viernes, 30 de octubre de 2015

Imprescindibles - Ana María Matute: "La niña de los cabellos blancos"

Demonios familiares

Los terribles silencios


   La muerte interrumpió el 25 de junio de 2014 la escritura de Demonios familiares. Sin embargo, la solidez de la novela póstuma de Ana María Matute hace que no se lea como una obra incompleta. Es la concesión de la gran literatura.
    La última novela de Ana María Matute sólo puede considerarse inacabada, al igual que le ocurre a la famosa sinfonía de Schubert, pero no incompleta.
    El poeta y crítico literario Pere Gimferrer acierta a explicar en el prólogo de la novela, que la narración de Ana María Matute no ve dañada su sentido artístico comparándola con otras
obras literarias que también no han visto cumplido su final. Incluso podríamos decir que queda inconclusa, pero que, dada la calidad del modo como resuelve la tesitura vital de su protagonista, la adolescente Eva, no necesita ir más allá para decir lo que ha dicho.
   
El estallido de la Guerra Civil Española y, concretamente, el incendio del convento en el que Eva, la protagonista, estaba internada como novicia, ocasionan su regreso a casa, en un pequeño pueblo del interior del país. Es hija de el Coronel, viejo militar que ha hecho la guerra de África, descendiente a su vez de una rígida familia de derechas dominada con mano férrea por la Madre de aquel. Tanto el Coronel, que ahora sobrevive enfermo en una silla de ruedas, como su Madre no reciben otro nombre, queriendo significar Matute con ello su función de absoluta jerarquía y poder.
   Eva ha nacido y se ha educado en el seno de esa familia sin amor, sin ternura, sin roce afectivo. Quiénes conocen la obra de Ana María Matute saben que ese tema de la precariedad afectiva de una niña es una constante en su obra. Sin ir más lejos, ocupa el centro de Paraíso inhabitado (2010), su título anterior, del que Demonios familiares iba a ser en principio continuación.
    La falta de cariño que rodea a Eva no nace únicamente de la peculiar fisonomía adusta de su padre, el viejo militar que la tuvo ya maduro; ni siquiera se debe únicamente a haber muerto su madre en el parto y haberse criado con un ama. Ambas son circunstancias concurrentes, pero Matute no insiste tanto en ellas como en otro fenómeno muy de su estilo: los silencios, los secretos. La vida de las niñas en 1936, educadas con severa observación de la frontera que marcaban los mayores, quienes las expulsan de su mundo, estaba poblada medias palabras, de secretos inaccesibles y de antiguas heridas no cicatrizadas. Eva las sufre sin llegar a entender casi nada.
   También el mundo de los hechos ocurridos en julio de 1936 es mirado de una manera muy singular. Podría decirse que Ana María Matute había querido que su última novela tratara la Guerra Civil, tema presente en la primera de las que publicó, Los Abel (1948), de igual modo que es asunto central en las que considero su dos mejores obras: Los hijos muertos (1958) y Primera memoria (1959). Demonios familiares, por tanto, vendría a cerrar el ciclo de esos dos títulos, puesto que los sucesos externos narran las consecuencias del alzamiento militar de Franco en un pueblo castellano, pero también los recuerdos que de ello guarda Eva, quien tiene la edad de la narradora y protagonista de Primera memoria.
   También ha dejado la autora en esta última novela suya una lección de profunda humanidad.. El amor que Eva comienza a sentir por el paracaidista del ejército rojo al que Yago y ella esconden en el desván tiene mucho de inocente, porque Matute ha querido que fuera primario, hermoso, elemental aunque el libro no lo desarrolla, al haber quedado interrumpido.

