1940, Marcha de la victoria alemana sobre París.
París se había salvado a duras penas de ser ocupada durante la Primera Guerra Mundial, porque las fuerzas alemanas estuvieron a 38 kilómetros de la ciudad en la batalla del Marne y hasta las taxis parisinos se improvisaron como ambulancias para traer heridos del frente, mientras el trueno de los cañones se escuchaba claramente desde los Campos Eliseos. Pero la guerra de 1939 tuvo otra dinámica y el relámpago motorizado que los alemanes llamaron blitzkrieg rompió en 1940 las líneas francesas, empujo a los ejércitos aliados hacia la Costa del Canal de la Mancha y luego fue bajando hacia París, abandonada por el gobierno, desprovista y de mayores defensas y declarada ciudad abierta para salvar su patrimonio de la destrucción.
El mismo día 14 de junio de 1940 se anunció la caída de París por los alemanes |
La capital cayó el 14 de junio de 1940 y así comenzaran cuatro años de ocupación que tendría su dramatismo, sus bordes trágicos, su folclore y hasta sus contradicciones. Para los franceses la caída de París fue un hecho inesperado, humillante y por cierto emblemático: significaba la derrota de un estilo de vida ante la embestida del totalitarismo, la caída simbólica de una Europa democrática bajo la jactancia hitleriana en el apogeo de su expansionismo. Mientras la ciudad se acostumbraba a ver las tropas de la Wehrmacht desfilando por los bulevares, Francia firmó su capitulación en el mismo vagón de ferrocarril ubicado en el bosque Compiegne donde se había firmado en 1918 la derrota alemana ; Hitler insistió en utilizar ese decorado.
En el sur del país, en la zona que los alemanes no ocuparon, el Mariscal Petaín estableció el dócil gobierno de Vichy que colaboraría en muchos sentidos con los nazis y revelaría la ambigüedad de comportamiento de una parte del ejercito, la política y hasta la cultura francesa. Alguna gente famosa también colaboro con los ocupantes; esa lista incluye entre a otros a Sacha Guitry, Jean Cocteau, Arletty, Gabrielle Chanel o Maurice Chevalier, aunque varios de ellos dieron después complicadas explicaciones para excusar su conducta. Otra gente famosa prefirió abandonar el país, como Luis Louvet, Michele Morgan, Rene Clair, Jean Gabín, antes de convivir con los vencedores. Y por fin otro sector de celebridades supo integrarse de al movimiento de la Resistencia que iría creciendo a medida que pasaban esos años de prueba. Como ejemplo extremo de que algunos grupos no tuvieron frente al enemigo una actitud digna, el Partido Comunista Francés ordeno a sus militantes a no combatir a los ocupantes alemanes y esa orden se mantuvo hasta junio de 1941, cuando Hitler invadió la Unión Soviética. Previamente, el Reich estaba ligado a Stalin por el pacto de no agresión, de manera que la obediencia a Moscú obligaba a los comunistas franceses a aceptar la ocupación con mansedumbre.
El 28 de junio, entre las 6 y las 9 de la mañana, el Fuhrer visito París por única vez en su vida. Le gusto la Madeleine, le decepciono el Panteón y considero que el Sagrado Corazón era 'un espanto'. A esa altura, De Gaulle había levantado vuelo hacia Londres y emitía desde allí su histórico llamado a los franceses. En París la vida recuperaba poco a poco cierta normalidad, reabrían los teatros y los restaurantes, la gente volvía a hacer cola delante de los cines.
Dos años después, la policía de la capital mostraría su vocación colaboracionista al organizar la gran redada contra los judíos de París, agruparlos en el Velódromo de Invierno y contribuir a embarcarlos en trenes hacia los campos de concentración.
La toma de París fue la culminación de ese choque y de la ascendente trayectoria bélica del nazismo. La ciudad seria liberada el 25 de agosto de 1944, en un tramo decisivo de la contraofensiva aliada que se había iniciado el 4 de junio con la invasión de Normandia.
1944. Liberación de París
Para esa liberación, las columnas militares que entraron en la capital eran francesas y estaban encabezadas por el General Leclerc ; los ingleses y norteamericanos llegaron detrás. El testimonio más vivido sobre los años de ocupación debe buscarse ahora en los libros y seguramente en el cine, porque ciertas películas dotadas de notable capacidad de reconstrucción de aquel periodo, como El otro Señor Klein de Joseph Losey, transmite de manera perdurable los claroscuros de una emergencia en que la Ciudad Luz se apagó.
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