Este es el ya legendario comienzo de un clásico contemporáneo, Corazón tan blanco (1992), cuyo protagonista y narrador, Juan Ranz, prefiere siempre no saber, consciente de los peligroso que resulta escuchar: los oídos no tienen párpados, y lo que les llega ya no se olvida.
Traductor e intérprete de profesión, es él ahora el recién casado con Luisa, y en su propio viaje de novios, en La Habana, asomado al balcón, es confundido por una desconocida que espera en la calle, y sin querer escucha una conversación de hotel. A partir de entonces “presentimientos de desastre” envolverán su matrimonio. Pero la clave de ese malestar quizá esté en el pasado, pues su padre hubo de casarse tres veces para que él pudiera nacer.
Acostumbrado por su profesión a escuchar y a interpretarlo todo, hasta los gestos, hasta lo que no se dice, verá desencadenarse una doble acción: la del pasado misterioso y amenazante, que va insinuándose y contándose a su pesar, y la del presente inestable y amenazado, que lo hará oscilar entre su madrileña casa conyugal y los foros internaciones de Nueva York y Ginebra, con escenas tan sutiles y divertidas como la del encuentro entre un alto cargo español y una adalid inglesa que necesitarán de sus caprichosos servicios interpretativos para entenderse.
Una serie de personajes irán anunciando o revelando la apasionante
historia: desde el padre, Ranz, desenvuelto experto en arte, hasta la
antigua amante Berta, una mujer que cojea y que envía y recibe vídeos
muy personales en busca de hombres que aún la ilusionen; desde el nada
escrupuloso Custardo y, reacio compañero de los juegos de la infancia,
hasta la risueña y cantarina abuela cubana, pasando por la desesperada
mujer del hotel de La Habana y su amante español a quien nunca se ve, o
el enigmático y huidizo individuo que responde por el apodo de "Bill".
Una novela de Javier Marías
hipnótica, que va sobre el secreto y su conveniencia posible, sobre el matrimonio, el
asesinato y la instigación, sobre la sospecha, el hablar y el callar y la
persuasión: sobre los corazones tan blancos que poco a poco se van tiñendo y
acaban siendo lo que nunca quisieron ser.
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