Dibujo realizado por Albert Asensi
   Su autora, que se basa mucho en los silencios, las sugerencias y los valores simbólicos de la Naturaleza, representada por el bosque, y que sirven a Matute, como hiciera en sus obras de corte fantástico, para vincular las dos esferas, las del afecto y la naturaleza, como si Eva tratase de seguir un instinto primordial.
Por encima de ideologías, saltándose incluso la conveniencia, Eva y Yago apuestan por el cuidado solidario del herido, como si ellos también fueran supervivientes de las historias de desafecto que han vivido.

   Dividida en dos partes, en la primera La ventana de los halcones queda asentado el pequeño mundo de Eva, reducido al marco familiar aunque a la vez inserto en el reducido círculo social del Coronel y resuelto el primer nudo narrativo: la etapa del asombro y de la sumisión, la obediencia y la determinación de dar un paso hacia la vida. En la segunda parte, Vértigo, ya desvelado el secreto, el foco narrativo se desplaza y el primer plano lo ocupan los jóvenes, apuntándose la aparición en paralelo de otra historia próxima, la amistad entre Yago y Berni, y el conflicto ético de Eva, agudizado por el drama de su amiga Jovita.
   Lo que de la novela nos ha llegado está excelentemente narrado,
resulta cohesionado, trabajado. No se trata de tanteos, como comenta en el epílogo de su ayudante Mari Paz Ortuño, Ana María Matute había corregido varias veces lo escrito, y eso se nota. Si no supiéramos que quedó inacabada, habríamos celebrado el instinto de su final abierto a varias posibilidades que el lector tiene el desafío de completar con su imaginación.
   Sus novelas no eran autobiográficas… pero ella estaba en todas ellas. Cuando la escritora hablaba de sí misma, lo hacía en tercera persona, como si apelara a esa niña traviesa que siempre fue: "¡Cosas de la Matute!", exclamaba. Hija de familia burguesa, el 26 de julio del 36, Matute cumplía 11 años: mientras ardían las iglesias, los anarquistas colectivizaban la fábrica de paraguas del padre, y la familia escondía un fraile y una monja muy cerca de casa... "Intuíamos aquella guerra, pero no podíamos denominarla. Éramos la Generación de los Niños Asombrados".
    Matute escribió su primera novela aquel verano del 36 en Barcelona y la tituló Juanito. Por las noches iba con una linterna a la habitación de mis hermanos para leerles un capítulo, que acababa con un Continuará… 

"A veces pienso: ‘¿Para qué escribir? ¡Que escriban otros! ¡A mí lo que me gusta es leer!" pero "resulta que no puedes vivir sin escribir..."

Fuentes:
Babelia (El País). Artículo El tirón de la sangre
Estandarte 2014
ABC. Ana María Matute cierra el ciclo

jueves, 29 de octubre de 2015

Ana María

La Matute
      Ana María Matute fue sin duda la escritora de mayor prestigio de las letras españolas. De su pluma trajo la magia a la literatura española sin dejar de dar testimonio de la dureza de la posguerra. Galardonada con premios como el Nacional de las Letras o el Cervantes, fue, además, académica de la RAE. Desde la publicación de Los Abel aunó el elogio de la crítica y el favor del público.  
    Ana María Matute Ausejo nació en Barcelona el 26 de julio de 1925 en el seno de una familia acomodada. Padre catalán y madre castellana. Su padre poseía una fábrica de paraguas. 
Al estallar la guerra civil todo cambia. Es la segunda de 5 hermanos y se queja de falta de cariño materno, quizás suplido por el afecto de su padre, el cual, tras sus viajes a Berlín o Londres le cuenta a la pequeña Ana María historias fantásticas. En uno de esos viajes le trae a Gorogó, un muñeco negro que le servirá de personaje en Primeras memorias. Parece así heredar la afición por los viajes y la fantasía de su padre.
 
