paso del tiempo, una constante en la obra de Montero "Y de cómo podemos perdonarnos, estar satisfechos con nuestra vida, perder el miedo al fracaso, saber que el éxito y el fracaso forman parte de la vida, de cómo podemos aspirar a ser queridos sin que eso sea una trampa mortal y nos esclavice".
La autora ha disfrutado, asegura, incluyéndose por primera vez como personaje en su propia novela: Rosa Montero, periodista, acude a una reunión con la sofisticada protagonista, y esta no oculta que le cae muy mal la escritora. "Soledad es una misógina enfurecida con Rosa Montero y todas las mujeres del mundo en general y la pone fatal. Aunque es demasiado brusca y agria en sus críticas, tiene su punto de razón en lo que dice sobre mí", dice la autora. También, dentro de los personajes sacados de la realidad, aparece la directora de la Biblioteca Nacional, Ana Santos.
Ana Santos Aramburo, directora de la Biblioteca Nacional |
"Al final -se dice en la novela- todo acaba por desembocar en el amor. Y en el daño". Pero, añade la escritora, "el amor es la base": "Si alguien te ama o si alguien te considera susceptible de ser amado es que existes y ese reconocimiento te permite vivir y ser mejor. Muchos de los grandes malvados de la historia son personas que no se han sentido amadas".
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