viernes, 8 de enero de 2016

Más de uno

  
   Charles Dickens
nació en Portsmouth en 1812, segundo de los ocho hijos de un funcionario de la Marina. A los doce años, encarcelado el padre por deudas, tuvo que ponerse a trabajar en una fábrica de betún. Su educación fue irregular: aprendió por su cuenta taquigrafía, trabajó en el bufete de un abogado y finalmente fue corresponsal parlamentario de The Morning Chronicle. Sus artículos, luego recogidos en Bosquejos de Boz (1836-1837), tuvieron un gran éxito y, con la aparición en esos mismos años de Papeles póstumos del club Pickwick, Dickens se convirtió en un auténtico fenómeno editorial. Novelas como Oliver Twist (1837), Nicholas Nickleby (1838-1839) o Barnaby Rudge (1841) alcanzaron una enorme popularidad, así como algunas crónicas de viajes, como Estampas de Italia (1846).

   Con Dombey e hijo (1846-1848) inicia su época de madurez novelística, de la que son buenos ejemplos David Copperfield (1849-1850), su primera novela en primera persona –y su favorita–, en la que elaboró algunos episodios autobiográficos, Casa desolada (1852-1853), La pequeña Dorrit (1855-1857), Historia de dos ciudades (1859) y Grandes esperanzas (1860-1861). En 1850 fundó su propia revista, All the Year Round, en la que publicó por entregas novelas suyas y de otros escritores, y la serie de La señora Lirriper (1863-1864), escrita en colaboración con otros autores, igual que Una casa en alquiler (1858). Dickens murió en Londres en 1870.

    Wilkie Collins, hijo del paisajista William Collins, nació en Londres en 1824. Fue aprendiz en una compañía de comercio de té, estudió leyes, hizo sus pinitos como pintor y actor, y antes de conocer a Charles Dickens en 1851, había publicado ya una biografía de su padre, Memoirs of the Life of William Collins, Esq., R A. (1848), una novela histórica, Antonina (1850), y un libro de viajes, Rambles Beyond Railways (1851). Pero el encuentro con Dickens fue decisivo para la trayectoria literaria de ambos.
   Basil inició en 1852 una serie de novelas «sensacionales», llenas de misterio y violencia pero siempre dentro de un entorno de clase media, que, con su técnica brillante y su compleja estructura, sentaron las bases del moderno relato detectivesco y obtuvieron en seguida una gran repercusión: La dama de blanco (1860), Armadale (1862) o La Piedra Lunar (1868), entre otras, fueron tan aplaudidas como imitadas. Sin nombre (1862), también de este periodo, está escrita sin embargo con otras pautas; en la década de 1870, Collins ensayó temas y formas nuevos: La pobre señorita Finch (1871-1872) es un buen ejemplo de esta época. Murió en Londres en 1889, después de una larga carrera de éxitos.

   Elizabeth Cleghorn Stevenson (Gaskell de casada) nació en Londres en 1810, hija de un pastor de la Iglesia unitaria inglesa, además de funcionario y periodista. Al fallecer su madre, fue educada por una tía en el pueblecito de Knutsford. En 1832 contrajo matrimonio con William Gaskell, ministro unitario, y la pareja se estableció en Manchester, en aquellos momentos una ciudad superpoblada y socialmente conflictiva, sometida a las secuelas de la Revolución Industrial. El choque que supuso el contacto con esta sociedad quedaría reflejado en varias de sus novelas, especialmente en la primera, Mary Barton (1848), que inmediatamente alcanzó un gran éxito, y Norte y Sur (1855).
   Durante unos años, se dedicó a su familia y a las labores sociales propias de la mujer de un pastor. No inició su carrera literaria hasta 1845, luchando contra la depresión que le produjo la temprana muerte del único hijo varón que le quedaba. En 1857 publicó la Vida de Charlotte Brontë, una de las biografías más destacadas del siglo XIX. Gaskell escribió obras que reflejaban sus preocupaciones morales como La casa del páramo (1850) o Ruth (1853), otras de corte costumbrista como Cranford (1851-1853), piezas breves de género fantástico como sus Cuentos góticos y novelas más volcadas en la intimidad doméstica, que pintó con maestría en Los amores de Sylvia (1863), La prima Phillis (1863-1864), e Hijas y esposas (1864-1866), cuyos últimos capítulos dejaría sin concluir a su muerte, acaecida en 1865 en Alton, Hampshire.



    Adelaide Anne Procter (Londres, 30 de octubre de 1825 – íd., 2 de febrero de 1864) fue una poetisa y filántropa británica. Trabajó en beneficio de un gran número de causas, principalmente para las mujeres sin empleo y para las personas sin hogar, fue activista a favor del feminismo y se desempeñó como periodista en varios periódicos. Procter jamás contrajo matrimonio, y algunas de sus poesías han llevado a pensar que pudo haber sido lesbiana. Tuvo una pésima salud, posiblemente debido al trabajo caritativo, falleciendo de tuberculosis a los 38 años de edad.
   La carrera literaria de Procter comenzó cuando era adolescente; sus poemas se publicaban principalmente en los periódicos de Charles Dickens, Household Words y All the Year Round, y más tarde en formato de libro. Sus obras de caridad y su conversión al catolicismo parecen haber influenciado fuertemente su poesía, cuyas temáticas solían relacionarse con la condición de vivir en la calle, con la pobreza y con las mujeres perdidas.
   Procter era la poetisa favorita de la Reina Victoria. Sus poesías fueron editadas varias veces durante el siglo XIX; Coventry Patmore la describió como la poetisa más popular de la época después de Lord Tennyson. A sus poemas se les añadió música y se los convirtió en himnos, y fueron publicados en los Estados Unidos y en Alemania además de Inglaterra. De cualquier manera, a principios del siglo XX su reputación disminuyó considerablemente y pocos críticos modernos han puesto atención a sus obras. Los que lo han hecho, sin embargo, aseguran que son significativas, en parte porque revela la forma en que las mujeres victorianas expresaban sus sentimientos, de otra forma reprimidos.

Fuente: Alba Editorial

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