   A los 4 años está a punto de morir por una infección de riñón y al año siguiente escribe su primer cuento, ilustrado por ella misma. Ya con 8 años vuelve a pasar por otra enfermedad grave por lo que la envían a Mansilla de la Sierra, Logroño, con sus abuelos. Vivió también en Barcelona, Castilla y Mallorca. Educándose finalmente en un colegio religioso en Madrid. 
   Su primera novela, Pequeño teatro la escribe a los 17 años. Ignacio Agustí, director de la editorial Destino, le ofrece un contrato de 3.000 pts que acepta. Sin embargo, Pequeño teatro no se publicará hasta 8 años después. 

   En 1949 escribe Luciérnagas y queda semifinalista del Premio Nadal, pero la censura le impide publicarla. Aparece en 1955 una revisión de esta obra llamada En esta tierra, pero en 1993 recuperará la versión original y esta será la que publique rechazando la segunda versión.
   
   En 1952 se casa con el escritor Eugenio de Goicoechea, tienen un hijo, Juan Pablo. Se separan en 1963, perdiendo ella la custodia de su hijo al que no pudo ver durante años. El 6 de enero del 1959, cuando ganó el premio Nadal con Primera memoria, ya había publicado Los Abel, Fiesta al Nordeste, Pequeño teatro, En esta tierra y Los hijos muertos y escribía cuentos semanales para la revista Garbo con su hijo Juan Pablo de pocos años en las rodillas.
   Comienza así su trilogía Los mercaderes en 1960 con Primera memoria, la continuará con Los soldados lloran de noche y la termina con La trampaDe 1965 a 1966 va como lectora a Bloomington (Indiana) y en 1968 a Norman (Oklahoma).   
  

 
   Cuando nadie se interesaba por la Edad Media, es cuando su ópera magna, Olvidado rey Gudú ve la luz en 1996 y devuelve a la escritora a la merecida actualidad literaria tras veinte años de silencio. Llevaba escrita una gran parte de la novela, hasta que pilló una depresión brutal y el manuscrito se quedó sin terminar:
"Yo pensaba que aquel libro iba a caer en el vacío porque contiene mucho 
elemento mágico. ¡Me adelanté veinticinco años!..." Por aquel entonces el público español no estaba tan predispuesto como ahora con «El señor de los anillos». La Matute matizaba que su trilogía Aranmanoth, La torre vigía y Olvidado rey Gudú tenía más que ver con el Rey Arturo que con Tolkien.
   Ana María Matute es calificada como mejor novelista de la posguerra. Su calidad de escritora está a la vista en sus obras, que además han sido premiadas en numerosas ocasiones. 
    Ingresa en la Real Academia Española de la Lengua en 1996. El 18 de enero de 1998 lee su discurso y ocupa el asiento K anteriormente ocupado por Carmen Conde, siendo así la tercera mujer en ingresar en 300 años.
   
   

   En 2007 recibe el prestigioso Premio Nacional de las Letras, otorgado por el Ministerio de Cultura. Ese mismo año visita Molina de Segura y participa en el primer encuentro de Escritores en su tinta celebrado en la Biblioteca Salvador García Aguilar. En 2010 se convierte en la tercera mujer en obtener el Premio Cervantes otorgado por el Ministerio de Cultura.
   En toda la obra de Ana María Matute pervive esa mirada protagonista infantil o adolescente que marca un distanciamiento afectivo entre realidad y entendimiento. Son obras que se inician con gran lirismo y poco a poco se sumergen en un gran realismo. Las novelas de Ana María Matute no están exentas de compromiso social, si bien es cierto que no se adscriben explícitamente a ninguna ideología política. Su obra resulta así ser una rara combinación de denuncia social y de mensaje poético, ambientada con frecuencia en el universo de la infancia y la adolescencia de la España de la posguerra.
   El 25 de junio de 2014 fallece a los 88 años, dejando un libro póstumo: Demonios familiares.

