En el propio silencio
Luis Landero irrumpió en los momentos finales de la Transición como una de las voces fundamentales de la literatura tras haber dejado atrás una vida intensa como guitarrista flamenco.
Nacido en Alburquerque (Badajoz) en 1948, el autor de Juegos de la edad tardía, libro de ilusiones revividas tras un contacto amistoso (Premio de la Crítica y Premio Nacional de Narrativa 1990) es licenciado en filología hispánica por la Universidad Complutense, ha enseñado literatura en la Escuela de Arte Dramático de Madrid y fue profesor invitado en la Universidad de Yale.
Caballeros de fortuna (1994), obra con cinco personajes enfrentados a nuevas sensaciones y consecuencias vitales, El mágico aprendiz (1999), novela que narra las aventuras de Matías Moro, un hombre de existencia tranquila que se convierte en un héroe a su pesar, El guitarrista (2002), en donde, inspirado en sus tiempos como profesor de guitarra, narra la historia de Emilio, un adolescente que encuentra su vocación en la guitarra flamenca o Absolución (2012), donde el protagonista es Lino, un hombre a punto de casarse que cambia su estado de felicidad por un ambiente de pesadilla tras un suceso en las calles de Madrid. Todas y cada una de ellas conforman el universo literario de Luis Landero
En 2014 hubo un punto de inflexión en su modo de contar e inició un camino muy pegado a la infancia y el recuerdo. Eso dio lugar a una obra maestra, El balcón en invierno, donde novela su propia vida en su humilde familia extremeña; a una novela inquietante como Lluvia fina (2019) y a El huerto de Emerson (2021), una bellísima elegía que es un fragmento de la memoria selectiva en la que todo un país puede verse retratado.
En 2022 nos vuelve a sorprender con su nuevo trabajo Una historia ridícula, una novela cargada de humor y amor, gracias a Marcial, el personaje principal, y que no dejará indiferentes a los lectores.
“Para mí ha sido relativamente fácil escribir esta novela porque realmente ha sido Marcial quien la ha escrito, yo he delegado en él. El personaje es el que escribía, él es el que tiene sus ideas, el que elige su léxico, él dice cómo tiene que ser, cómo tiene que hablar, cómo tiene que pensar, cómo tiene que actuar” señala Luis Landero.
El estilo de Landero es inimitable. De agradable fluidez pero también de gran densidad, sutil y profundo de aparente sencillez, va involucrando al lector en su trama de manera ineludible. Sus novelas gozan de una estructuración narrativa sumamente rigurosa que va conduciendo con extremada pericia hacia el desenlace.
Merece una atención especial el tratamiento que hace de la voz o las voces narrativas que son muy variables de una novela a otra y el manejo particular de la representación del tiempo, con sus elipsis, sus vueltas al pasado, sus anuncios del futuro, lo cual genera una serie de suspenses que permite la maduración de las acciones y la evolución de los personajes.
Las historias narradas por Landero son aventuras vivenciales de unos personajes “mediocres” en el sentido de “medianía”, antihéroes que se enfrentan a un mundo complejo movidos por la fuerza del deseo, arriesgando su vida, con lo cual, sin saberlo, se convierten en “héroes de la cotidianeidad “
La obra de Landero recorre toda la escala de la comicidad, desde la farsa más trivial hasta el humor más ligero y se asienta precisamente en esos desajustes entre las ambiciones de los personajes y la ruin realidad y en una filosofía de lo absurdo
Y es que las novelas de Luis Landero se nutren de toda una meditación filosófica sin exposiciones teóricas que paralizarían el relato de la acción. La verdad interior de uno, vínculos entre los individuos, relaciones de poder, papel del azar, de la fortuna y la búsqueda del lugar exacto y adecuado de uno en el mundo.
Landero es, sin duda, uno de los narradores más contundentes, ricos, profundos y reconocidos en español.
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