martes, 6 de octubre de 2015

Próxima reunión 6 de Octubre a las 6 en punto

El Cortos Club

Cárcel de Enrique Rubio  


   Cárcel, es el último número publicado en la colección La Biblioteca del Tranvía, de la editorial Tres Fronteras. Este pequeño libro recoge dos cuentos breves del joven escritor murciano Enrique Rubio titulados Cárcel y Secuestro, y que tienen en común el tema de la libertad, aunque abordado éste desde una perspectiva distinta en cada caso.
   El cuento Cárcel fue premiado con un accésit en la modalidad de relato en el Certamen Murcia Joven 2007, la última edición de este veterano concurso, que ya contaba con veinte años de andadura. Por su parte, el cuento tituladoSecuestro fue premiado en el Certamen literario para Jóvenes creadores celebrado en Madrid en 2008.

Más tarde....
Brooklyn Follies de Paul Auster
   
   Nathan Glass ha sobrevivido a un cáncer de pulmón y a un divorcio después de treinta y tres años de matrimonio, y ha vuelto a Brooklyn, el lugar donde nació y pasó su infancia. Quiere vivir allí lo que le queda de su 'ridícula vida'. Hasta que enfermó era un próspero vendedor de seguros; ahora que ya no tiene que ganarse la vida, piensa escribir El libro de las locuras de los hombres. Contará todo lo que pasa a su alrededor, todo lo que le ocurre y lo que se le ocurre, y hasta algunas de las historias –caprichosas, disparatadas, verdaderas locuras– de personas que recuerda. Comienza a frecuentar el bar del barrio, el muy austeriano Cosmic Diner, y está casi enamorado de la camarera, la casada e inalcanzable Marina. Y va también a la librería de segunda mano de Harry Brightman, un homosexual culto y contradictorio, que no es ni remotamente quien dice ser.

Fuente: Lecturalia

sábado, 3 de octubre de 2015

Brooklyn

El barrio que mola
  

   Para el escritor Paul Auster, Brooklyn solía ser una broma en los Estados Unidos. Siempre fue considerado un lugar pobre y estúpido para vivir. Decayó tras la Segunda Guerra Mundial, pero después de los 50 y después de haber sido un lugar muy pobre, muy sucio y peligroso, se transformó. Había muchas casas y edificios encantadores allí, entonces, a mediados de los 60, un montón de jóvenes que no querían vivir en la ciudad, que no tenían dinero para radicarse en Manhattan, empezaron a comprar viviendas en estos edificios a un precio irrisorio. Las casas se arreglaron y ahora Brooklyn es el barrio más chic de Nueva York.
   Es un lugar que tiene una atmósfera muy especial. Es un inventario del universo y tiene la peculiaridad de que mientras que en todas partes las diferencias étnicas y religiosas son una fuente potencial de conflictos, aquí se convive en armonía. 

"Yo me vine a vivir por razones prácticas, porque los alquileres eran más baratos y llevo 19 años aquí. Cuando me casé con Siri, ella dejó Manhattan para venirse a Brooklyn, y cuando decidimos comprarnos una casa le dije que no tenía por qué ser aquí, y ella, que había venido un poco a regañadientes, dijo que no, que no quería irse de Brooklyn", comenta Auster.
  
Brooklyn hasta 1898 fue una ciudad independiente, año en que fue incluido como un distrito más de la actual ciudad de Nueva York, formada además por Manhattan, Queens, el Bronx y Staten Island.
   Su nombre es un homenaje a la ciudad neerlandesa de Breukelen, es que esta zona antes fue un asentamiento holandés, al igual que todo Nueva York que primero fue Nueva Amsterdam. El nombre vendría a significar algo así como "pequeña marisma".

   El borough (o distrito) está unido a Manhattan a través de tres puentes: Brooklyn Bridge, Manhattan Bridge y Williamsburg Bridge.   
Brooklyn Bridge


    Caminando hacia el sur a través de Atlantic Avenue, se va avanzando por un par de espacios interesantes, tranquilos, con alma de barrio del pasado lleno de tiendecitas, negocios familiares y un buen número de restaurantes, anticuarios, boutiques o librerías. La arquitectura de nuevo atrapa la atención del paseante en las calles residenciales de los laterales.   
   Varios han sido los escritores que han vivido en sus calles empezando por Walt Whitman, quizás el más célebre de todos. Más recientemente tenemos a los dos Miller, Arthur y Henry. También Thomas Wolfe vivió en Brooklyn durante un tiempo. Un grupo de escritores compartió una casa en Brooklyn Heights,  W. H. Auden, Langston Hughes, Carson McCullers. También la novelista Bessie Smith, la autora de Un árbol crece en Brooklyn, Norman Mailer, Truman Capote... Si nos trasladamos a la actualidad es un delirio la cantidad de poetas y novelistas que viven aquí. Son innumerables.
   Y no están solos. Hay artesanos metidos a diseñadores, traficantes de muebles vintage, restauradores que aman la fusión, músicos indies de cartera abultada... Y, por supuesto, mucho hipster: esa tribu urbana que, de ser tan moderna, ha dejado de serlo hace un rato.
   Manhattan tiene quien le haga sombra. Sin rascacielos, sin museos enciclopédicos, sin marcas de lujo apelotonadas en un par de manzanas, este barrio neoyorquino despunta como lugar de peregrinación de cazatendencias y amantes de lo último.

viernes, 2 de octubre de 2015

Las locuras de Brooklyn

"Mi novela es una elegía a una forma de vivir que desapareció de un plumazo el 11 de septiembre"

   Doce años tardó el autor estadounidense Paul Auster en escribir su novela: Brooklyn Follies (2006). Optó por la comedia para rendir homenaje a una forma de vida rota abruptamente en 2001 y a la necesidad de reconocer la felicidad en lo cotidiano. Auster, que plasma en esta historia su veta más política. Su novela es un encendido homenaje a Brooklyn y a las gentes que lo habitan.
   Es una comedia, ¿romántica? Quizás. Suceden cosas tristes y hay episodios oscuros, pero al final, a la mayoría de los personajes les salen bien las cosas. También hay una veta política, sobre todo por parte de Tom, uno de los personajes principales, que es muy crítico con la Administración de Bush. Hay que tener en cuenta que la novela transcurre en el periodo de las elecciones presidenciales del año 2000. Se habla bastante de la situación que aqueja a Estados Unidos. Tom no es precisamente republicano y sus ideas se expresan con toda claridad en Brooklyn Follies.
   La sombra de los atentados se cierne de manera velada sobre toda la novela, pero no afloran en la narración hasta el final. Esos párrafos le dan un vuelco total al libro. Todo lo que ha tenido ante sus ojos el lector cobra un sentido inusitado. Brooklyn Follies se transforma en una elegía, en un himno a una forma de vivir que desapareció de un plumazo de la faz de la tierra. El lector descubre que lo que tiene ante sí es un canto a un mundo perdido, a la belleza y sencillez de una forma de vida cotidiana que dejó de ser posible a partir de aquellos acontecimientos. El 11 de septiembre de 2001 cambió el curso de la historia, haciéndonos entrar a todos en un periodo de incertidumbre.
    La novela se gestó en 1993. Nathan, el protagonista, no existía entonces en su imaginación, pero el resto de los personajes sí. Sobre todo había dos personajes muy especiales, Willy Christmas, un mendigo poeta, y Míster Bones, su perro. Esos dos personajes fueron el motor que puso en marcha la novela, pero cuando terminó el primer capítulo se dió cuenta de la singularidad de su historia y tomé la decisión de dedicarles una novela a ellos dos. El resultado fue Tombuctú, una narración breve, de carácter poético. Su intención era escribir Brooklyn Follies inmediatamente después de Tombuctú. Pero faltando Willy Christmas y Míster Bones, la estructura que tenía pensada se le vino abajo y no fui capaz de recomponerla. Entre medias, Auster otras novelas, pero no le resultó posible abordar Brooklyn Follies hasta que se le ocurrió el personaje de Nathan. 
   Narrada en primera persona por Nathan, personaje enfermo de cáncer, que decide trasladarse a Brooklyn para vivir sus últimos días en este barrio. Allí, encuentra a su sobrino Tom que trabaja en la librería del señor Harry.
   Auster va describiendo poco a poco todos los personajes de tal forma que se pueden llegar a querer u odiar. Son personajes normales que viven momentos difíciles y que Nattan logra sacarlos a flote para que busquen una vida mejor.
   La parte más emotiva del libro la protagoniza el excéntrico Harry demostrando que también posee un carácter bonachón. Auster ofrece un canto a la vida y una buena recomendación con su novela: “La esperanza es lo último que se pierde”
   Toda la vida de este escritor y cineasta norteamericano se halla alrededor de Brooklyn. Como reconocimiento de esta labor que sobrepasa fronteras, la Junta Municipal de Brooklyn quiso dedicar un día especial para recordar y homenajear a su escritor. El día 26 de febrero es el “Día de Paul Auster”. Un reconocimiento a la difusión del espíritu de Brooklyn y de las personas que lo habitan.

                         Montaje de La muñeca de Kafka Blog Plan Lector "Palabras Vivas"

Una historia dentro de otra historia: Kafka y su muñeca

   Una de las escenas más bellas de Brooklyn Follies, ocurre a mediados del relato. El tío Nathan y el sobrino Tom viajan hacia el norte y mientras lo hacen discuten sobre Kafka, uno de los escritores a quien Auster ha confesado admiración por su dominio indiscutible del juego realidad-ficción en sus escritos, incluso en sus diarios. Es entonces cuando se narra la escena: Kafka, en sus paseos junto a su compañera Dora Diamant por Berlín, se encuentra con una niña que llora desconsolada porque ha perdido su muñeca. Para consolarla, Kafka le dice que se ha ido de viaje. ¿Cómo lo sabes?, le replica. Porque le ha escrito una carta, responde Kafka. ¿La tienes ahí?, le pregunta la niña. No, pero mañana la traeré conmigo. Esa noche, Kafka escribió la carta con tanta dedicación como puso en su propia obra y a día siguiente se la leyó a la niña. Kafka escribe más cartas durante tres semanas, hasta que encuentra un final apropiado: la muñeca va a casarse, se despide de la niña, es feliz.
   El ya fallecido escritor y periodista argentino Tomás Eloy Martínez, amigo de Paul Auster, pensó que la escena había sido inventada de cabo a rabo nada más leerla. Después investigó los escritos de Kafka y apenas encontró referencias al episodio: "El único indicio que descubrí fue una referencia breve, no más de una línea, en la biografía que Ronald Hayman publicó en 1981″, explica. Así que se dispuso a preguntárselo directamente y éste contestó:
"Realmente le sucedió eso a Kafka.Yo no lo inventé. Hubo tres semanas de cartas verdaderas, que lamentablemente no han sobrevivido". La historia parecía demasiado buena para ser real y la respuesta de Auster le dejó sorprendido. "Auster me preguntó que opinaba yo. Dije que estaba perplejo. Los seres humanos nunca sabemos si la realidad es una inmensa novela o si no hay otra novela que la lisa y llana realidad".
   

   El escritor Jordi Sierra i Fabra también aborda esta historia en el libro Kafka y la muñeca viajera. Desde su peculiar y enternecedor punto de vista él da vida y voz a la niña, a la que ha llamado Elsi, y a su muñeca viajera, de nombre Brígida.
Otro relato el que Franz Kafka se transformó en un mago de la palabra para una niña desconocida de la que jamás volvió a saberse nada, como tampoco de aquellas cartas que constituyen uno de los misterios más hermosos de la narrativa del siglo XX.

Fuentes:
Babelia, El País
Blog Desequilibrios
Blog Mi sala amarilla

Paul Auster

El encantador de lectores

    A Paul Auster (Nueva Jersey, 1947), creador de intrincadas ficciones y especialista en desdoblarse en mil y un personajes, los 68 años le han recibido en pleno proceso contemplativo, mirándose a sí mismo y reflexionando sobre su pasado en un intento por indagar lo que ha supuesto vivir encerrado en su cuerpo.
    Este escritor estadounidense está considerado como uno de los más grandes autores norteamericanos contemporáneos, destacando por obras tan conocidas como La trilogía de Nueva York (1987),  formada por Ciudad de cristal (1985), Fantasmas (1986) y La habitación cerrada (1986). En este deslumbrante esfuerzo el autor consiguió amalgamar sus diversas influencias literarias (Franz Kafka, Samuel Beckett, Miguel de Cervantes) en un juego de espejos en el que se incluye a sí mismo, haciendo una relectura posmoderna de la novela negra; la trilogía fue un clamoroso éxito, especialmente en Francia.
    Estudió en Columbia licenciándose en literatura
, se alista un año como marino mercante y finalmente se instala en París en donde sufre esos primeros intentos de escritura que, de cara a la frustración por no poder con la narrativa, dejaron lugar al poeta y al traductor. En relación con esto, Auster recuerda: "Cuando era muy joven mi ambición era ser novelista. Escribí cientos y cientos de páginas de ficción, pero no me gustaban y nunca las publiqué. Deben ser unas 1000 páginas que escribí antes de tener 22 hasta que dije no, no puedo hacer esto, me voy a quedar con la poesía. Y por diez o veinte años eso fue lo que hice. Luego pasaron cosas muy complicadas para que las explique ahora y eso me hizo volver a la prosa, que es lo que hago desde entonces".
   Establecido en Brooklyn desde1974, 
Auster empezó su carrera escribiendo poesía y ensayos en las revistas New York Review of Books y Harper's Saturday Review.  
   El escritor combina temas cercanos a la filosofía y al existencialismo con tramas en ocasiones cercanas al realismo mágico con resultados que le han llevado a conseguir numerosos éxitos, como El país de las últimas cosas (1988), El palacio de la luna (1989), Leviatán (1992), El libro de las ilusiones (2003), La noche del oráculo (2004) y Brooklyn Follies (2006), entre otros.
   Su ficción se caracteriza por una desconcertante mezc
la de realismo y fantasía, de lo normal y lo increíble, que sorprende al lector y confunde sus expectativas. También ha escrito una obra autobiográfica, La invención de la soledad, que recupera la figura paterna y en el cual Paul Auster asegura haber renacido como escritor de prosa, además de un libro de poemas y ensayos, Cimientos (1990).  
  

   Además, Auster siempre ha sentido una especial predilección por el mundo del cine, siendo el autor de guiones como La música del azar, Smoke, Blue in the Face, Lulu en el puente o La vida interior de Martin Frost, entre otros, algunos de los cuales ha llegado a dirigir. En los últimos años también han aparecido varias antologías con lo mejor de su poesía.
   A lo largo de su carrera literaria, Paul Auster ha recibido numerosos galardones, entre los que habría que destacar el Premio Médicis, la Orden de las Artes y las Letras de Francia o el Príncipe de Asturias de las Letras.

   Con su primera esposa tuvo un hijo, Daniel, y con la segunda, la también escritora Siri Hustvedt, una hija, la actriz y cantante Sophie Auster. 
   Auster es un defensor de las libertades y se niega a visitar países "que no tienen leyes democráticas". Ha rehusado visitar China y rechazó —en protesta por el más de centenar de periodistas y escritores que habían sido encarcelados— la invitación que le hicieron en Turquía con motivo de la publicación allí de Diario de invierno (2012).